21 de abril, L Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones. Un momento de esperanza para la vida religiosa
Europa es la excepción, pero, a nivel mundial, las vocaciones de sacerdotes diocesanos han aumentado en las últimas décadas. Más compleja es la situación de la vida religiosa, cuya crisis ha puesto en peligro la viabilidad de escuelas, hospitales y otras muchas obras de la Iglesia. Pero que nadie piense que los religiosos son una especie en vía de extinción. Estamos viviendo «un momento de grandes transformaciones –afirma el cardenal Prefecto para la Vida Religiosa–. Quizá disminuya el número de los consagrados, pero quizá aumentará la autenticidad». La elección de Francisco, el primer Papa religioso desde Gregorio XVI (1831-1846), es también un indicio de que no está entre los planes del Espíritu Santo prescindir de los religiosos y religiosas
El Papa Francisco, el primer obispo de Roma jesuita de la historia, ha tomado una decisión particularmente significativa. Para el primer nombramiento de uno de sus colaboradores, ha llamado al Vaticano al fraile español José Rodríguez Carballo, ministro general de la Orden de los Frailes Menores. Le ha encomendado la delicadísima misión de ser secretario de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica, es decir, el dicasterio vaticano para los religiosos y religiosas de todo el mundo; una decisión que se convierte en un mensaje para la Iglesia: la estima y la renovación de la vida consagrada es una de las prioridades de este pontificado.
Aparente contradicción
A nadie se le oculta la difícil situación que está viviendo la Iglesia. Las estadísticas parecen contradictorias: por una parte, en el mundo, aumenta el número de sacerdotes diocesanos, y, por otra parte, desciende el número de religiosas y religiosos, mujeres y hombres que han decidido responder a la llamada al seguimiento de Cristo viviendo los votos de pobreza, castidad y obediencia.
Curiosamente, contra lo que se suele pensar, el número de sacerdotes diocesanos, es decir, clérigos que dependen directamente del obispo diocesano y que viven el celibato, está aumentando decididamente en el mundo. Hoy día, son 275.000; en 1985, eran 253.000. El único continente en el que su número desciende es en Europa: entre 1985 y hoy, en el Viejo Continente hay 27.000 sacerdotes menos. Sin embargo, en estos mismos años, se ha dado un aumento en el número de sacerdotes en África (de 7.000 a casi 25.000), en América (de 67.000 a más de 81.000), en Asia (de 15.000 a 32.000). En Oceanía, donde el número ha sufrido un ligero retroceso, superan los 2.700.
Desciende el número de religiosos
Frente a este aumento global del número de sacerdotes diocesanos, hay que constatar un descenso en el número de los religiosos, quienes viven en comunidades religiosas (una orden o congregación), como son los franciscanos, los dominicos, los jesuitas, o los maristas… El número de sacerdotes religiosos en el mundo, entre 1985 y hoy, ha descendido, de 150.000, a 135.000. También ha descendido el número de religiosos varones no sacerdotes: de 65.000 en 1985, a los 54.000 de hoy. Ahora bien, numéricamente este descenso es aún más considerable en el caso de las religiosas: hoy son 729.000, mientras que durante el Vaticano II superaban el millón, y en 1985 eran 917.000.
Las consecuencias de la disminución de vocaciones religiosas son patentes: con frecuencia, ante la falta de vocaciones, las comunidades religiosas dejan de garantizar el ingente servicio que ofrecen a la Iglesia y a la sociedad con sus escuelas, hospitales, y otros centros de asistencia espiritual y humana. Históricos conventos, abadías, colegios…, con frecuencia tienen que cederse a otras entidades ante la falta de relevo generacional de los religiosos. La situación de algunas congregaciones religiosas de mujeres es tan grave que está en cuestión su misma supervivencia. Las hermanas de algunas de estas comunidades hoy tienen edades muy avanzadas, y su espiritualidad o apostolado dejan de atraer a chicas jóvenes.
Renovación
Sin embargo, no hay nada tan equivocado como pensar en la vida consagrada como una especie en vía de extinción. Por una parte, en estos años, han surgido nuevas congregaciones religiosas con un gran número de vocaciones. Uno de los casos más llamativos, por ejemplo, son las Misioneras de la Caridad, quienes comenzaron en 1950 con doce religiosas, guiadas por la madre Teresa de Calcuta, y hoy son más de 4.500 en más de 133 países.
En ocasiones, el nacimiento de nuevas congregaciones tiene lugar en el surco de la tradición de otros carismas: es el caso, por ejemplo, de Iesu Communio, el instituto religioso femenino nacido en el antiguo monasterio de las Clarisas de Lerma (Burgos) y que atrae a numerosas jóvenes a consagrar su vida a Dios.
Por otra parte, el Concilio Vaticano II dio origen a una auténtica primavera de nuevas formas de vida consagrada, surgidas en los nuevos movimientos o realidades eclesiales. Se trata de laicos, que sin abrazar propiamente la vida religiosa (no emiten votos con reconocimiento canónico), han decidido consagrarse totalmente a Dios. Es el caso, por ejemplo, de los Memores Domini, asociación que reúne a personas de la Fraternidad de Comunión y Liberación, que siguen una vocación de entrega total a Dios viviendo en el mundo y practicando los consejos evangélicos de pobreza, castidad y obediencia, asumidos como compromiso personal y privado, emitido bajo forma de propósito.Formas de consagración a Dios han surgido así en el seno de otras nuevas realidades eclesiales, con gran florecimiento de vocaciones, como es el caso del Movimiento de los Focolares, Regnum Christi, Sodalicio de Vida Cristiana, Comunidad del Emmanuel, la Institución Teresiana… No son canónicamente religiosos, por no emitir votos, pero están reconocidos por la Santa Sede.
En abril de 2012, los obispos de Estados Unidos denunciaron ante la Santa Sede algunos planteamientos de la Conferencia de Líderes de Mujeres Religiosas (LCWR), que aglutina al 82 % de las 57.000 religiosas del país. Entonces, la Congregación vaticana para la Doctrina de la Fe elaboró una Evaluación Doctrinal, en la que confirmaba que la directiva de la LCWR hacía suyas tesis «feministas radicales, incompatibles con la fe católica» en asuntos como el aborto, la homosexualidad o el celibato, y presentaba una «situación doctrinal y pastoral grave», que exigía la reforma e intervención de la LCWR. Ahora, el Papa Francisco ha dado el visto bueno a esa Evaluación, y ha pedido que el testimonio de vida de las religiosas se base «en un firme fundamento de la fe y el amor cristiano».
Otro fenómeno contemporáneo de esperanza está constituido por el Orden de las Vírgenes, institución que se remonta a los orígenes mismos de la Iglesia. Está compuesto por mujeres consagradas a Dios, mencionadas en los Hechos de los Apóstoles y en las Cartas de san Pablo, que dependen del obispo. El Orden había desaparecido con los avatares de la Historia y fue reintroducido por el Concilio Vaticano II. Hoy son más de tres mil extendidas por los cinco continentes.
Todos estos números no forman parte de las estadísticas de los religiosos (pues no lo son), de manera que un análisis estadístico completo sobre las vocaciones a la vida consagrada requiere que sean tenidos en cuenta.
Crisis y esperanzas
El representante del Santo Padre para los religiosos es, en estos momentos, el cardenal João Braz de Aviz, prefecto de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica y antiguo arzobispo de Brasilia. El purpurado brasileño, que está a punto de cumplir 66 años, reconocía hace unos días, en una entrevista, que las vocaciones a la vida religiosa están viviendo «un momento de grandes cambios. En algunas regiones del mundo, registramos un descenso muy significativo. Por ejemplo, en Europa, en América del Norte y en Australia. En otros lugares, tenemos una abundancia enorme de vocaciones. Pienso en Asia (en India, Corea y Vietnam, por ejemplo), y en África. En estos casos, hay que prestar atención a las motivaciones de estas vocaciones, que en ocasiones deben ser purificadas», pues existe la posibilidad de que jóvenes de algunos países entren al convento en búsqueda de un nivel educativo o un reconocimiento que su sociedad no les puede ofrecer.
Si, hoy día, hay menos religiosos, no es sólo porque disminuye el número de jóvenes que entran en los noviciados, sino también porque algunos religiosos viven fuertes crisis que les llevan al abandono de la vida religiosa. El cardenal revelaba al diario Avvenire que la congregación vaticana de la que es prefecto, en los últimos años, ha concedido bastantes indultos, permitiendo que religiosas y religiosos queden eximidos de los votos por petición propia. El argumento generalmente aducido es que la vivencia de la pobreza, la castidad y la obediencia ya no les hace felices. «Es verdaderamente un momento de grandes transformaciones. Quizá disminuya el número de los consagrados, pero quizá aumentará la autenticidad», asegura el cardenal.
El Espíritu no se contradice
Algunos afirman que las vocaciones consagradas en los nuevos movimientos eclesiales podrían sustituir a las Congregaciones religiosas tradicionales en la Iglesia. El cardenal no está de acuerdo con esta interpretación. «No hay contradicción entre órdenes religiosas y movimientos», aclara el purpurado. «El Espíritu Santo no se contradice. El Espíritu que ha suscitado los antiguos carismas, suscita también los nuevos». Además, «por lo que se refiere a las nuevas realidades religiosas, puede ser que todavía tenga que verificarse su fidelidad. Las antiguas órdenes y congregaciones tienen una historia milenaria o secular de fidelidad, con problemas y dificultades, pero de fidelidad. Los nuevos movimientos, sin embargo, tendrán que probar cada vez más esta fidelidad, su capacidad para permanecer en el Evangelio, y dar sus frutos».
Los desafíos
El padre José Rodríguez Carballo, como nuevo secretario de la Congregación vaticana para los Religiosos, tendrá un papel eminentemente ejecutivo para apoyar a las comunidades religiosas en el mundo. Este fraile franciscano considera que el desafío que hoy tienen los religiosos consiste en redescubrir su propia identidad en un mundo en grandes cambios. «Nosotros, los religiosos, tenemos que servir a la Iglesia, vivir como Iglesia y con la Iglesia, y por tanto tenemos que ser fieles a Jesucristo, que nos ha llamado, y también al hombre de hoy, como nos ha pedido el Concilio Vaticano II».
En una entrevista concedida a Radio Vaticano, el religioso español afirma que, para anunciar el Evangelio, la Iglesia necesita hoy, «sobre todo, testigos que se conviertan en profetas». El padre Carballo, que recibirá la ordenación episcopal, con el título de arzobispo, por voluntad del Papa, el 18 de mayo, en Santiago de Compostela, considera que los religiosos están llamados a ser testigos y profetas particularmente en estos momentos de sufrimiento para muchas personas a causa de la crisis económica.
«Creo que debemos tener un estilo de vida más sobrio —concluye—. Permítame aquí citar a san Francisco de Asís, pues él verdaderamente nos enseña la sobriedad de vida, volver a lo esencial. La crisis económica, desde mi punto de vista, es una de las muchas manifestaciones de la crisis que atraviesa el hombre de hoy».
50 años de oración
La importancia para los cristianos del servicio de los sacerdotes, religiosos y consagrados es tan grande, que en 1963 el Papa Pablo VI designó la fiesta del Buen Pastor como Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones. Este domingo se celebrarán, por tanto, los 50 años de esa convocatoria.En esta ocasión, la Jornada se celebra entre dos pontificados. Si bien la Jornada será presidida por el Papa Francisco, Benedicto XVI escogió el tema de esta edición: Las vocaciones, signo de la esperanza fundada sobre la fe, y redactó un Mensaje con este motivo, en el que concluye dirigiéndose a los jóvenes, para decirles: «No tengáis miedo de seguir a Jesús y de recorrer con intrepidez los exigentes senderos de la caridad y del compromiso generoso. Así seréis felices de servir, seréis testigos de aquel gozo que el mundo no puede dar, seréis llamas vivas de un amor infinito y eterno».