La alegría de ser sacerdote - Alfa y Omega

La alegría de ser sacerdote

Las cifras de seminaristas aumentan, y las diócesis se vuelcan en la pastoral vocacional. Para monseñor Sáiz Meneses, obispo de Tarrasa, responsable de los seminarios en la CEE, «es fundamental la oración, trabajar la formación de las familias y cuidar las actividades pastorales». Así, habrá muchos más jóvenes que podrán experimentar La alegría de anunciar el Evangelio, como reza el lema del Día del Seminario de este año 2014

Cristina Sánchez Aguilar
Jóvenes seminaristas en la biblioteca

La pastoral vocacional es «un aspecto que un obispo debe poner en su corazón como absolutamente prioritario, llevándolo a la oración, insistiendo en la selección de los candidatos y preparando equipos de buenos formadores y profesores competentes», dijo el Papa Francisco a los obispos españoles presentes en Roma para la visita ad limina. El cuidado de la vocación, la formación de los sacerdotes con olor a oveja, y la alegría que debe invadirles por anunciar el Evangelio —lema elegido, por cierto, para el Día del Seminario 2014— es una preocupación predominante en el magisterio del Papa, y fue un tema recurrente en los encuentros personales entre el Pontífice y los prelados españoles durante la pasada semana.

España ha sufrido, en las últimas décadas, un notable descenso del número total de sacerdotes. Lejos quedan ya los cerca de 9.000 jóvenes que poblaban los seminarios en los años 60. El descenso fue vertiginoso a partir de entonces, hasta llegar a los años 80, en los que no había más de 2.000 seminaristas. Desde entonces, la disminución ha sido lenta, pero sin pausa. Hasta ahora. «Después de muchos años de caída incesante de vocaciones, en 2009 hubo una pequeña subida del número de jóvenes que entraron al seminario. Desde entonces, a excepción de un curso, ha seguido aumentando», afirma monseñor José Ángel Sáiz Meneses, obispo de Tarrasa y presidente de la Comisión episcopal de Seminarios y Universidades. Un aumento «significativo, porque eso indica que hay una estabilización, y que es al alza, además», añade. En este 2014, la cifra total de seminaristas en España es de 1.321, lo que supone un aumento de 14, un 1,1 % respecto al año anterior. Monseñor Sáiz Meneses se muestra «esperanzado, pero consciente de que hay que tomarse estos números con prudencia y seguir trabajando con interés y acierto».

Muchas diócesis eligen unir actividades lúdicas con encuentros vocacionales

Vocaciones para el siglo XXI

Este interés de la Iglesia en España por la pastoral vocacional ya se materializó, el año pasado, con el documento Vocaciones sacerdotales para el siglo XXI, publicado por la Conferencia Episcopal Española, y citado por el Papa Francisco en su discurso a los obispos. «Este documento, que se utiliza como hoja de ruta en las diócesis, habla fundamentalmente del encuentro con Cristo y de la llamada a la vida cristiana. Y después, de la vocación sacerdotal», explica el obispo de Tarrasa. A partir de esta premisa, el texto de la CEE ofrece diversas propuestas pastorales que recogen lo que ya se lleva haciendo años en la pastoral vocacional, además de proponer nuevas posibilidades de trabajo. «En el documento, hay una percepción muy lúcida de la importancia de la oración. Esto ya se hace desde hace tiempo, con los grupos y cadenas de oración; también los monasterios de vida contemplativa rezan incesantemente por las vocaciones», afirma.

También es importante tener en cuenta a la familia, «lugar de formación de la fe», señala monseñor Sáiz Meneses. Un punto sobre el que hay que incidir, reafirma el director del Secretariado de la Comisión episcopal de Seminarios y Universidades, don Alonso Morata, quien recalca que, «en la época que estamos, hace falta recuperar la fe de las familias para que se recupere la respuesta de los jóvenes al camino del Señor». Morata, que ha sido rector de diversos seminarios de toda España —Toledo, Zaragoza, Valladolid, Las Palmas de Gran Canaria…—, reconoce que muchos chicos viven con presión familiar, lo que les genera dudas y hace más difícil su camino vocacional. «Vengo ahora de dar ejercicios en Oporto, en Portugal, y uno de los chicos que está en el seminario vive con la oposición total de sus padres. Los padres son creyentes, pero una cosa es eso, y otra que tu hijo se meta a cura», cuenta. Trabajar con las familias desde las diócesis y las parroquias es fundamental para que las vocaciones florezcan.

El documento de la CEE recoge, además, «el especial cuidado que hay que tener con las actividades pastorales: los ejercicios espirituales, los encuentros con monaguillos, los grupos vocacionales…», y, sobre todo, añade el obispo, recuerda la importancia de «dedicar tiempo y esfuerzo a la dirección espiritual». En este sentido, don Alonso Morata recuerda que el testimonio de los sacerdotes es fundamental para el trabajo vocacional: «Si vivimos en el despacho, no mostramos esa alegría del Evangelio» que recuerda el Papa, y que recoge la reflexión teológico-pastoral en torno al Día del Seminario: «La obra de evangelización se debe realizar con alegría y contagiar alegría. Todos los cristianos, y de manera particular los ministros de la Nueva Alianza, han de entrar en el río de alegría que brota del amor de Dios».

La oración es uno de los pilares básicos de la pastoral vocacional

Oración por las vocaciones

La pastoral vocacional siempre ha tenido en cuenta la importancia de la oración. Por ejemplo, en la archidiócesis de Madrid, 4.500 personas rezan, durante una hora al mes, por las vocaciones a través de una cadena de oración. «Tenemos hasta un colegio en el que los niños tienen un rato de adoración y oran por un sacerdote o un seminarista concreto. También hay apuntadas personas particulares y comunidades religiosas», explica don Juan Carlos Merino, delegado de Pastoral Vocacional.

La oración conjunta, unida a la sensibilización, da fruto. Este año, 139 seminaristas se forman en el Seminario de Madrid, y 22 jóvenes dilucidan su camino en el Introductorio. «También tenemos grupos de voluntariado vocacional, donde construimos con los jóvenes herramientas de discernimiento de la propia vocación. Ya llevamos 10 años y da resultado: de este grupo, 5 chicos han pasado al Introductorio», añade.

Otra de las claves de la archidiócesis de Madrid tiene que ver con la implicación de las parroquias. La Delegación de Pastoral Vocacional organiza semanas vocacionales —ya van por la décima—, en las que seminaristas, religiosos y religiosas se vuelcan, 7 días enteros, en dar a conocer qué es la vocación en todos los grupos parroquiales —a los catequistas, a los miembros de Cáritas, a los grupos de Biblia, etcétera—, y en todas las Misas. Que funciona es evidente: cada vez que pasan por una parroquia, los fieles adheridos a la cadena de oración aumentan. Pero, como dice Gonzalo Arroyo, seminarista de Madrid y voluntario en la Delegación de Pastoral Vocacional, «lo más gratificante de toda la actividad vocacional, dependiendo de que vengan más o menos personas a los encuentros, es poder transmitir la alegría y la felicidad que da vivir con Jesucristo. Porque, más que explicar los folletos donde viene la información de las actividades, o pedir a los fieles de las parroquias que se apunten a la cadena de oración, lo que la gente percibe en nuestro testimonio, y lo que es la mejor y única manera de evangelizar, es transmitir la alegría que es vivir con Jesucristo, la alegría del Evangelio».

El acompañamiento de los sacerdotes es uno de los pilares básicos de la pastoral vocacional

Vigilias que llevan al Seminario

En la diócesis de Cartagena, la actividad estrella de la Delegación de Pastoral Vocacional —organizada desde el Seminario Mayor de San Fulgencio por un equipo de sacerdotes y de seminaristas mayores— es la vigilia por las vocaciones que tiene lugar, en el edificio del Seminario, los primeros jueves de cada mes. «Vienen en torno a 300 personas a rezar por los seminaristas, y lo que más nos ha impresionado es que se están sumando parroquias de otros lugares», explica el rector, don Sebastián Chico. De hecho, los fieles de la parroquia de San Mateo, de Lorca, por ejemplo, se unen a la vigilia. Y también lo hacen todos los monasterios de vida contemplativa de la diócesis. «Lo que más gusta es que, al final de la oración, los participantes nos dejan una petición escrita para que los seminaristas recen por ella. Y al revés. A los asistentes les damos el nombre de un seminarista, para que pidan por él en ese mes», añade el rector. En este rato compartido, los jóvenes se abren, y piden hablar con los formadores del Seminario. Y ya son 10 los chicos que están en el preseminario que han surgido de estas vigilias de oración.