«Me gustó conocer dónde viven los seminaristas» - Alfa y Omega

«Me gustó conocer dónde viven los seminaristas»

María Martínez López

El seminario de Sevilla se convirtió, el 30 de mayo, en un lugar de encuentro para 50 niños y niñas de catequesis de postcomunión. Los seminaristas los invitaron a pasar el día con ellos y conocerlo. «Es la primera vez que hacemos un encuentro así –nos cuenta Manuel, que lo ha organizado–. Lo hemos hecho con jóvenes y con monaguillos. Pero decidimos hacer algo con los que tienen menos de 14 años. Después de la Primera Comunión, los niños tienen que ir comprometiéndose con la Iglesia, porque Dios tiene un camino pensado para cada uno».

Ilustración: Asun Silva

Irene viajó a Sevilla desde su pueblo, Burguillos, para participar en el encuentro con sus amigos de catequesis. Tiene 12 años y ya hizo la Primera Comunión hace dos, pero ha seguido en catequesis porque «quería confirmarme y estar más metida en la Iglesia». Laura, de la misma parroquia, hizo la Primera Comunión el año pasado. «He seguido yendo a catequesis porque quiero aprender más sobre Jesús», explica.

Además de pasar el día allí, «me gustó mucho conocer el seminario. ¡Es muy grande! Yo ya conocía a un seminarista, que ayuda en mi parroquia, y me gustó conocer dónde vive», nos cuenta Laura. A Manuel le alegra que la niña se lleve este buen recuerdo de su visita, porque «queremos acercar a los niños al seminario, que lo conozcan y sea un lugar donde se encuentre gente de toda la diócesis».

Irene cuenta que los seminaristas «eran muy buenas personas y se portaron muy bien». Fueron ellos los que se encargaron de todo. El día comenzó con un rato de oración, en el que se ofrecieron a la Virgen unos rosarios que luego se repartieron entre los niños. Luego tuvieron una pequeña catequesis sobre cómo rezar esta oración a la Virgen. Hasta ahora, «yo no rezaba el rosario, pero con esa catequesis me han dado ganas», confiesa la niña.

Lo que habían aprendido lo pusieron después a prueba en una gimkana. «Teníamos que buscar historias en la Biblia, apuntarlas e ir a una mesa para que nos lo corrigieran. Allí nos daban una flor, y esas flores se las ofrecimos a la Virgen al final».

Todos lo pasaron muy bien y «hubo muy buen ambiente –resume Manuel–. Es un buen comienzo para repetirlo el año que viene y que venga gente de toda la diócesis».