El misionero Luis Pérez desde Sierra Leona: «Sólo se habla de ébola» - Alfa y Omega

El misionero Luis Pérez desde Sierra Leona: «Sólo se habla de ébola»

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El misionero javeriano Luis Pérez escribía este 4 de octubre a sus hermanos de congregación desde Sierra Leona, donde la epidemia del ébola sigue preocupando a todos.

«Desde la última vez que os mandé noticias la realidad de país no ha cambiado mucho. Se podría decir que está estabilizada en unos niveles más bien altos de afectados y muertos; el distrito de Bombali, donde está Makeni, es uno de los más afectados, aunque ahora el número de muertos se ha reducido un poco. Como distrito está aislado, no se puede entrar ni salir sin un permiso especial que no es fácil de conseguir.

La persistencia de la presencia del ébola, su irradiación, su mortalidad, el que estén llegando afectados a países occidentales… están causando el efecto positivo de una mayor reacción de todos para tratar de contener esta pandemia que ya no está tan localizada, como antes, sólo en África Occidental; esperemos que esa reacción sea rápida y con los medios necesarios, ya que hay entendidos que piensan que si no se actúa más rápido en cuestión de localización y aislamiento de los afectados por el virus, en poco tiempo los muertos podrían llegar a más de 20.000 (ahora se estiman en más de 6.000), cifras aleatorias y difíciles de confirmar, pero indicativas de una realidad actual y de una tendencia futura.

Los más afectados son el personal sanitario, en los tres países más afectados han muerto unos 375 entre médicos, enfermeras y asistentes sanitarios; de ellos, 112 en Sierra Leona. También se estima que, en los tres países, ya hay más de 3.700 huérfanos por causa del ébola, con el agravante, cosa que no es usual en África, que quedan casi abandonados al ser estigmatizados por el miedo a la enfermedad.

En estas últimas semanas, se están incrementando los esfuerzos, medidas y medios para atajar lo antes posible los efectos del virus. Por parte de las autoridades hay más control, más seguimiento, más medidas de aislamiento, más personal a disposición que ha sido entrenado para ello, más lugares disponibles para aislamiento y seguimiento; por parte de la comunidad internacional, algunas naciones están mandado dinero, entre ellas España; están llegando a Sierra Leona numerosos grupos de médicos-enfermeras-asistentes sanitarios de Cuba, Rusia, Gran Bretaña, España y otras. La Cruz Roja Española ha montado un hospital de campaña en Kénema, una de las zonas más afectadas, está muy bien organizado, con personal y medios. La Directora del proyecto ha tenido la atención de llamarnos a los españoles para ponerse a nuestra disposición y ofrecernos los servicios del hospital, añadiendo que espera que no sean necesarios.

Los ánimos siguen discretamente bien, aunque parece que la cosa se hace larga y están un poco más apagados, pero poco, poco; lo malo es que vayas donde vayas la conversación es monotemática: el ébola, los detectados, los dados de alta o muertos del día anterior en la ciudad y en el distrito… Pero se aprovecha para animar a la esperanza, a la prudencia y a la ayuda recíproca y, sobre todo, con los afectados y sus familias. Por lo tanto, aquí seguimos: recordarnos, rezad por nosotros y, sobre todo, por la gente, y que tratemos de poner buena cara al mal tiempo para que no nos vaya peor.

Lo de Manuel ha sido una tragedia inesperada. El Hospital había pasado con anterioridad un período peor: centenares de infectados, varios muertos… Por eso lo habían cerrado, puesto en cuarentena, desinfectado, fumigado…, unos días antes de lo de Manuel, había sido abierto para emergencias: ni consultas normales, ni operaciones, ni ingresos. Parece que atendió a tres o cuatro personas y operó a una (todo dentro de la emergencia), y en ello le fue la vida. Tenía que haberse marchado a España para controles médicos a primeros de septiembre, pero prefirió retrasar el viaje dada la situación general y del hospital.

En estos dos últimos meses le vi cuatro veces. En una me contaba con gran alegría que ya habían pasado los 21 días desde que murió una de las enfermeras que era asistente suya, que esos días se le habían hecho meses pero, que gracias a Dios, estaba bien y no había contraído el ébola… ¿quién iba a decir lo que pasaría tres semanas después? Ha sido una gran pérdida como persona amigable y como médico competente, intuitivo, con ojo clínico, sin horario… el horario lo marcaba la llegada del enfermo y la necesidad de una operación urgente. Era de modales acogedores, tranquilos, sonrientes, pacientes; todos lo hemos sentido mucho. Murió como vivió, y ahora seguro que estará contento viviendo en comunión con el que siempre amó y sirvió. Seguro que lo que menos le gusta, siendo como era, es lo del eterno descanso».