Cartas a la redacción - Alfa y Omega

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Manuel

Manuel, nuestro nieto, a quien tanto y con tanta ilusión esperábamos, nació hace nueve meses; para ser exactos, el 14 de octubre. No he hablado de él aún porque quería acostumbrarme a su presencia entre nosotros, quería hacerme a la idea: una nueva criatura en nuestra familia, un chiquitín (enorme de tamaño) que ya nos mira, se fija, sonríe; naturalmente, llora con desesperación cuando quiere comer y lo desea con bastante frecuencia. Pero no es un niño llorón, todo lo contrario, es un niño feliz; se le ve así, contento, alegre, y de vez en cuando reclama su condumio. Ya está aquí, viviendo su vida, a su aire, muy pendiente de su madre. Me he fijado en ello: ambos se contemplan como extasiados, no apartan la vista el uno de su madre y la madre de su bebé, como si un imán imaginario les tuviera prendidos entre ellos. Y eso se llama amor, ese amor innato que no se acabará nunca, que permanecerá cosido a sus corazones eternamente; porque ese amor ha nacido del otro gran amor que en su día brotó de sus padres y que perdura. ¡Qué hermoso es asistir a este milagro de la naturaleza y de los espíritus! ¡Qué gran alegría pensar que uno mismo es también origen de esta hermosura! Gracias, Dios mío, porque nos has bendecido con la llegada de Manuel.

Julián Larroca y de Dolarea
Madrid

Las vacaciones: tiempo de reflexión

Como cristiano, maestro y padre veo en la proximidad de las vacaciones un tiempo de Gracia de Dios, como todo lo que constituye nuestra vida. En esta sociedad del bienestar, del tener y no del ser, agobiada por tantas cosas materiales que simulan una felicidad ficticia y superficial, manipulada por los medios de comunicación (del homo sapiens, hemos pasado al homo digitalis), donde resulta muy difícil comprender y asimilar tantas imágenes y noticias entremezcladas para encontrar respuestas con criterio (Alfa y Omega es uno de los pocos con opinión solvente, gracias a Dios) para responder en nuestra vida de fe; es necesario emplear este tiempo precioso estival para meditar la palabra de Jesucristo, a la luz de tantos acontecimientos, y para sopesar nuestra conducta ante Dios. Jesús y su Palabra no se marchan de vacaciones, ya que Él permanece ahora y siempre en cada paso de nuestra vida. Podemos pensar que como la sociedad hace un paréntesis en su trabajo, el cristiano también tiene derecho a hacerlo; pero el único derecho y deber del cristiano es dar testimonio del Evangelio, con alegría, en todo tiempo y lugar.

Ángel del Pozo Izquierdo
Madrid

La Magna Mariana de Córdoba

Fue el día 27 de junio cuando Córdoba y su provincia rindió veneración pública a Nuestra Señora, la Virgen María Santísima, Madre de Dios y de la Iglesia. Desde una procesión Magna de 25 imágenes coronadas canónicamente, de distintas advocaciones, mostramos cómo nuestra ciudad, diócesis que fue del obispo Osio, santo reconocido por los cristianos ortodoxos, y aún pendiente para nosotros…, es tierra ¡profundamente Mariana! Como toda Andalucía, como toda España. A través de tantas imágenes de la Virgen, confluyendo una tras otra, en ferviente devoción compartida por las calles cordobesas, intuyo dos mensajes que nos da María. Uno es que la veneración, no adoración, debe ser única y universal (por encima de títulos) a su persona, que no es divina, sino llena de Gracia. Su segundo mensaje es que este evidente amor mariano, fervoroso, apasionado y rendido a ella, arranque con detonante impulso en un valiente y decidido hecho manifestativo ante nuestros regidores políticos. Con uno o reiterativos actos programados, de la mano de nuestras Hermandades Marianas, para pedir y suplicar que sea retirada esa ley tan criminal del aborto, ¡ensalzando la vida y su continuidad! Porque fue ella, Nuestra Señora, la Inmaculada Virgen María, la que aceptó con su la voluntad de Dios para ser madre, y Madre nada menos que de nuestro Salvador. Asumiendo la maternidad con todas sus consecuencias. Así, la Virgen quedaría muy complacida, constatando que veneración y sentimiento, fe y vida, se abrazan en sintonía perfecta por el buen hacer de sus hijos.

Manuel Armenteros
Córdoba

Religión en las aulas

El actual líder de la oposición, Pedro Sánchez (PSOE), ha advertido de su intención de sacar la Religión del currículum escolar, si se hace con la presidencia del Gobierno. Ningún partido valora esta asignatura de manera suficiente, pues en la LOMCE (aprobada por el PP), ya no es de obligada oferta en Bachillerato y, por tanto, a efectos prácticos, la asignatura desaparecerá en este nivel educativo. Sería realmente triste que esto ocurriera, pues la Religión aporta cosas muy necesarias. En estas líneas destacamos, de entre todas, dos: el derecho a elegir y el aporte cultural. Podemos llevar a nuestros hijos a la escuela pública por convicción o por obligación, o por falta de recursos, pero esto nunca debiera conllevar una delegación de la formación en valores que como familias estamos obligados a transmitir a las generaciones futuras. Es de justicia que exista la posibilidad de elegir la educación que queremos para nuestros hijos, incluso en la enseñanza pública, aunque esto implique mantener unos principios a contracorriente de las políticas de moda. En la otra cara de la moneda, nuestra historia y las diferentes manifestaciones artísticas y culturales que nos rodean, como la música, la pintura o la literatura, no se pueden comprender sin un conocimiento serio de la religión católica. Las generaciones de alumnos que en un futuro no la puedan estudiar, y las que vienen cursando la alternativa a Religión, no podrán valorar con propiedad este inmenso legado. Sacar la Religión de las aulas es un intento de apagar la llama de la tradición que nuestros antepasados nos entregaron, cortar las amarras que nos unen a nuestro pasado, y provocar que naveguemos a la deriva; perdidos en un viaje sin puerto de salida ni de llegada.

Tomás Fernández Bayort
Umbrete (Sevilla)