El Papa que necesitan la Iglesia y el mundo - Alfa y Omega

Ha pasado un año ya de la elección del Papa Francisco, el pastor que el Espíritu Santo ha querido entregar a su Iglesia en este agitado tiempo de la Historia.

El Papa Francisco es abierto, afable, espontáneo… Decenas de anécdotas le retratan sonriendo, disfrutando con la gente. Sus gestos son signos inequívocos de alguien que desea estar cerca y no lejos. Quiere que le vean como es. Y no tiene miedo.

Por otro lado, nos encontramos ante una persona resolutiva, no le tiembla el pulso, capaz de tomar decisiones de alcance, aunque trabajadas y meditadas de forma colegiada. Con el don de poder conjugar el ejercicio de la autoridad con la prudencia más exquisita, y que conjuga permanentemente el verbo orar.

Éste es nuestro Papa Francisco. Y éstos son algunos de los rasgos más llamativos de su personalidad. El Papa que hoy necesita la Iglesia es el mismo que necesita el mundo. Bendecido para proclamar con naturalidad y sencillez la eterna belleza del Evangelio. Con la fortaleza necesaria para prescindir de actitudes defensivas. Con la templanza bien colmada para no caer en provocaciones.

El Papa Francisco no quiere parapetos, ni muros, ni trincheras. Quiere lío, despertar de la indiferencia, poner la atención en las periferias, y «no dejar entrar en nuestro corazón la cultura del descarte».

En este sentido, la educación es un poderoso instrumento para esta misión. Especialmente, cuando en los colegios y en las universidades mostramos la armonía entre fe y razón, y cuando testimoniamos con naturalidad nuestra identidad católica.

Para ello, el Papa Francisco ha marcado tres grandes líneas maestras que definen su visión de la educación católica en un contexto histórico en constante transformación. Habla del valor del diálogo en la educación, de la preparación calificada de los formadores y de la responsabilidad de las instituciones educativas. A éstas les pide que «no se aíslen del mundo, sino que sepan entrar con valentía en el areópago de las culturas actuales y entablar diálogo, conscientes del don que tienen que ofrecer a todos».

Éste es el Papa Francisco. Fuerte y abierto. Seguro y audaz. El Papa que hoy necesita la Iglesia. El mismo que necesita el mundo.