Un Corazón que cambia tu vida - Alfa y Omega

Un Corazón que cambia tu vida

El secreto de la felicidad no se encuentra en tener todo lo que uno necesita, o incluso lo que no necesita; el secreto de la felicidad está encerrado en un Corazón herido y entregado al mundo por amor. A ese corazón que ama y que sufre debemos unir el nuestro, también amante y sufriente, como la propia vida. Y es ahí donde comienzan las respuestas

Anabel Llamas Palacios
El Sagrado Corazón del Corcovado, Cristo Redentor, abre sus brazos a la ciudad de Río de Janeiro, en Brasil, y al mundo

El culto al Sagrado Corazón de Jesús está extendido por todo el mundo. Igual que la devoción a una advocación mariana es algo común en cualquier diócesis católica, el Corazón de Jesús es conocido y querido en los cinco continentes. Aunque en nuestros días no es frecuente que los matrimonios jóvenes lo hagan, todavía muchas casas tienen un Sagrado Corazón en la puerta de entrada, porque el Sagrado Corazón de Jesús le prometió a santa Margarita María de Alacoque bendecir aquellas casas donde su imagen fuera expuesta y venerada. Son esas devociones que se unen a la cotidianidad, a la rutina y a la vida ordinaria, como la consagración de la familia al Corazón de Jesús y María, como la devoción de los primeros viernes de cada mes, o la hora santa.

Un Corazón de Jesús en la puerta de un hogar en España

Una devoción conocida desde los primeros años del cristianismo, pues proviene de la meditación del corazón traspasado de Jesús. En China, la devoción al Sagrado Corazón está especialmente extendida, y en África son numerosas las instituciones católicas con este nombre; y se sabe que el propio Daniel Comboni ayudó a extender allí este culto.

Para honrar y amar al Corazón de Jesús no es necesario, sin embargo, ningún conocimiento singular, ni pertenecer a ninguna asociación en concreto. La devoción al Sagrado Corazón, como afirma el padre José Ramón Bañares, jesuita y, hasta este año, director diocesano de Madrid del Apostolado de la Oración, consiste en «vivir el cristianismo en la práctica. Para ello hay que conocer el Corazón de Jesús, un Corazón sensible, profundo. Benedicto XVI ha dicho, en su primera encíclica, sobre el amor, que no se comienza a ser cristiano por una decisión ética, o por una gran idea, sino por el encuentro con una persona que da un nuevo horizonte a la vida. Este horizonte abarca toda tu vida, aunque tengas una teología más elemental, o seas una persona que no haya leído mucho, y esa persona es Jesús, no su literatura, ni sus bellas palabras, sino su Corazón».

«La devoción al Sagrado Corazón -explica el padre Bañares- no es una devoción de ancianos, ni de enfermos. Es el ofrecimiento de nuestro corazón, unido al Corazón de Jesús. Se trata de convertir toda nuestra vida en oración, una vida ordinaria, aparentemente aburrida, quizá, pero siempre unida a Jesús». Y, «si unimos nuestra vida al Corazón profundo de Jesús, esta vida se convertirá en santa, apostólica y evangelizadora. Quedará trascendida, abierta infinitamente. Debemos convertir nuestra vida, puede que una vida vulgar, ordinaria y anónima, en una oración profundísima, unida a la oración de una aldeana, que fue María, y al Corazón de Jesús, que murió con una muerte maldita y trágica, pero que con esa muerte liberó al mundo».

Procesión anual en México, de Cristo Rey, conmemorando la Revolución de los Cristeros de los años 30

«Todo ello se concreta teniendo corazón -continúa el padre Bañares-. A una persona que no tiene corazón, no le puedes pedir que ofrezca nada, porque sólo mirará su interés y hará cálculos con su mente egocéntrica. El ofrecimiento de la vida ordinaria y la oración personal, la clave de todo, indica que se tiene un corazón: debemos dejarnos agarrar por ese amor que nos ofrece Jesús».

Según el antiguo director del Apostolado de la Oración, el mundo es abrazado con el Corazón de Cristo; los milagros y sus palabras fueron muy importantes, pero «Jesucristo, cuando más hizo, fue cuando no podía hacer nada, porque lo hizo todo, como cuando estuvo en la Cruz. Hace tiempo, una anciana me dijo: Padre, mire mis piernas, mire que casi no me puedo mover… Pero ahora que no puedo moverme, ahora es cuando puedo hacer mucho, como Jesús en la Cruz. Y es que mientras tengas corazón y una respiración que dar, unidas al corazón y a la respiración de Jesús, puedes hacer mucho. Es el momento de decirle al mundo este alto grado de santidad que se esconde en la vida ordinaria del cristiano. Cuando logramos persuadirnos de esto, nos cambia la vida. Así nació, de hecho, el Apostolado de la Oración, cuando el director espiritual de varios jóvenes que querían ser misioneros como san Francisco Javier, les dijo: ¿Tenéis urgencia de ir a las misiones? Sed misioneros hoy con la oración personal y el ofrecimiento de la vida ordinaria».

«Hemos escuchado al Papa, hace poco -explica el padre Bañares-, decir que, en el cansancio de la vida cotidiana, sintamos de una manera muy profunda la presencia de Cristo Corazón del mundo. Que sea el Corazón de Cristo el corazón de nuestras familias, de nuestros pueblos y, de una manera especial, la esperanza de nuestros jóvenes».