El dolor de los cristianos, protagonista en la Sinagoga de Madrid - Alfa y Omega

El dolor de los cristianos, protagonista en la Sinagoga de Madrid

Infomadrid

La Comunidad Judía de Madrid celebro este martes, en la sinagoga Bet Yacoov, un acto de solidaridad en defensa de los cristianos perseguidos en Oriente Medio y África. Contó con la presencia del arzobispo de Madrid, Mons. Carlos Osoro; el presidente de la Comunidad Judía de Madrid, David Hatchwell, y Mayte Rodríguez, del Centro de Estudios Judeo-Cristianos,entre otras personalidades.

En su intervención, el prelado madrileño dijo que «para los que estamos aquí, es un momento para dar gracias a Dios, porque Él nos pide que habitemos en esta casa común, que es este mundo, como hermanos. Hace un instante invocábamos al Señor con el salmo 20, El Eterno te oiga el día del conflicto. Este mundo está en conflicto, está dividido, roto. Hay descartes terribles y tremendos: llegamos a eliminar hasta a aquellos que piensan diferente a nosotros, no respetamos el hecho fundamental que el Dios creador de todo lo que existe nos regaló. Somos imágenes de Dios, y una imagen de Dios no se rompe, no se elimina, sino que hay que respetarla, porque Dios nos ha pedido que la respetemos. Te dé un deseo y te conforme tu corazón nos dice el salmo, en el deseo de Dios. Y el deseo de Dios es que seamos hermanos».

Afirmó que «es cierto que, como hace un instante nos acaban de decir, en muchos países del mundo los cristianos están perseguidos, son eliminados, se queman los lugares de culto, se elimina de alguna manera la presencia de ellos». En este sentido, recordó que «un hombre que fue antecesor mío como arzobispo de Valencia, Marcelino Olaechea, cuando era arzobispo de Pamplona, en la última Guerra Mundial, convirtió su casa y alquiló una casa junto al palacio episcopal para salvar a tantos judíos que él acogía en su domicilio para después enviarlos a América o a otros lugares del mundo donde nadie les iba a matar. Aprendí de él cuando, como arzobispo de Valencia, tomé la decisión de iniciar su proceso de canonización, después de haber visto las cartas, los escritos, los documentos que él tenía y en los que señalaba este aspecto de abrir su casa precisamente a aquellos a quienes querían eliminar de este mundo». Por ello, Monseñor Osoro dio «gracias a Dios por haber conocido a este hombre. Doy gracias a Dios por haber abierto esta causa de canonización, por haber leído muchas de sus cartas en las que él me ha enseñado que ser hermanos de los hombres significa poner lo que somos y tenemos a disposición de ellos, para que se salven y puedan ser imágenes de Dios».

Manifestó su deseo de que «conceda el Eterno estas peticiones al corazón de todos los hombres: que todos nos demos cuenta de que somos hijos de Dios y que, por eso, somos hermanos los unos de los otros. Como nos recordaba en su encíclica el Papa Francisco, hagamos que sea posible hacer un mundo que sea casa común para todos los hombres. Todos somos responsables».

Concluyó recordando que, «como acabamos de escuchar en el Salmo, con la potencia salvadora de Dios, Él hace posible que esto no sea imposible para los hombres; nos da su ayuda, nos regala su misericordia, nos entrega su amor. Y solo nos pide que seamos transparencia viva de esa misericordia y de ese amor».