¿Qué tiene que ver el Corpus con el fútbol? - Alfa y Omega

¿Qué tiene que ver el Corpus con el fútbol?

¿Tiene algo que ver la procesión del Corpus y los ascensos del Sporting de Gijón a Primera, y del Real Oviedo a Segunda? Si le preguntan al arzobispo de la sede asturiana, monseñor Jesús Sanz, la respuesta será un Sí, a tenor de lo que ha escrito en su última Carta

José Antonio Méndez
Aficionados y jugadores del Sporting celebran su ascenso

Quién piense que las cosas de Dios están reñidas con las pequeñas cosas cotidianas de los hombres, es que no ha leído la última Carta pastoral de monseñor Jesús Sanz, arzobispo de Oviedo, en la que mezcla –sin revolver– la fiesta del Corpus y los éxitos de los equipos de fútbol del Principado. Un texto que, con toda intención, ha titulado Azul y rojiblanco, los colores de una ilusión.

Según relata él mismo, a monseñor Sanz el ascenso a Segunda División del histórico Real Oviedo le sorprendió cuando volvía de hacer una visita pastoral de fin de semana por las parroquias de los valles del Narcea. Al llegar a la capital asturiana, «de pronto encontré un alborozo especial: chicos, chicas, familias enteras se habían echado a la calle aireando bufandas azules, endosando la camiseta azul y dando brincos de alegría incontenida. Por momentos todo se volvió amable, todos se saludaban con alborozo, se abrazaban, se besaban con la emoción de un viejo sueño finalmente alcanzado tras años de estar en otros mundos, abajo», cuenta.

Aficionados y jugadores del Oviedo celebran su ascenso

Un ascenso «de milagro»

Monseñor Sanz –que no es la primera vez que aborda aspectos cercanos de la sociedad asturiana, como, por ejemplo, cuando escribió solidarizándose con los mineros de la región–, explica que ante el ascenso del Oviedo, «tomé nota de una alegría que me emocionó, al ver vibrar tan sanamente a tantas personas por algo noble y hermoso». Sentimiento similar al que le vino a la mente el domingo 7, cuando el otro gran equipo asturiano, el Sporting de Gijón, subió a Primera.

Antes del encuentro, «le preguntaba al capellán del Sporting cómo iba la cosa, y don Fernando Fueyo decía que estaba tan cruda y difícil que sería un milagro celebrar el deseado ascenso», cuenta Sanz. La tarde del partido, el arzobispo visitó Gijón para presidir la procesión del Corpus, por las mismas calles en las que una multitud seguía el encuentro por pantallas gigantes. «Comenzó el acto religioso con un lleno en el templo de San Pedro. Leímos el Evangelio y les dije que hay dos amores distintos pero inseparables: Jesús en la Eucaristía y Jesús en el sagrario de los hermanos. Y empezó la procesión», con sus coros, sus niños de Primera comunión, sus cofradías, asociaciones eucarísticas, banda municipal… De pronto «se oyó un estruendo con ese grito mágico del gol. Todos salieron de los bares, se alzaron de las terrazas, con una euforia difícil de describir, y nos fueron rodeando. Algún mozuelo rapazón, mirando a la Custodia eucarística, dijo emocionado sin entender mucho: ¡Viva la Santina de Covadonga! El Señor seguro que sonrió ante el piropo a su Madre», sigue relatando. La moraleja que saca es contundente: «Hay problemas en lo cotidiano. No se resuelven porque nuestros equipos suban a otra División, pero se escenifica algo bello que nos une, capaz de hacernos mirar sin enojo y con esperanza por el gozo que nos embarga a toda la afición. Dios está en la alegría de su pueblo, y la pinta azul ovetense o gijonesa rojiblanca. ¡Ay, si encontrásemos un motivo para construir juntos la afición a lo único que vale la pena, compartiendo problemas y soluciones, recibiendo la gracia y el perdón!». Y termina, cómo no, con un «¡Puxa Asturies!».