24 de abril: san Fidel de Sigmaringa, el mártir que en diez días alimentó a los gusanos - Alfa y Omega

24 de abril: san Fidel de Sigmaringa, el mártir que en diez días alimentó a los gusanos

Tras abandonar la abogacía decepcionado por las malas prácticas que presenció, se lanzó a predicar a los herejes de Europa central y murió como el primer mártir de la antigua Propaganda Fide

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
San Fidel de Sigmaringa y san José de Leonisa de Giovanni Battista Tiepolo. Galería Nacional de Parma (Italia). Foto: Lluís Ribes Mateu.

Suele ocurrir que Dios escribe recto con renglones torcidos, aunque a veces cueste toda una vida reconocer las líneas del Creador en algunas biografías. La de Fidel de Sigmaringa dio sus tumbos y, al final, acabó asesinado en un tumulto. Pero gracias a su entrega muchos calvinistas abrazaron la fe católica.

Markus Rey nació en 1577 en Sigmaringa, una pequeña ciudad del sur de Alemania, a orillas del Danubio. Su padre era el alcalde de la ciudad y su madre inculcó en él los primeros rudimentos de la fe y de la oración. De pequeño destacó por su gran inteligencia, lo que le abrió paso en la carrera de Leyes, que cursó en la célebre Universidad de Friburgo. Durante su formación entró al servicio del barón de Stotzingen, quien lo hizo preceptor de sus hijos, a quienes acompañó en un largo viaje por toda Europa «para ganar más experiencia, comprender el curso del mundo, aprender idiomas y costumbres extranjeras y completar con éxito todos mis estudios», escribió. En esos años de idas y venidas, cuidó la práctica de la fe, desde la Misa diaria hasta las visitas a los enfermos en los hospitales por donde pasaba, llegando a dar en varias ocasiones su ropa a los pobres.

Salió de la universidad decidido a ser «el abogado de los pobres» y con ese fin abrió un despacho en la ciudad de Ensisheim. Los casos se iban sucediendo y el desencanto de Markus iba en aumento debido a las malas prácticas de las que fue testigo en los tribunales. La gota que colmó el vaso fue un arreglo económico que le ofreció un abogado rival en un caso para repartirse un dinero a medias a cambio de que no fuera tan meticuloso en la búsqueda de justicia.

Decepcionado, Markus colgó la toga y buscó su lugar en el mundo con la mirada puesta en varios amigos que se habían acercado a la religión y, sobre todo, en su hermano menor, Jorge, que unos años antes se había hecho capuchino en Sigmaringa. Finalmente, Markus entró en la misma orden, tomando el nombre de Fidel y ordenándose sacerdote en 1612. Eran los años en los que las herejías protestantes estaban tomando fuerza en Europa, en una controversia en la que era difícil deslindar lo político de lo religioso. Príncipes y obispos estaban al quite por el poder y, en medio de la batalla, el pueblo llano adoptaba un credo u otro dependiendo del poderoso de turno.

En aquel contexto, el archiduque Leopoldo de Austria, tras conquistar varios cantones de Suiza, pidió al Papa Pablo V que enviara allí misioneros que facilitaran la conversión de los calvinistas. Ese fue el origen de la congregación Propaganda Fide, hoy Dicasterio para la Evangelización, que en 1622 mandó a Prättigau a un grupo de diez capuchinos liderados por el hermano Fidel sabiendo que los enviaba «como ovejas entre lobos». Era consciente de su destino. «Sé con certeza que esto me costará la vida con el tiempo», escribió en una carta. A partir de entonces, las pocas misivas que pudo enviar las terminaba firmando así: «Padre Fidel, que los próximos días se convertirá en comida para los gusanos».

El santo partió a la misión el 14 de abril de 1622 portando simplemente un crucifijo, la Biblia, el breviario y la regla de su orden, confiando en la providencia para su sustento. Allí se encontró con una tensión palpable y creciente. El obispo local había decretado la expulsión de todos los pastores protestantes que hubiera en su territorio y se obligaba a todos los calvinistas a asistir a los sermones y predicaciones de los misioneros católicos. Sin embargo, Fidel empezó a predicar usando argumentos, sin tratar de forzar la conciencia de nadie. Eso logró prontas conversiones, como la de Rodolfo de Salis, uno de los principales prohombres de la ciudad de Zizersm, cuyo ejemplo fue seguido por otros muchos.

Sin embargo, ese éxito ganado a base de buenas maneras fue mirado con recelo desde el otro bando. El 24 de abril, Fidel fue invitado por los propios calvinistas para que diera un sermón en Seewis. Era un engaño: en mitad de la celebración, una horda de campesinos irrumpió en el templo y mató a los soldados austriacos que acompañaban al capuchino como escolta. Al santo le pegaron un tiro que lo dejó malherido y, cuando logró salir de la iglesia, una turba lo remató al no renegar de su fe. «He sido enviado a vosotros para refutar vuestra herejía, no para abrazarla. La religión católica es la fe de todos los tiempos, no temo a la muerte», contestó antes de que le abrieran la cabeza. De este modo murió el primer mártir de Propaganda Fide, después de tan solo diez días evangelizando en tierra hostil.

Bio
  • 1577: Nace en Sigmaringa
  • 1604: Viaja por Europa como preceptor de los hijos del barón Stotzingen
  • 1612: Es ordenado sacerdote
  • 1622: Es enviado a predicar a los calvinistas de Suiza
  • 1746: Es canonizado por Benedicto XIV