Obispo auxiliar de Kiev: «Hacemos lo posible para ser pacificadores. Pero es tan difícil...» - Alfa y Omega

Obispo auxiliar de Kiev: «Hacemos lo posible para ser pacificadores. Pero es tan difícil...»

En Ucrania y el este de Europa, la invasión rusa ha hecho resurgir el nacionalismo. «Hacemos todo el esfuerzo posible para que la Iglesia haga el papel de pacificadora. Eso son las intenciones, pero en esta situación tan difícil…». Monseñor Dionisio Lachovicz, obispo auxiliar de Kiev y visitador apostólico para España e Italia, ha participado en las II Jornadas Sociales Católicas por Europa, donde ha explicado a Alfa y Omega su visión del conflicto ucraniano

María Martínez López

¿Cuál es la situación ahora en Ucrania, especialmente en el este del país? Usted ha denunciado la persecución a los greco-católicos en la región.
Hay una gran dificultad en la relación con los terroristas que hay en Ucrania. Han expulsado a los greco-católicos. En Donetsk, han echado al obispo, y un sacerdote fue hecho prisionero. Lo torturaron escenificando una ejecución: le vendaron los ojos y le dispararon. Repitieron la escena otras dos veces. Después, como estaba enfermo, lo liberaron. En Crimea, están haciendo un registro de todas las comunidades religiosas, y quien es católico ya no podrá celebrar. A un sacerdote polaco de rito latino no le han renovado el permiso de residencia. Así que ese territorio se pierde el territorio para la Iglesia católica, tanto greco-católica como latina.

Existe el temor de que este conflicto pueda despertar el fantasma del nacionalismo en el este de Europa, con reacciones contra las minorías rusas. ¿Puede ocurrir?
Sí, puede ocurrir, porque ahora las pasiones han resucitado. Pero antes de esta guerra no había problemas, no había nacionalismo, como se está diciendo. Decir que son nacionalistas, fascistas, y esas cosas, son mentiras de los rusos. Ucrania era un país muy democrático, no había estas tensiones, pero ahora han resucitado. Hay muchas mentiras de los rusos, y propaganda contra Ucrania en la prensa y la televisión rusas. Hay una guerra muy fuerte en los medios.

¿Qué papel puede jugar la Iglesia para manejar esta situación de odio creciente?
La Iglesia, desde el principio, con la revolución de la dignidad del Maidan, ha jugado el papel de pacificar, de mediar entre el Gobierno y los revolucionarios. Ahora también hacemos todo el esfuerzo posible para que la Iglesia haga el papel de mediadora y de pacificadora. Eso son las intenciones, pero en esta situación tan difícil… Hace pocos días, un sacerdote, en el entierro de un soldado que había muerto, dijo que por cada ucraniano muerto habría que matar a diez rusos. Sus superiores le llamaron la atención y pidió perdón, pero la prensa rusa lo ha utilizado mucho, han presentado un caso aislado como algo habitual.

¿Cómo están reaccionando los jóvenes católicos?
La revolución del Maidan y la guerra han creado una identidad ucraniana, también entre quienes antes no la tenían. Mucha gente y muchas regiones se han unido por estas circunstancias. También ha fortalecido la identidad cristiana. En el Maidan, se convirtió mucha gente: volvían a la oración, participaban en las Misas. Ha supuesto una cierta resurrección de la fe cristiana.

Ahora mismo la Cruz de las JMJ está en Ucrania. ¿Es un consuelo para la gente, en esta situación?
Sí. El domingo 7 de septiembre la Cruz estuvo en el inicio de nuestro Sínodo. Después, la han ido llevando a otras ciudades.

Hace unos meses, el cardenal Reinhard Marx, Presidente de la COMECE, dijo que la gente en Ucrania eran los que más creían en Europa, porque querían integrarse en ella por los valores que representa. Sin embargo, al hablar de Europa hoy se denuncia su secularización, o la promoción del aborto y la ideología de género… A pesar de todo, ¿a Ucrania le compensa acercarse a Europa?
Ciertamente. Los ucranianos tienen un gran anhelo de pertenecer a la comunidad democrática europea. Ucrania es un país democrático, pero quiere unirse con Europa para participar en esa sociedad democrática. Es verdad que en Europa hay antivalores, pero también es cierto que los valores democráticos tienen mucho más peso todavía en Europa que en otros lugares, como en la antigua Unión Soviética.

¿Se está perdiendo la oportunidad de que Ucrania fuera un puente entre el Occidente y el Oriente de Europa?
No creo que se esté perdiendo. Al contrario, ahora se lucha por la dignidad humana, por la libertad, y así se consolidará el papel de Ucrania. La cultura rusa nació en Ucrania, Kiev es la cuna de la cultura rusa. Sin Kiev, Rusia no tiene raíces y se pierde toda la fuerza ideológica del mundo ruso. Por esto, la política de Putin, y la Iglesia de Moscú, van juntas para reconquistar Ucrania. Si no fue posible hacerlo ideológicamente, ahora se hace por la fuerza. No se sabe qué hará Putin en los próximos días. Se dice que Putin quiere conquistar Kiev, luego toda Ucrania y luego toda Europa.

¿Los últimos acuerdos no han calmado la situación?
No mucho. Hay un descontento muy grande en la población ucraniana, también con el Presidente Poroshenko, que ha hecho los acuerdos con Rusia. Hay descontento porque ha muerto tanta gente en la guerra, que si se llega a un acuerdo estas muertes han sido en vano. La paz se puede hacer alejando al ejército ruso de Ucrania y también a los terroristas, y se puede dar una autonomía mayor a estas regiones como en el norte de Italia. Pero tal como están las cosas, la autonomía será una conquista rusa.