Sri Lanka, que el Papa visitará en enero, pronto tendrá su primer santo - Alfa y Omega

Sri Lanka, que el Papa visitará en enero, pronto tendrá su primer santo

El misionero indio Joseph Vaz, que dedicó 23 años de su vida a evangelizar Sri Lanka, será dentro de poco el primer santo de este país. Su canonización, aprobada este miércoles por el Papa, adquiere especial relevancia ante la próxima visita del Santo Padre a este país asiático

Redacción

La canonización del Beato Joseph Vaz, que se convertirá en el primer santo de Sri Lanka, adquiere un significado especial ante la cercana visita del Papa al país asiático, en enero de 2015. Incluso más cuando se trata de una canonización acordada por los votos favorables de la Sesión Ordinaria de los Padres Cardenales y Obispos de la Congregación para las Causas de los Santos, y aprobada por el Santo Padre, sin necesidad de que se haya producido un segundo milagro.

El Beato Vaz nació en Goa (India) en 1651. Como sacerdote, se ofreció voluntario a trabajar en Sri Lanka bajo la persecución de los gobernantes coloniales holandeses, que eran calvinistas. Los sacerdotes católicos tenían prohibido predicar; hacerlo implicaría ser encarcelados, e incluso la muerte.

El padre Joseph Vaz fue a Ceylan disfrazado de obrero. Recorrió los caminos rurales a través de plantaciones de té, buscando a los católicos, atendiendo a sus necesidades, instruyéndolos en la fe, regularizando sus matrimonios, bautizando a sus hijos y celebrando la Santa Misa en sus hogares y aldeas. Fue un verdadero apóstol de la Iglesia en Sri Lanka, y renovó la fe, que se había visto afectada por la persecución. También fue clave en la conversión de bastantes personas al cristianismo.

Inculturando el Evangelio en el reino de Kandy

En 1693, el Beato Joseph Vaz obró un milagro consiguiendo que lloviera durante una sequía, y el rey de Kandy le ofreció la protección y libertad para predicar el Evangelio en su reino. Joseph utilizaba el método misionero de la inculturación, y escribió textos litúrgicos en tamil y singhala. También formó a su siervo John para que fuera sacerdote, a pesar de que en ese momento no estaba aceptado que lo fuera, por pertenecer a la tribu kumbi.

Durante una pequeña epidemia en Kandy, el rey y otros nobles huyeron, pero el Beato Joseph Vaz se quedó, atendiendo a los moribundos y a las víctimas abandonadas durante casi dos años. Finalmente murió en 1711 después de 23 años de duro trabajo misionero en Sri Lanka.

Relevancia en un momento de persecución en Asia

Parece que el Beato Joseph Vaz puede jugar un papel especial en este momento de la historia. Su vida y su ministerio se vuelven muy relevantes, especialmente ahora cuando experimentamos la persecución contra los cristianos en varios países, especialmente en Asia. Su canonización será especialmente importante tanto para la India, donde nació, se formó y fue ordenado, como para Sri Lanka, donde eligió ser misionero, y donde el Papa Francisco tiene previsto viajar en enero próximo.

El Beato Joseph Vaz tiene también la distinción de haber fundado un oratorio misionero, formado por sacerdotes que estaban disponibles para el trabajo misionero de frontera.

Más decretos

En la misma audiencia con el cardenal Amato, Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, el Santo Padre aprobó la promulgación de un milagro atribuido a la intercesión de la beata María Cristina de la Inmaculada Concepción (Adelaide Brando), fundadora de la Congregación de las Religiosas Víctimas Expiadoras de Jesús Sacramentado.

La Beata, que con doce años hizo voto de castidad perpetua ante una imagen del Niño Jesús, solía repetir desde muy jovencita: «Debo ser santa; quiero ser santa». Tan intensa fue su espiritualidad reparadora, que definió, en buena medida, el carisma de su obra: «El fin principal de la Obra -decía- es la reparación de los ultrajes que recibe el Sagrado Corazón de Jesús en el santísimo Sacramento, especialmente las muchas irreverencias y descuidos, comuniones sacrílegas, sacramentos recibidos indignamente, misas mal escuchadas…».

El Papa ha aprobado, además, un milagro atribuido a la intercesión del venerable siervo de Dios Pío Alberto del Corona, de la orden de los Hermanos Predicadores, obispo de San Miniato y fundador de la congregación de las Hermanas Dominicas del Espíritu Santo, nacido en 1837 y fallecido en 1912. Del Corona decidió entregar su vida por completo a Dios con tan sólo 17 años y cuando se encontraba a los pies de la imagen de la Virgen María que se alza en la colina de Montenegro, a pocos kilómetros de Livorno.

También ha aprobado el Santo Padre un milagro atribuido a la intercesión de la venerable sierva de Dios Marie-Elizabeth Turgeon, fundadora de la congregación de las Hermanas de Nuestra Señora del Santo Rosario, y dedicada a la formación de los más pequeños.

RV / Redacción