Ya hemos llegado a Santiago, ¿y ahora? Ahora, Peregrinus - Alfa y Omega

Ya hemos llegado a Santiago, ¿y ahora? Ahora, Peregrinus

La Oficina del Peregrino lleva años recogiendo una queja de los caminantes a Santiago: al llegar a Compostela, no se les facilita una atención espiritual prolongada que permita asentar los sentimientos suscitados en el camino. Ahora, los jesuitas han puesto en marcha Peregrinus, un programa de acogida espiritual y material, con voluntarios que, además, colaboran en un comedor

José Antonio Méndez
Un momento de oración, en la iglesia de la Compañía

La tradición secular de los peregrinos a Santiago de Compostela establece que, una vez que el caminante llega a la ansiada meta –la catedral–, y reza ante el sepulcro del Apóstol, debe salir del templo por la puerta sur, llamada de Las Platerías. En su parteluz, entre los arcos de las dos puertas, puede apreciarse el Crismón con la primera y la última letra del antiguo alfabeto griego (la Alfa y la Omega), que son un símbolo de Cristo, principio y fin de la vida. Sin embargo, ambos caracteres aparecen invertidos en el parteluz de Platerías: la Alfa ocupa el lugar de la Omega, y viceversa.

Un peregrino, a su llegada a la catedral compostelana

El motivo es simbólico: tras el Camino, el fin se convierte en un nuevo principio; la meta de la peregrinación es el inicio de una nueva andadura; la llegada es el comienzo de la vida nueva que arranca tras la conversión. Esa, al menos, es la teoría. Porque, como lleva años alertando la Oficina del Peregrino –la institución de la archidiócesis de Santiago que se encarga de recibir a los caminantes–, «hay mucha gente que valora la atención espiritual que se facilita en la catedral, y que agradecen la disponibilidad de plazas en albergues y hospederías, pero que también echa de menos una atención espiritual más elaborada y prolongada, que les permita asentar, recoger y ordenar todos los sentimientos y reflexiones que han ido experimentando en el Camino, y que les oriente para encauzar una nueva forma de vivir, muchas veces más cerca de Dios». Lo explica el jesuita Sergio García Soto, responsable de la Compañía de Jesús para la acogida de peregrinos en Santiago.

Un espacio de oración abierto a todos

Fruto de esta demanda de los caminantes, los jesuitas, respaldados por el arzobispo de Santiago, monseñor Julián Barrio, han puesto en marcha la iniciativa Peregrinus, un programa ignaciano de acogida a los peregrinos «con el que queremos brindar a todos los caminantes un espacio de acogida espiritual, que les ayude a sentirse acompañados por la Iglesia y les permita reposar todo lo vivido antes de volver a casa», explica el padre García Soto.

Voluntarios del programa Peregrinus

Desde el 1 de julio, un grupo de voluntarios vinculados a la Compañía organizan en la céntrica iglesia de San Agustín dos momentos de oración diaria («uno con cantos, al estilo de Taizé, y otro con un tiempo de adoración y de examen de conciencia, tan propio de san Ignacio, con unos materiales específicos que hemos elaborado a lo largo del año»), abiertos a todos los peregrinos. Varios sacerdotes jesuitas, entre ellos el propio Sergio García, están disponibles en esos ratos «para confesar, y también para charlar, porque aunque en la catedral hay muchos sacerdotes que ya lo hacen y lo hacen muy bien, aquí se crea un clima más personal que favorece la intimidad». Clima que ayuda «a que la gente abra el corazón, como me pasó hace unos días con un brasileño, con el que estuve dos horas hablando». Junto a esa atención espiritual, Peregrinus brinda a los grupos (por ahora, sólo a los vinculados a la espiritualidad ignaciana) la oportunidad de alojarse en el colegio mayor San Agustín y en las instalaciones del colegio San Francisco Javier.

Además de la atención a los peregrinos, los voluntarios «tienen ratos de oración, formación en espiritualidad ignaciana y trabajo en un comedor de las Hijas de la Caridad, para cuidar a los otros peregrinos, que son los indigentes que hay por la ciudad». Porque, como explica García, «de lo que se trata es de llevar a Cristo a todos».

El Camino del Norte, Patrimonio Mundial por la UNESCO

La UNESCO ha incluido las cuatro rutas del Camino del Norte a Santiago en su Lista de Patrimonio Mundial. El Comité del Patrimonio Mundial de la UNESCO, que ha celebrado su 39ª Sesión en Bonn, reconoce así el valor de los itinerarios que recorren el norte español: el Camino Primitivo, que comienza en la catedral de Oviedo, donde se conserva la reliquia del Santo Sudario; el Camino de Liébana, que une Compostela con el monasterio de Santo Toribio, donde se venera una reliquia del Lignum crucis; el Camino Vasco-riojano, que arranca en Irún; y el Camino Costero, que cuenta con más de 900 kilómetros de trazado. En total, casi 1.500 kilómetros que ofrecen «un rico patrimonio arquitectónico de gran importancia histórica, compuesto por edificios destinados a satisfacer las necesidades materiales y espirituales de los peregrinos: puentes, albergues, hospitales, iglesias y catedrales», según un comunicado de la UNESCO. Además –señala el texto–, estos recorridos se suman al Camino Francés, reconocido Patrimonio Mundial en 1993, e incluyen «rutas primigenias de la peregrinación, creadas poco después de que en el siglo IX se descubriera el sepulcro» de Santiago el Mayor.