Francisco en Sarajevo: un Papa contra el choque de civilizaciones - Alfa y Omega

Francisco en Sarajevo: un Papa contra el choque de civilizaciones

La agotadora visita de 12 horas del Papa Francisco el pasado sábado a Sarajevo ha tenido como objetivo principal demostrar que el choque de civilizaciones no es inevitable

Jesús Colina. Roma
«De vosotros, primera generación de la posguerra, espero honestidad, unión, ¡construid puentes!», dijo el Papa a los jóvenes

Un viaje para evitar y superar el choque de civilizaciones: así puede resumirse la visita pastoral que realizó, el pasado sábado, 6 de junio, el Papa Francisco a Sarajevo. La teoría del choque de civilizaciones, expuesta por el libro de Samuel Huntington, precisamente tras concluir la guerra en Bosnia y Herzegovina (1992-1995), afirma que los actores políticos principales del siglo XXI serán las civilizaciones y que los principales conflictos serán los conflictos entre civilizaciones (no entre ideologías, como durante la mayor parte del siglo XX, ni entre Estados-nación). Y según el politólogo estadounidenses, significativamente, las líneas de fractura entre civilizaciones son casi todas religiosas, pues las religiones han ejercido el papel configurador más decisivo de las civilizaciones.

Por esto el Papa, antes de visitar París, Madrid o Berlín, en el inicio de su pontificado, ha escogido como meta la capital europea de Bosnia y Herzegovina, ciudad símbolo de las divisiones étnicas, culturales y religiosas que provocan lo que él llama La tercera guerra mundial a trozos. Un conflicto mundial, que ha comenzado sin que el mundo se haya dado cuenta.

Jerusalén de Europa

Fue un viaje relámpago, como a él le gustan. Pero doce horas tremendamente agotadoras. El mismo Pontífice, poco después de aterrizar, en el discurso a los miembros de la Presidencia de Bosnia y Herzegovina, resumió el objetivo de su visita al definir Sarajevo como Jerusalén de Europa.

«Sarajevo, así como Bosnia y Herzegovina, tienen un significado especial para Europa y el mundo entero», dado que es tierra de encuentro para musulmanes bosnios (el 40 % de la población), ortodoxos serbios (el 31 %) y católicos croatas (el 15 %).

«Tenemos necesidad de comunicarnos —afirmó—, de descubrir las riquezas de cada uno, de valorar lo que nos une y ver las diferencias como oportunidades de crecimiento en el respeto de todos. Se necesita un diálogo paciente y confiado, para que las personas, las familias y las comunidades puedan transmitir los valores de su propia cultura y acoger lo que hay de bueno en la experiencia de los demás». De este modo, aclaró, es posible oponerse, «con éxito, a la barbarie de los que toman ocasión y pretexto de cualquier diferencia para una violencia cada vez más brutal». Y propuso: «Tenemos que reconocer los valores fundamentales de nuestra humanidad común, los valores en virtud de los cuales podemos y debemos colaborar, construir y dialogar, perdonar y crecer, permitiendo que el conjunto de las voces forme un noble y armónico canto, en vez del griterío fanático del odio».

La población bosnia, ya sean musulmanes, ortodoxos o católicos, aplaudieron unánimemente las palabras del Papa, quien ha abogado por la entrada de Bosnia y Herzegovina en la Unión Europea, como un medio eficaz para consolidar el proceso de paz vivido en los últimos 20 años, tras la guerra que dejó unos cien mil muertos y entre veinte mil y cincuenta mil mujeres violadas.

Tercera guerra mundial… a trozos

El momento multitudinario de la visita tuvo lugar con la participación de 65 mil personas en la celebración de la misa en el estadio Koševo de Sarajevo, que acogió la apertura y clausura de los XIV Juegos Olímpicos de invierno de 1984.

Un sector del estadio acogía a mutilados y heridos de la guerra civil de los años noventa. Al llegar al estadio, los visitantes pasaron por los cementerios improvisados que se crearon en los parques de la capital, con centenares de tumbas cristianas y musulmanas.

En la homilía, el Papa hizo su análisis del panorama internacional: «En nuestro tiempo, el deseo de paz y el compromiso por construirla contrastan con el hecho de que en el mundo existen numerosos conflictos armados. Es una especie de tercera guerra mundial combatida a trozos; y, en el contexto de la comunicación global, se percibe un clima de guerra».

«Hay quien este clima lo quiere crear y fomentar deliberadamente, en particular los que buscan la confrontación entre las distintas culturas y civilizaciones, y también cuantos especulan con las guerras para vender armas —reconoció Francisco—. Pero la guerra significa niños, mujeres y ancianos en campos de refugiados; significa desplazamientos forzados; significa casas, calles, fábricas destruidas; significa, sobre todo, vidas truncadas».

El Papa con el cardenal arzobispo de Sarajevo, en camino a la catedral

«Vosotros lo sabéis bien, por haberlo experimentado precisamente aquí; cuánto sufrimiento, cuánta destrucción, cuánto dolor —aclaró—. Hoy, queridos hermanos y hermanas, se eleva una vez más desde esta ciudad el grito del pueblo de Dios y de todos los hombres y mujeres de buena voluntad: ¡Nunca más la guerra!».

Este mismo grito lo había pronunciado Juan Pablo II al visitar Sarajevo en 1997. El padre jesuita Federico Lombardi, portavoz del Vaticano, explica: «Mientras que, durante la visita de Juan Pablo II, nos encontrábamos al final del invierno, ahora podemos esperar que ya nos adentramos en la primavera, a pesar de las dificultades que todavía existen».

El diálogo entre creyentes, condición para la paz

Tras el almuerzo con los obispos, y un emocionante encuentro con sacerdotes, religiosos y seminaristas, en los que escuchó el testimonio de tres mártires en vida durante la guerra civil, el Papa protagonizó un encuentro ecuménico e interreligioso en el Centro internacional estudiantil franciscano. El diálogo interreligioso, afirmó, «tanto aquí como en cualquier parte del mundo, es una condición indispensable para la paz, y por eso es un deber para todos los creyentes».

Los representantes de las diferentes confesiones religiosas hablaron sin pelos en la lengua. El musulmán Husein Kavazovic recordó el «genocidio sufrido por los musulmanes bosnios» y denunció: «Parecería que, para los creyentes, se ha hecho más importante apoyar a los respectivos bloques políticos, militares y económicos, que testimoniar la Verdad y ayudar al pueblo, pero no con el poder, sino con el amor y el consuelo».

El Papa durante el encuentro ecuménico e interreligioso, en el Centro internacional estudiantil franciscano, de Sarajevo

El obispo ortodoxo Vladika Grigorjie, recordó que «la guerra trae consigo desgracias, homicidios, tratos crueles que se ensañan contra los más pequeños e inocentes; asesinatos y víctimas inocentes conviven entre todas las partes en conflicto. Sin embargo, nosotros, hijos de la Iglesia de Dios, tenemos que avergonzarnos por el hecho de que, en nuestro país, los cristianos mataron a cristianos y no cristianos. Por este motivo, este país, desde el final de la Segunda Guerra Mundial, está lleno de tumbas, con iglesias y monasterios reducidos a escombros».

El Presidente de la comunidad judía, Jakob Finci, aseguró al Papa: «No queremos mentirle, porque no somos políticos, diciendo que aquí todo es ley y miel, o que no hay problemas. Los problemas existen, pero estamos tratando de resolverlos juntos, conscientes de que es posible sobrevivir en esta espléndida parte de la tierra, que Dios nos ha dado para que podamos vivir, si trabajamos juntos».

El cardenal Vinko Puljić, arzobispo de Sarajevo, no negó la limpieza étnica que, siguiendo los acuerdos que llevaron a la paz de Dayton, sigue afectando a los católicos de Bosnia, obligados a emigrar o a aceptar ser ciudadanos de segunda categoría en su propio país.

Tender puentes

Por este motivo, el Papa quiso que su visita concluyera con el encuentro con los jóvenes. Eran ochocientos chicos y chicas. Como le gusta a Francisco en este tipo de encuentros, dejó a un lado el discurso preparado, y pidió a los muchachos que le presentaran sus preguntas para responder con espontaneidad.

Los chicos le hicieron preguntas de lo más variado: comenzando por los motivos por los que el Papa decidió dejar de ver la televisión a mitad de los años noventa, algo que ha reconocido en una reciente entrevista. Pero, al final, en respuesta a una muchacha que hace voluntariado, les sintetizó su mensaje en dos palabras: ser puentes.

El Papa Francisco, en el Encuentro con los jóvenes, en el centro diocesano juvenil Juan Pablo II, en Sarajevo

«Todo el mundo habla de la paz: algunas personas poderosas hablan y dicen cosas bonitas sobre la paz, pero por debajo venden armas. De vosotros espero honestidad, honestidad entre lo que pensáis, lo que sentís y lo que hacéis: las tres cosas juntas. Lo contrario se llama hipocresía».

«Hace años, vi una película sobre esta ciudad, no recuerdo el título, pero la versión alemana —la que vi— se llamaba Die Brücke (El Puente) —añadió—. No sé cómo se llama en vuestro idioma… Y allí vi cómo el puente siempre une. Cuando el puente no se usa para que uno vaya hacia el otro, sino que es un puente prohibido, se convierte en la ruina de una ciudad, la ruina de una existencia. Por eso, de vosotros, de esta primera generación de la posguerra, espero honestidad y no hipocresía. Unión, construir puentes, pero dejar que se pueda ir de una parte a la otra. Ésta es la fraternidad».

Tras veinte años de conflicto fratricida, el Papa definió a esos muchachos como «las flores de primavera de la posguerra». Y les pidió vivir dos palabras en su propio idioma: Mir Vama, La paz sea con vosotros, el lema de esta visita. «¡Recordad bien esto!».

Para quienes han acompañado al Papa en sus doce horas de visita a Sarajevo, la teoría del choque de civilizaciones de Samuel Hungtinton ya no parece inevitable.