«No uséis a vuestros hijos como rehenes» - Alfa y Omega

«No uséis a vuestros hijos como rehenes»

Ricardo Benjumea

Al inaugurar el Congreso eclesial de la diócesis de Roma, Francisco improvisó el domingo, en la Plaza de San Pedro, toda una catequesis sobre la familia. No faltaron alusiones a «colonizaciones ideológicas» como la ideología de género, una denuncia continuamente en boca del Pontífice. Pero sobre todo, el Papa habló del papel educativo de los padres. «Vuestros hijos necesitan descubrir, viendo vuestra vida, que amarse es hermoso», dijo. «Para un hijo no hay enseñanza ni testimonio más grande que ver a sus padres que se aman con ternura, se respetan, se perdonan… Eso es lo que llena de alegría y felicidad verdadera el corazón de los hijos. Los hijos, antes de habitar una casa hecha de ladrillos, habitan en otra casa todavía más esencial: habitan el amor recíproco de los padres».

El Papa no dejó de mencionar aspectos más oscuros de la vida familiar, como las separaciones: «Tenemos que hablar también de esto. Es muy doloroso cuando una familia vive una tensión que no se puede resolver». «Un padre y una madre cuando ven los primeros signos, tienen el deber, por ellos mismos y por sus hijos de buscar ayuda, de obtener ayuda». Pero incluso si finalmente se produce la ruptura», el «deber educativo» de los padres «no se interrumpe: vosotros sois y seréis siempre papá y mamá, que no pueden vivir juntos por heridas, por problemas. Por favor, buscad siempre la comprensión, la cooperación, la armonía por el bien y la felicidad de vuestros hijos». «No uséis a vuestros hijos como rehenes», pidió el Papa a los padres separados, a quienes conminó también a «¡nunca, nunca hablar mal del otro a los hijos! ¡Los hijos son sagrados! ¡No los hieran!».

El Papa concluyó con alusiones «a los abuelos, que tienen la sabiduría de un pueblo, que son la memoria de un pueblo, la sabiduría de la familia… Los abuelos que salvaron la fe en muchos países en los que estaba prohibido practicar la religión y llevaban a los niños, a escondidas, para que los bautizaran; los abuelos que enseñan las oraciones».

Encuentro con mil sacerdotes

Dos días antes, el viernes, Solemnidad del Sagrado Corazón, el Papa mantuvo un coloquio en el mismo tono espontáneo con cerca de mil sacerdotes, procedentes de 90 países, que han participado en el III Retiro Mundial de Sacerdotes organizado por la Renovación Carismática Católica Internacional. Francisco les exhortó a llevar sus alegrías y problemas ante el Sagrario. «El Pueblo de Dios, con su sensus fidei, sabe reconocer en seguida cuando un cura está enamorado de Jesús y cuándo es un funcionario», les advirtió.

«Ese amor es el que nos hace evangelizar», pero además es preciso cuidar detalles como preparar bien las homilías. «Por favor, ¡tengan piedad del pueblo fiel de Dios!», bromeó el Pontífice. Las predicaciones tienen que ser cortas. «La gente no aguanta más de ocho minutos». Tampoco sirve hablar continuamente de calamidades. «¡Qué pena! ¡Qué pérdida de tiempo!» Ni debe hacer conferencias magistrales o clases de moral: «La homilía es poner lo mejor de mí para que el Espíritu hable, para que toque el corazón. Es un lenguaje positivo. No es tanto prohibitivo, es sencillo». «No espanten al pueblo fiel de Dios, por favor», añadió Francisco. «Hablen de Jesús, del gozo de la fe, de la revolución de las bienaventuranzas».

El Papa pidió además no negar el bautismo a los niños, sean hijos de las madres solteras o de parejas vueltas a casar. «Me da mucha pena… Una chica que tuvo el valor de tener un hijo sola, de no mandarlo al remitente, y la Iglesia le niega el bautismo… No, eso no. No tienen derecho. El bautismo no se niega».

Viaje a África en noviembre

En el transcurso del encuentro, Francisco anunció que visitará en noviembre la República Centroafricana y Uganda. «Queda como posibilidad, pero todavía no es seguro, porque hay problemas para la organización, Kenia, pero al menos esas dos es seguro».

También mostró la disposición de la Iglesia «a establecer una fecha fija para la Pascua, de manera que pueda ser festejada el mismo día por todos los cristianos, ya sean católicos, protestantes u ortodoxos».