La Estrella que lleva a Jesús - Alfa y Omega

La Estrella que lleva a Jesús

La procesión marítima de la Virgen del Carmen, en el malagueño barrio de El Perchel, cumple ahora cien años: un siglo de devoción a la Madre que «nos lleva a puerto seguro, que nos lleva a Jesús»

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
La procesión de la Virgen del Carmen de El Perchel, en nuestros días

En la periferia malagueña se levanta, desde hace más de dos mil años, El Perchel, un asentamiento de clara vocación marinera. Fenicios, romanos, musulmanes… fueron dejando su huella en lo que hoy es uno de los barrios principales del centro de Málaga. En su origen, sus moradores plantaban en la tierra palos –perchas o percheles, de ahí el nombre– en los que se ensartaba el pescado para su desecación.

El Perchel ya aparece en las páginas del Quijote, y en la historia de Málaga se le tiene por un barrio con una identidad propia. En esta identidad, asoma con fuerza una clara vinculación con la Virgen del Carmen, desde que a finales del siglo XVI, en mitad de una epidemia de peste, el carmelita fray Gabriel de la Concepción llegó a El Perchel para fundar un carmelo, lo que hoy es la parroquia de Nuestra Señora del Carmen del Perchel.

Una imagen de 1916

Poco a poco, con el tiempo, la devoción a la Virgen del Carmen propagada por los carmelitas fue calando en los percheleros, y hay noticia de que, ya en 1838, los vecinos organizaban una procesión con la imagen de la perchelera, una costumbre que fue asentándose hasta que, en 1915, hace ahora 100 años, se crea una Junta dedicada exclusivamente a organizar una procesión marítima en honor a la Reina de los Mares. La prensa de aquellos años –recuerda el carmelita Ismael Martínez– habla de aquella muestra de devoción popular como «un fenómeno social, el acto más importante del verano malagueño».

Navega con nosotros

Este barrio cofrade, popular como la devoción a su Virgen, lleva cien años llamando a la Madre de Dios para que bendiga las aguas, asegure la pesca, acoja a los marinos muertos… Porque , como recordaba el obispo de Málaga, monseñor Jesús Catalá, tras la procesión del año pasado, «a ningún hombre de mar, pescador o marinero, se le ocurriría pensar que es dueño y señor del mar; más bien tiene conciencia de ser alguien que disfruta de las riquezas del mar, que son un don de Dios para toda la humanidad».

Así cada año, el Perchel venera «a María, la estrella del mar, a quien invocamos para seguir navegando sin miedo y llegar a puerto seguro, porque ella navega con nosotros y nos acompaña. Del mismo modo que los astros siempre han guiado a los marineros en sus travesías, la Virgen, en su advocación del Carmen, es la estrella que nos guía a todos, ya que nos lleva a Jesús».

Una Virgen a seis metros de profundidad

Cuando Gonzalo Martín llegó a Benalmádena-Costa como párroco –cuenta Antonio Moreno en www.diocesismalaga.es– enseguida contactó con la Agrupación de Buzos Virgen del Carmen. «Me comentaron que tenían una Virgen durante todo el año a cinco o seis metros de profundidad en una cápsula al vacío. Es una imagen de bronce de unos 15 centímetros y mi osadía me llevó a decirles que me gustaría bajar». Aquel deseo se convirtió en realidad hace tan sólo unos días, cuando se enfundó el traje de buzo y descendió al lugar donde se encuentra sumergida la imagen.«Fue una experiencia muy bonita. Es meternos de alguna manera en el misterio insondable de Dios. Rezar delante de la Virgen, tan chiquitita, con peces, con corales… te encuentras como en otra dimensión». La experiencia de la inmersión no ha sido anecdótica, puesto que afirma estar dispuesto a repetirla: «la pastoral no es solamente hacer que la gente venga a la parroquia, que claro que tenemos que venir y celebrar, sino también ir donde están ellos, acompañar desde la fe cada uno de los momentos de la vida del ser humano, ir a buscar a los peces perdidos».