Cristianos con una sola voz - Alfa y Omega

Cristianos con una sola voz

El Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos publicará en otoño un nuevo vademécum que recuerda a los obispos de todo el mundo su compromiso con el ecumenismo. Hablamos con Kurt Koch, el cardenal que preside este organismo vaticano

Victoria Isabel Cardiel C.
Foto: CNS.

Las imágenes de los peregrinos exultantes en la plaza de San Pedro durante el Jubileo del año 2000 están grabadas en la retina colectiva. Pero pocos recuerdan que la Puerta Santa de la basílica vaticana la abrieron a seis manos, entre san Juan Pablo II, un representante del Patriarcado de Constantinopla, y el entonces arzobispo de Canterbury, George Carey. Casi 20 años antes, en 1982, los pies del Papa polaco fueron los primeros de un Pontífice en pisar la catedral británica, sede de la Iglesia anglicana. Gestos, ambos, para cimentar el diálogo ecuménico. La encíclica Ut unum sint, el impulso definitivo a la construcción de puentes con las demás confesiones cristianas, cumple 25 años. Por eso, el Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos publicará en otoño un nuevo vademécum que recuerda a los obispos de todo el mundo su compromiso con el ecumenismo. Hablamos con el cardenal que preside este organismo del Vaticano, Kurt Koch.

El Papa ha anunciado la publicación, el próximo otoño, de un vademécum ecuménico para los obispos. ¿Cómo nace esta iniciativa?
Nace durante los encuentros del Santo Padre con los obispos en las visitas ad limina, que suelen darse cada cinco años. En esa presentación de todas las diócesis, en el contexto de una relación directa de tú a tú con los obispos, el Papa expresó la necesidad de crear una guía ecuménica, porque el ministerio encargado al obispo es fundamentalmente un servicio de unidad. En su diócesis, el obispo es, de hecho, el principio y fundamento visible de la unidad. No es, por tanto, solo un coordinador de la pastoral diocesana o un moderador de la vida de la diócesis. Es un principio de comunión que se extiende tanto en la Iglesia universal como en las relaciones fraternales con todas las comunidades eclesiales que no están en plena comunión con la Iglesia católica. De ahí que el ecumenismo tenga una importancia especial en el episcopado. La promoción de la unidad de los cristianos es uno de sus mayores compromisos.

¿Cuál será la función del vademécum?
El vademécum pretende ser una ayuda, una especie de manual, para tener un conocimiento claro de esta responsabilidad. Sobre todo para los nuevos obispos. En este sentido, esperamos que inviten a los fieles a participar en el movimiento ecuménico y que les lleve a realizar iniciativas desde la base. Cuando la gente escucha la palabra ecumenismo cree que es asunto de los teólogos, que atañe solo a las verdades de la fe; pero todos los fieles tienen la obligación de participar en los movimientos ecuménicos.

¿Cuándo se publicará?
El documento ya está terminado. Tenemos la aprobación del dicasterio, de la Curia y también la bendición del Santo Padre, pero todavía no tenemos fecha para su publicación porque tenemos que hacer todas las traducciones. Es posible que en otoño vea la luz.

¿Cómo ha evolucionado el diálogo ecuménico a través de los Papas?
El Concilio Vaticano II supuso un gran impulso, una nueva manera de canalizar el esfuerzo desarrollado por las diferentes confesiones cristianas para la reconciliación de la cristiandad. Todos los Papas posconciliares han seguido esta senda. Juan Pablo II dijo que, con el Vaticano II, «la Iglesia católica se ha comprometido de modo irreversible a recorrer el camino de la acción ecuménica». También Benedicto XVI ha sido uno de los Papas que ha ido más lejos a la hora de estrechar lazos con el resto de confesiones cristianas y las distintas religiones del mundo. Para Francisco es determinante el diálogo de la caridad.

Se cumplen 25 años de la encíclica de san Juan Pablo II Ut unum sint. ¿Qué le debemos?
Es una encíclica fundamental. Fue la primera vez en la historia de la Iglesia que un Papa escribía una encíclica sobre el ecumenismo. Y además, el texto insiste en que el ecumenismo debe ser muy importante para todos los católicos. Su visión es muy válida hoy. Hizo una propuesta de diálogo con los otros cristianos sobre el primado de Roma que sigue vigente hoy. Para san Juan Pablo II, esto no era un obstáculo para encontrar la unidad ecuménica.

¿Cómo definiría el papel que está realizando el Santo Padre en la unidad de los cristianos?
El Papa subraya, de manera particular, que el diálogo con las demás confesiones cristianas es un camino que va más allá de las controversias teológicas y se hace concreto en el testimonio común del compromiso por los que sufren, por los pobres. También se refiere a menudo al ecumenismo de sangre. El Santo Padre está convencido de que la sangre de los mártires nos aúna. No hay que olvidar que el 80 % de los asesinados por odio a la fe en el mundo son cristianos. Y donde los seguidores de Cristo son una pequeña minoría, se respira unidad y fraternidad. Hay que aprender de ellos.

En las últimas dos décadas ha crecido la migración a Europa de fieles de otras iglesias orientales, que provienen de países del este europeo y de Oriente Medio. La mitad más o menos son cristianos. ¿Cuál es la influencia de esta nueva realidad en las relaciones ecuménicas?
Las ha cambiado radicalmente. Hace 20 años, cuando se hablaba de diálogo ecuménico, este se circunscribía solo a los católicos y a los protestantes nacidos de la Reforma. Con mayor presencia en Europa de otras iglesias orientales, como la ortodoxa, el diálogo es cada vez más amplio. Esto es una riqueza. De hecho, la primera ruptura significativa y duradera del cristianismo se produjo con la Iglesia asiria de Oriente en el siglo V; si bien el primer cisma llegó en 1054 con la división entre oeste y este. Además, hay que tener en cuenta que hoy muchos fieles de la iglesia oriental viven en la diáspora y practican su fe en un contexto occidental.

¿Cuál es el desafío principal al que se enfrenta el ecumenismo?
Todavía no hemos encontrado una visión común del camino ecuménico. Tenemos que definir cuál es la meta, el objetivo para la Iglesia católica y para las iglesias ortodoxas. La perspectiva actual se reduce a la unidad visible de la fe de los sacramentos. Hay mucho en común en teología sacramental, pero tenemos que encontrar una meta conjunta que se base en el reconocimiento de Jesucristo por parte de todas las realidades eclesiales, y de una única Iglesia de Cristo.

Quisiera hablar también sobre el significado ético del ecumenismo y su función en el mundo.
El movimiento ecuménico tiene dos piernas. Una pierna para profundizar en la temática de la fe, y otra para responder a los desafíos éticos. En este sentido, es importante tener un diálogo sobre temáticas éticas. En el pasado el leitmotiv era que la fe divide y la obra une; pero hoy decimos más bien lo contrario, porque hemos podido profundizar mucho en la temática de la fe. Pero han llegado más tensiones por el frente ético. Es crucial tener un diálogo sincero y profundo en este sentido, porque si los cristianos en Europa no tienen una sola voz en una sociedad cada vez más secularizada, la voz será cada vez más débil y estará diluida.