22 de octubre: santa María Salomé, la madre de los Zebedeos
Cuenta el Nuevo Testamento cómo santa María Salomé, madre de los apóstoles Santiago y Juan, pide a Cristo que sus hijos se sienten a su derecha y a su izquierda. Ella, junto a la Virgen y otras santas mujeres, está al pie de la cruz en la Pasión. Y cuando los demás han huido, o están escondidos, no teme salir al sepulcro de Jesús para embalsamarlo. Recibe el primer anuncio de la resurrección
«Entonces se le acercó la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos, y se postró como para pedirle algo. Él le dijo: ¿Qué quieres? Ella contestó: Manda que estos dos hijos míos se sienten, uno a tu derecha y otro a tu izquierda en tu Reino. Replicó Jesús: No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber la copa que yo voy a beber? Ellos le contestaron: Sí, podemos. Dijo Jesús: Mi copa, sí la beberéis, pero sentarse a mi derecha o a mi izquierda no es cosa mía el concederlo, sino que es para quienes está preparado por mi Padre» (Mateo 20, 20-23).
La historia de Santa María Salomé es la historia del amor de una madre hacia sus hijos, Santiago y Juan, apóstoles de Jesús. La madre de los Zebedeos quiere tanto a sus hijos que desea que alcancen la gloria de pasar la eternidad con el Rey del universo. Ella misma, consciente del mensaje de salvación de Jesucristo, se convierte en una de sus discípulas. Santa María Salomé es una de las tres mujeres que va al sepulcro a ungir el cuerpo de Cristo y reciben el primer anuncio de la resurrección.
María Salomé es contemporánea de Jesús, al que sigue hasta los pies de la cruz. Incluso cuando los apóstoles han huido tras la muerte de Jesús, ella no se resigna y acude al sepulcro a embalsamar el cuerpo de su Señor.