Rachidi, el niño al que su padre vendió por 50 euros - Alfa y Omega

Rachidi, el niño al que su padre vendió por 50 euros

Redacción

Más de un millón de niños y niñas en todo el mundo son víctimas del tráfico de personas, según la Organización Internacional del Trabajo. La cifra, sin embargo, aumenta si contamos las adopciones ilegales, los matrimonios forzosos y el tráfico de órganos. El 27 % de todas las víctimas de trata detectadas en el mundo son menores, según cifras de Naciones Unidas.

La pobreza y la desestructuración familiar son, sin duda, dos de las causas principales del tráfico de personas. A ellas hay que sumar la falta de educación de los menores y de sus familias, los conflictos y la inestabilidad política de los países de África y Asia especialmente, las deudas familiares y la impunidad de la que gozan los traficantes.

El misionero salesiano, Juan José Gómez, afirma que, en su misión de Porto Novo, en Benín, «desgraciadamente hemos llegado a recibir chavales que han sido vendidos por 20.000 CFA, es decir, unos 30 euros». El religioso lo contó el martes en Madrid, durante su intervención en la presentación de la nueva campaña de Misiones Salesianas contra la esclavitud infantil. No estoy en venta es el documental, realizado por Raúl de la Fuente -Premio Goya 2014 al mejor Corto Documental- que encabeza esta campaña de sensibilización. El video cuenta la historia de dos niños benineses vendidos por su familia. Uno de ellos es Rachidi: «Una noche mi padre me dijo que nos íbamos a Nigeria. Cuando llegamos una señora le dio dinero y él me dijo que esperara, que iba a comprar pan, pero se fue y me dejó allí. Tuve miedo», explica en el documental. Tenía 11 años cuando su padre lo vendió a una mujer por 35.000 CFA -unos 50 euros- para que se encargara del trabajo doméstico. Fue explotado y maltratado, hasta que pudo escapar. Vivió un tiempo en la calle, pero una mujer lo encontró, llamó a la policía y lo llevaron al centro salesiano de Porto Novo.

Los misioneros salesianos tratan de localizar a las familias de los menores que llegan al centro y, si es posible, reintegrarles en su hogar. Este trabajo comienza con unas horas de visita, después un fin de semana, luego vacaciones, así hasta que el menor recobra la confianza en sus familiares.

En los centros, los menores reciben alimentación equilibrada y ropa limpia, tienen acceso a la sanidad y a una educación que les abrirá las puertas del futuro. Pero lo más importante es que tienen personas a quien acudir, que les ayudan y les dan el cariño, la comprensión y el amor que les fue robado al ser vendidos y abandonados.

Misiones Salesianas / Redacción