Ser sacerdote, ¿por qué no? - Alfa y Omega

Ser sacerdote, ¿por qué no?

María Martínez López
Ilustración: Asun Silva

Este domingo, el más cercano al día de San José, la Iglesia celebra el Día del Seminario, una Jornada para rezar y ayudar a los seminaristas, y también para pedir a Dios que llame a más jóvenes a ser sacerdotes. No se trata de una llamada sólo para mayores: desde siempre, muchos niños también la han sentido. Hasta que llega el momento de entrar en el seminario, estos chicos siguen con su día a día, y viven una buena relación con Dios, para que les guíe. Los seminarios menores les ayudan en este camino.

El seminario menor de Rozas de Puerto Real, en la diócesis de Getafe, lleva 50 años ayudando a chicos a buscar su vocación. No todos los alumnos quieren ser sacerdotes, nos aclara Jesús, de 2º de la ESO. De hecho, él y sus hermanos empezaron a ir porque su padre es allí profesor desde hace 25 años. Pero la forma de vivir la fe en este colegio hace más fácil que se planteen su relación con Dios.

Ha sido el caso de Jesús. El año pasado, empezó a visitarles Miguel, un seminarista. Ahora, Miguel es ya diácono (el paso anterior al sacerdocio), y va todos los jueves para hablar con ellos. «Tengo más confianza con él que con sacerdotes que había conocido antes, y me empezó a llamar la atención el ser sacerdote. Me gusta la idea, porque, cuando eres sacerdote, Dios actúa mucho en ti, te sientes más identificado con Él, y puedes ayudar a las personas».

Además de las actividades normales del colegio, los chicos que tienen interés por el sacerdocio se reúnen los jueves con Miguel, o con don Enrique, un sacerdote, «y nos cuentan lo que hacen los sacerdotes, lo que vamos a tener que hacer si tomamos la decisión de ir al seminario». También hacen convivencias con los seminaristas mayores. «Muchos han estudiando en Rozas, y les conozco porque mi padre ha sido su profesor. Hablar con ellos me ayuda a reforzar» el interés por el sacerdocio. Además, Jesús sigue siendo monaguillo en su parroquia -como ha hecho desde pequeño-, y los sábados ayuda a Miguel a visitar a enfermos y llevarles la comunión.

El apoyo de los padres

Los padres de Jesús están contentos de que su hijo haya visto el atractivo del sacerdocio, y de que esté viviendo experiencias «que le están enriqueciendo». Pero su madre, Dolores, explica que «no sabemos cómo va a ser su futuro. De momento es un niño, con su pandilla, sus amigos… No queremos influirle ni para que sea sacerdote ni para que no lo sea. No sería feliz si hiciera algo sólo porque a nosotros nos gusta. Cada uno tiene que ser lo que Dios tiene preparado para él».

La vocación al sacerdocio no es algo que uno elige, sino una llamada de Dios a la que hay que responder, así que tendrá que ser Jesús el que esté a la escucha, y vaya tomando sus propias decisiones. De momento, «lo más importante es que tenga una buena base cristiana: que sea buena persona, ayude a los demás y viva» buscando la voluntad de Dios. «Desde ahí, Dios les irá llamando por un camino u otro, y nosotros estaremos aquí para lo que necesite».

En búsqueda, y acompañados

¿Cómo siente un niño la llamada a ser sacerdote? Adaptada a su capacidad. «Pasa lo mismo que con el amor: un niño lo vive de forma igual de real que un adulto, aunque lo vive y responde de manera distinta», explica Fran, don Francisco del Pozo, director del seminario menor de Madrid. Un niño puede ver la vocación al sacerdocio, por ejemplo, en que quiere ser como el cura de su parroquia. Como aún es pequeño y no puede estudiar Teología todavía, responde continuando con sus estudios, haciéndose monaguillo, o entrando en un seminario menor.

Fran explica que el objetivo de estos centros es que «los chicos descubran su vocación, porque todos tienen una»: hacerse sacerdotes, casarse y formar una familia… «Respetamos del todo su libertad; que sea cada uno el que descubra lo que Dios quiere de ellos». Para conseguirlo, es fundamental «que los chicos tengan experiencia de Dios, que se encuentren con Jesús» a través de la oración, la Eucaristía, la confesión… También «es muy importante el acompañamiento», que no hagan esta búsqueda solos. Por eso, en el seminario menor tienen la compañía y la guía de sacerdotes, y comparten su búsqueda con otros compañeros, de su edad y mayores.