«Dadles a Jesucristo, no les defraudéis» - Alfa y Omega

«Dadles a Jesucristo, no les defraudéis»

El Año de la fe ha sido una convocatoria que, lejos de quedarse en unos pocos actos aislados, ha llegado a todos los rincones de la Iglesia universal. Prueba de ello es el gran abanico de actos con los que se ha celebrado su clausura en las diócesis españolas. Sólo algunos ejemplos: el domingo 17, en Córdoba, el Rocío de la fe reunió a las cinco Hermandades filiales de la diócesis; y, en Cartagena, las cofradías organizaron una procesión por el claustro de la catedral. El viernes pasado, el arzobispo de Santiago de Compostela peregrinó desde el Monte del Gozo hasta la catedral, con seminaristas, jóvenes y familias. Y el sábado, en Granada, se celebró un Rosario de la aurora. Por otro lado, el arzobispo de Sevilla aprovechó la clausura del Año de la fe para anunciar la apertura de la Causa de canonización de 20 mártires del siglo XX. En sus mensajes, todos los obispos animan a los fieles a que este Año dé frutos de misión

Redacción
Rocío de la fe en Córdoba

+ Antonio María Rouco Varela, cardenal arzobispo de Madrid

Ya inmersos en [el curso pastoral] con la intensa preparación de la [Misión Madrid] en los colegios y con las iniciativas emprendidas para dinamizar con un nuevo y fresco espíritu misionero, sobre todo a nuestras comunidades parroquiales, es bueno volver a plantearse la pregunta de si Jesucristo, el Redentor del hombre, el Rey del universo, ha constituido el centro de nuestra vida espiritual, de nuestra acción pastoral y de nuestro testimonio cristiano en la sociedad y ante el mundo. El fruto pastoral de toda evangelización y de cualquier empeño misionero de la Iglesia —con especial urgencia y gravedad en nuestro tiempo— tiene una medida y un punto de partida decisivo para que pueda lograrse, expresado lapidariamente por Pablo VI: «No hay evangelización verdadera mientras no se anuncie el nombre, la doctrina, la vida, las promesas, el misterio de Jesús de Nazaret, Hijo de Dios». Anuncio de palabra y testimonio de vida que transparente la Palabra de la vida. Anuncio, que le trasluzca a Él, el Redentor del hombre: a Él, ¡Jesucristo, Rey del universo!

+ Julián Barrio Barrio, arzobispo de Santiago de Compostela

¡Queremos revitalizar nuestra fe con el apóstol Santiago! Una fe que es luz, gozo y esperanza en nuestro peregrinar. La acertada iniciativa del papa Benedicto XVI de convocar un Año de la fe nos ha dado la ocasión de reflexionar sobre este don extraordinario, con el que Dios ha querido llamarnos a formar su Pueblo. Es justamente esa fe en Dios, la que nos llama a ser agradecidos con todos aquellos que, al vivirla, nos la han transmitido como un don, como un regalo. Es necesario conservar cuidadosamente la tradición recibida y grabarla piadosamente en el interior de nuestro corazón. (…) Favorecer la actitud creyente es lo que han buscado y siguen buscando con humildad y penitencia los millares de peregrinos que llegan a la tumba del apóstol Santiago. Todos peregrinamos hacia Dios, compartiendo el don de la fe que nos compromete a superar el individualismo y el escepticismo, siempre estériles, para vivir responsablemente el presente y, de esta forma, mirar confiadamente al futuro con una conciencia verdaderamente cristiana.

Monseñor Barrio, en Santiago de Compostela

+ Javier Martínez Fernández, arzobispo de Granada

Cuenta el acta de quien fue el primero de los mártires del Imperio persa que le pidieron que confesara al emperador como único rey de reyes. Y él dijo: «No, yo ya tengo un Rey, que es Rey de mi vida, Rey de la vida del pueblo que el Señor me ha erigido gobernar, y no puedo confesar a otro rey como el rey de reyes, porque el Rey de reyes se llama Jesucristo». Le costó la vida, y después, a muchos cristianos. Decir Jesús es el Señor era una afirmación peligrosa, extraordinariamente provocativa en aquel contexto, y sin embargo es el núcleo de la fe. El núcleo de la fe es justamente poder confesar que Cristo es el centro del cosmos y de la Historia. El Evangelio nos pone de manifiesto la gran paradoja de la realeza: Jesús es Señor no porque domina; la grandeza de nuestro Rey está en la cruz. Le acusaron de querer hacerse rey. Y aquella acusación proclamaba una verdad mucho más profunda: Él era el Señor no sólo de los judíos, sino de la creación entera.

+ Juan José Asenjo Pelegrina, arzobispo de Sevilla

Concluimos el Año de la fe para lanzarnos a la misión. Al final de la Misa, saldremos a la calle y nos encontraremos muchas personas rotas, sumidas en la desesperación y en la angustia, jóvenes y adultos que padecen una tremenda ceguera espiritual, que necesitan el milagro de la fe, que necesitan esperanza, que necesitan, sobre todo, a Cristo, luz, camino, verdad y vida de los hombres. El anuncio de Jesucristo es la aportación más original y necesaria que podemos prestar a nuestros conciudadanos, si lo hacemos con la fuerza con que lo hacían los apóstoles en la Iglesia de los comienzos.

En la solemnidad de Cristo Rey, corona de los mártires, de los confesores y de las vírgenes, quiero anunciar oficialmente a la archidiócesis la muy próxima apertura solemne del Proceso de beatificación de una veintena de mártires del siglo XX. No tenemos otra intención que cumplir con un deber de justicia y gratitud, y poner sobre el candelero de la Iglesia el heroísmo y la fortaleza de estos modelos del amor más grande, de quienes prefirieron la muerte antes que renegar de su fe.

+ Demetrio Fernández González, obispo de Córdoba

La fe en Dios, la fe en Cristo nuestro Redentor, la fe en María su Madre Santísima, es siempre generadora de alegría, de amor y de esperanza, y por eso mismo es un factor que hace progresar a la sociedad. La alegría de la fe es una alegría comprometida con nuestros hermanos. Pero ante todo la alegría de la fe es la alegría que brota del encuentro con Dios. Basta que este pueblo sea convocado a manifestar su fe, para que salga a la calle para decir en alta voz: «Sí, soy creyente, soy cristiano, soy hijo de la Iglesia católica y la fe en mi vida no es un barniz superficial, sino la expresión más honda de mi vida y de la identidad de nuestro pueblo». Gracias, queridos cofrades, por vuestro trabajo. No sois una asociación cultural o un simple fenómeno de masas. Sois una fuerza potentísima con la que hacer frente al secularismo que nos invade. Sois un caldo privilegiado para la transmisión de la fe. Cómo me alegra ver a tantos jóvenes en el seno de las distintas cofradías. Dadles a Jesucristo, no les defraudéis.

+ José Manuel Lorca Planes, obispo de Cartagena

Durante este año hemos vivido experiencias pastorales preciosas, ha sido un tiempo en el que nos hemos implicado todos, donde hemos podido ver cómo el Señor está presente de una manera eficaz en nuestra Historia. Puedo destacar el esfuerzo que se ha hecho por recuperar la narración de la historia de la fe de esta Iglesia de Cartagena; un bagaje histórico que está en la base de nuestra sociedad y de nuestro carácter, que es imposible olvidar; un rico fundamento que está sosteniendo la vida de fe en esta tierra. Hemos terminado el Año de la fe, pero será la fe lo que nos siga moviendo; hemos concluido un año especial, pero hoy queda abierta nuestra toma de conciencia, la cercanía a Dios y a los hermanos. Hoy volvemos a inaugurar el corazón del cristiano, un corazón con megacardia, no por la enfermedad, sino por el signo de identidad. Os pido a todos vosotros, hermanos, que sigamos trabajando responsablemente en la viña del Señor, dando razón de nuestra esperanza.

Procesión con monseñor Lorca en Cartagena. Foto: Miguel Castaño

+ Ciriaco Benavente Mateos, obispo de Albacete

La celebración de este año ¿ha contribuido de verdad a renovar en profundidad nuestra fe, a recuperar el gozo de creer y de comunicar la fe? Esta pregunta se la hacía el grupo de acción pastoral de una parroquia. Escuchemos sus respuestas: «He asistido con más frecuencia a cursillos, retiros, más oración… He podido profundizar más en mi fe: si la vivo de verdad y cómo la transmito a los demás». «Ha sido el revulsivo que necesitaba para profundizar en todo aquello que es lo importante de verdad». «Me ha servido para darme cuenta de que debo convertirme en un signo vivo de la presencia de Cristo resucitado en el mundo». Somos enviados. Y lo hacemos no para reconquistar cotas de poder perdidas, sino por la certeza de que sólo en Cristo alcanza el hombre toda su plenitud; porque hemos recibido un tesoro tan precioso que no podemos guardarlo para nosotros, sino compartirlo. Después del Año de la fe, lo lógico sería que cada parroquia o asociación religiosa se convirtiera en una misión y que cada cristiano fuera un misionero. Os proponemos tres campos de trabajo: los jóvenes, la familia, la caridad.

+ Ginés García Beltrán, obispo de Guadix

Uno de los mayores problemas con los que se encuentra la pastoral de nuestra Iglesia es la ignorancia de los contenidos de la fe por parte de los bautizados. No sabemos en qué creemos. Esto nos ha llevado en la práctica a un relativo sincretismo, incluso a lo que algunos han llamado una fe de supermercado, donde cada uno tome lo que le interesa. Así, la unidad y totalidad de la fe se han oscurecido; si no conocemos el Credo, ¿cómo llegará al corazón? Hoy, las familias, en general, no transmiten la fe; nuestras catequesis necesitan una mejora; el interés y el compromiso personal de formarnos en la fe ha de ser una exigencia. La Iglesia y el mundo necesitan cristianos capaces de dar razón de su fe, no para defenderse frente al enemigo, sino para dar testimonio de un Dios que ama al hombre, y lo ama hasta el extremo. La fe no puede vivir sin más de la repetición de tradiciones. Es necesario el encuentro personal e íntimo con el Señor.

Los extremeños, ante la Virgen de Guadalupe

Las celebraciones con motivo del final del Año de la fe han sido muchas en toda España, y aún no han concluido. Este sábado, las diócesis de Extremadura -Mérida-Badajoz, Plasencia y Coria-Cáceres- clausurarán esta cita de la Iglesia con una magna peregrinación al santuario de Guadalupe. A diferencia de otras peregrinaciones que se celebran a lo largo de todo el año y que están destinadas de forma especial a algún grupo eclesial —jóvenes, matrimonios, catequistas…—, el encuentro de este fin de semana está abierto a todos los fieles que deseen unirse a él. No se trata del primer acto que acoge el monasterio de Guadalupe con motivo del Año de la fe. Por ejemplo, el pasado 5 de octubre, la Adoración Nocturna Española celebró, allí, una Solemne Vigilia Interdiocensana como preparación a la clausura de este Año.