El futuro os pertenece - Alfa y Omega

El futuro os pertenece

Las palabras que nos dejó Juan Pablo II, en sus cinco visitas a nuestro país, no acusan el paso del tiempo: parecen escritas para nosotros hoy y, a la vez que señalan los males que nos afectan, nos piden volver a nuestra raíces, salir a la calle, no renunciar a nuestros derechos ni encerrarnos en la sacristía, vivir abiertos hacia los demás, luchar por la familia y los no nacidos, y no tener miedo de hablar de Jesús

Redacción
Juan Pablo II se muestra feliz durante su primera visita a España, en 1982

Europa y sus raíces cristianas: «Yo, Pastor de la Iglesia universal, desde Santiago, te lanzo, vieja Europa, un grito lleno de amor: Vuelve a encontrarte. Sé tú misma. Descubre tus orígenes. Aviva tus raíces. Revive aquellos valores auténticos que hicieron gloriosa tu historia y benéfica tu presencia en los demás continentes. No te enorgullezcas por tus conquistas hasta olvidar sus posibles consecuencias negativas. No te deprimas por la pérdida cuantitativa de tu grandeza en el mundo o por las crisis sociales y culturales que te afectan. Tú puedes ser todavía faro de civilización y estímulo de progreso para el mundo» (Acto europeo. Santiago de Compostela, 9 de noviembre de 1982).

Enseñanza: «La autoridad pública tiene en educación un papel subsidiario y no abdica sus derechos cuando se considera al servicio de los padres. Concretamente, el derecho de los padres a la educación religiosa de sus hijos debe ser particularmente garantizado. El derecho a la libertad religiosa quedaría desvirtuado en gran medida, si los padres no tuviesen la garantía de que sus hijos, sea cual fuere la escuela que frecuentan, incluso la escuela pública, reciben la enseñanza y la educación religiosa» (Misa para las familias. Madrid, 2 de noviembre de 1982).

Aborto: «Hablo del respeto absoluto a la vida humana, que ninguna persona o institución, privada o pública, puede ignorar. Por ello, quien negara la defensa a la persona humana más inocente y débil, a la persona humana ya concebida aunque todavía no nacida, cometería una gravísima violación del orden moral. Nunca se puede legitimar la muerte de un inocente. Se minaría el mismo fundamento de la sociedad» (Misa para las familias. Madrid, 2 de noviembre de 1982).

Matrimonio y familia: «Matrimonios, estáis llamados a vivir ante los demás la plenitud interior de vuestra unión fiel y perseverante, aun en presencia de normas legales que puedan ir en otra dirección. El hombre y la mujer tienen la capacidad de donarse para siempre. Además, existe una relación inquebrantable entre el amor conyugal y la transmisión de la vida, en virtud de la cual, como enseñó Pablo VI, todo acto conyugal debe permanecer abierto a la transmisión de la vida» (Misa para las familias. Madrid, 2 de noviembre de 1982).

Conversión: «No caigáis en el error de pensar que se puede cambiar la sociedad cambiando sólo las estructuras externas. Hay que empezar por cambiarse a sí mismo, convirtiendo de verdad nuestros corazones al Dios vivo, renovándose moralmente, destruyendo las raíces del pecado y del egoísmo en nuestros corazones. Personas transformadas colaboran eficazmente a transformar la sociedad» (Zaragoza, 10 de octubre de 1984).

Materialismo sin Dios: «Toda sociedad que se construye sin Dios se vuelve posteriormente contra el mismo hombre. ¿No está a la vista de todos el fracaso de las sociedades del materialismo ateo? Pero no tiene ciertamente menores problemas la sociedad neocapitalista, preocupada a menudo por los beneficios, afectada también por una creciente cultura materialista» (Misa para los fieles de Asturias, 20 de agosto de 1989).

¡Salid a la calle!: «En una sociedad pluralista como la vuestra, se hace necesaria una mayor y más incisiva presencia católica, individual y asociada, en los diversos campos de la vida pública. Es por ello inaceptable, como contrario al Evangelio, la pretensión de reducir la religión al ámbito de lo estrictamente privado, olvidando paradójicamente la dimensión esencialmente pública y social de la persona humana. ¡Salid, pues, a la calle, vivid vuestra fe con alegría, aportad a los hombres la salvación de Cristo que debe penetrar en la familia, en la escuela, en la cultura y en la vida política!» (Consagración de la catedral de la Almudena, 15 de junio de 1993).

Eucaristía y el prójimo: «El sacramento de la Eucaristía no se puede separar del mandamiento de la caridad. No se puede recibir el cuerpo de Cristo y sentirse alejado de los que tienen hambre y sed, son explotados o extranjeros, están encarcelados o se encuentran enfermos. De la comunión eucarística ha de surgir en nosotros tal fuerza de fe y amor que vivamos abiertos a los demás, con entrañas de misericordia hacia todas sus necesidades» (Congreso Eucarístico Internacional. Sevilla, 13 de junio de 1993).

Jóvenes: «Queridos jóvenes, ¡id con confianza al encuentro de Jesús! y, como los nuevos santos, ¡no tengáis miedo de hablar de Él!, pues Cristo es la respuesta verdadera a todas las preguntas sobre el hombre y su destino. Es preciso que vosotros, jóvenes, os convirtáis en apóstoles de vuestros coetáneos. ¿Cuántos años tiene el Papa? ¡Casi 83! ¡Un joven de 83 años! Al volver la mirada atrás, os puedo asegurar que vale la pena dedicarse a la causa de Cristo y, por amor a Él, consagrarse al servicio del hombre. ¡Merece la pena dar la vida por el Evangelio y por los hermanos!» (Cuatro Vientos (Madrid), 3 de mayo de 2003).

Futuro de España: «España evangelizada y evangelizadora, ése es el camino. No descuidéis nunca esa misión que hizo noble a vuestro país en el pasado y es el reto intrépido para el futuro. Gracias a la juventud española, que demuestra a la moderna sociedad que se puede ser moderno y profundamente fiel a Jesucristo. Ellos son la gran esperanza del futuro de España y de la Europa cristiana. El futuro les pertenece. ¡Adiós España! (Madrid, 4 de mayo de 2003).