El Papa a los arzobispos: «La Iglesia os quiere hombres de testimonio» - Alfa y Omega

El Papa a los arzobispos: «La Iglesia os quiere hombres de testimonio»

En la solemnidad de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, a las 9:30 horas de esta mañana, en la basílica vaticana, el Santo Padre Francisco ha bendecido los palios destinados a los 46 arzobispos metropolitanos nombrados durante el año. Después del rito de la bendición de los palios, el Papa ha presidido la Misa con los nuevos arzobispos metropolitanos. Como es habitual con motivo de la Fiesta de los Santos Pedro y Pablo, patronos de la ciudad de Roma, ha estado presente en la Misa una Delegación del Patriarcado Ecuménico de Constantinopla, encabezada por SS Bartolomé I y por Su Eminencia Ioannis (Zizioulas), Metropolita de Pérgamo, acompañado por Su Eminencia Maximos, Metropolitana de Silyvria, y el Padre Reverendo Heikki Huttunen, de la Iglesia Ortodoxa de Finlandia

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En su homilía, el Santo Padre ha recordado que «Pedro y Pablo, como todos los Apóstoles de Cristo que en su vida terrena han hecho fecunda a la Iglesia con su sangre, han bebido el cáliz del Señor, y se han hecho amigos de Dios». Y que «una Iglesia o un cristiano sin testimonio es estéril, un muerto que cree estar vivo, un árbol seco que no da fruto, un pozo seco que no tiene agua. La Iglesia ha vencido al mal gracias al testimonio valiente, concreto y humilde de sus hijos».

También se ha dirigido a los Arzobispos, a quienes les ha dicho que «el palio que hoy recibís es un signo que representa la oveja que el pastor lleva sobre sus hombros como Cristo, Buen Pastor, y por tanto es un símbolo de vuestra tarea pastoral, es un signo litúrgico de la comunión que une a la Sede de Pedro y su Sucesor con los metropolitanos y, a través de ellos, con los demás obispos del mundo (Benedicto XVI, Angelus, 29 junio 2005)».

«Hoy, junto con el palio, quisiera confiaros esta llamada a la oración, a la fe y al testimonio».

«La Iglesia os quiere hombres de oración, maestros de oración, que enseñéis al pueblo que os ha sido confiado por el Señor que la liberación de toda cautividad es solamente obra de Dios y fruto de la oración, que Dios, en el momento oportuno, envía a su ángel para salvarnos de las muchas esclavitudes y de las innumerables cadenas mundanas. También vosotros sed ángeles y mensajeros de caridad para los más necesitados».

«La Iglesia os quiere hombres de fe, maestros de fe, que enseñéis a los fieles a no tener miedo de los muchos Herodes que los afligen con persecuciones, con cruces de todo tipo. Ningún Herodes es capaz de apagar la luz de la esperanza, de la fe y de la caridad de quien cree en Cristo».

«La Iglesia os quiere hombres de testimonio. Decía san Francisco a sus hermanos: Predicad siempre el Evangelio y, si fuera necesario, también con las palabras (cf. Fuentes franciscanas, 43). No hay testimonio sin una vida coherente. Hoy no se necesita tanto maestros, sino testigos valientes, convencidos y convincentes, testigos que no se avergüencen del Nombre de Cristo y de su Cruz ni ante leones rugientes ni ante las potencias de este mundo, a ejemplo de Pedro y Pablo y de tantos otros testigos a lo largo de toda la historia de la Iglesia, testigos que, aun perteneciendo a diversas confesiones cristianas, han contribuido a manifestar y a hacer crecer el único Cuerpo de Cristo. Me complace subrayarlo en la presencia –que siempre acogemos con mucho agrado– de la Delegación del Patriarcado Ecuménico de Constantinopla, enviada por el querido hermano Bartolomé I».

«Es muy sencillo: porque el testimonio más eficaz y más auténtico consiste en no contradecir con el comportamiento y con la vida lo que se predica con la palabra y lo que se enseña a los otros».

«Enseñad a rezar rezando, anunciad la fe creyendo, dad testimonio con la vida», ha concluido.