El Dios de nuestra alegría - Alfa y Omega

El Dios de nuestra alegría

Abundan estos días los documentos de los obispos españoles acerca de la Navidad. Ofrecemos algunos extractos:

Colaborador

No es algo del pasado

No viene un Dios desconocido destinado para unos pocos -¡un grupo de selectos!- dotados de cualidades intelectuales y morales excepcionales. ¡No! Lo que aconteció en Nazaret de Galilea y en Belén de Judá era el inicio irreversible y victorioso de una época nueva para el hombre y su futuro, la época de la verdadera alegría que nadie podrá arrebatar ya al hombre que se convierte a Él y le acoge; también nosotros, los hombres y la sociedad de hoy, afanados entre dificultades, problemas de los más variados, temores e incertidumbres.

También importa sobremanera que no nos reduzcamos a la forma meramente externa y superficial de una fiesta mundana más. No es posible disponerse a celebrar la Navidad con alegría desbordante si nuestra conciencia convertida, arrepentida, confesada y perdonada en el sacramento de la Penitencia no se propone hacer eficazmente visible la señal distintiva del comportamiento cristiano por excelencia: el marcado y animado por el amor al prójimo.

+ Antonio Mª Rouco Varela
cardenal arzobispo de Madrid

* * * * * * *

Es posible estar alegres

¿Es posible alcanzar la alegría en Navidad? Depende. Si lo que pretendemos es llenar unos días de fiestas en el calendario en curso, con algunos alicientes para alegrar algo nuestra vida (comida, bebidas, regalos, desenfado…), tal vez logremos una cierta frustración al final de esas fiestas, y vacío en el corazón.

La alegría llega a nosotros cuando salimos de nosotros mismos, porque sabemos que Alguien nos ha encontrado; para ello es preciso que ese Alguien haya venido y recorrido la distancia entre lo más grande y nuestra pequeñez; la distancia entre nuestras constantes frustraciones y anhelos no logrados y la plenitud que intuimos nos da Él. Entonces sí que es posible alegrarse y vivir con sencillez todo lo que la Navidad encierra: la ternura, el bullicio, algunos regalos, el cantar juntos villancicos, desear la buena Navidad, acercarse a aquellos de los que estábamos alejados, y compartir…

+ Braulio Rodríguez Plaza
arzobispo de Toledo

* * * * * * *

Déjate encontrar por Dios

¿Cómo podremos buscar al Señor si no reconocemos que tenemos necesidad de Él? Nadie deseará ser liberado si no se siente oprimido. Estamos necesitados de Aquel que es más fuerte que nosotros. El hombre de hoy busca ansiosamente la felicidad, la paz, la justicia y el amor. La secularización y el progreso técnico le tientan a vivir cerrado a Dios y buscar la felicidad fuera de Jesucristo. Pero cada vez se siente más lejos de la felicidad anhelada. Es en Jesucristo donde el hombre descubre su verdadera imagen, su verdadero destino y su pertenencia a un mundo nuevo que ha comenzado a edificarse en el presente. Cristo ha venido y viene para todos. Dejémonos encontrar por el Señor que viene.

+ Casimiro López Llorente
obispo de Segorbe-Castellón

* * * * * * *

¡Qué triste una Navidad sin Jesucristo!

¿En qué consiste esa alegría que pedimos, y que Dios quiere concedernos? Ciertamente, no viene de lo que uno come, de lo que uno bebe o de lo que uno se divierte, o de lo que uno se compra para tener algo más. Si miramos al portal de Belén, veremos que el Hijo de Dios ha venido en la más absoluta pobreza. Allí no hubo ni cenas, ni regalos, ni bulla. Allí hubo mucho amor por parte de su madre María y por parte de José.

Viene el Señor a sanar todas esas heridas, a curarlas acercándose a cada uno de nosotros con amor, a devolvernos la amistad con Dios, haciéndonos hijos, a restaurar nuestras relaciones humanas.

Cristiano es el que espera la venida del Señor, el que desea ese encuentro creciente con el amor de su alma. La alegría promete ser desbordante, una alegría que el mundo no puede dar, porque sólo viene de Jesucristo, de nuestro encuentro con Él. Por eso, qué triste una Navidad sin Jesucristo.

+ Demetrio Fernández
obispo de Córdoba

* * * * * * *

Nuestra esperanza sólo puede ser Dios

Son tantas las carencias y las promesas falsas que le han prometido al hombre de hoy y que nunca se cumplen, que está harto de esperar y esperar… Nuestros pecados, todas las tristezas individualistas que brotan del corazón cómodo y avaro, el vacío interior y el aislamiento que te impide gozar de la alegría, el ser seres resentidos y quejosos, seres sin vida: de todo ello nos libra el Señor. Dios quiere que saltes de gozo, que no eres una criatura sin nombre, el Creador te ha puesto un precioso nombre, hijo mío, así que, si confías en el Señor, puedes esperar bienes de Él, gozo eterno y misericordia, la verdadera. La gran esperanza del hombre que resiste a pesar de todas las desilusiones, sólo puede ser Dios, el Dios que nos ha amado y que nos sigue amando hasta el extremo.

+ José Manuel Lorca Planes
obispo de Cartagena

* * * * * * *

¡Alegraos!

El amor a la venida de Dios nos ha de llevar a la alegría profunda de quien se siente salvado. Sí, salvado del Euro; el ser humano es más importante que la riqueza soñada o adquirida. Salvado de los poderes al uso; la persona es más importante que lo que puedan decir de ella por sus creencias, como llaman a la fe. Salvado de una ética en la que vale cualquier ocurrencia en búsqueda del placer. Salvado de la soledad y el aislamiento, bien en el interior del individuo, bien en el clan de una familia hecha a la medida e insolidaria.

¡Alegraos! Nos envía a su Hijo hecho hombre para compartir con nosotros lo más propio nuestro, que es la consecuencia del mal y de la muerte que nos damos con demasiada frecuencia.

+ Antonio Algora
obispo de Ciudad Real