Sin ancianos no hay futuro - Alfa y Omega

Sin ancianos no hay futuro

Sin caer en la temeridad de pensar que este virus solo afecta a los mayores, es momento de tomar medidas especiales con ellos para que no se repitan situaciones igual de dramáticas

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Foto: Europa Press / Eduardo Sanz.

«Donde no se cuida a los ancianos, no hay futuro para los jóvenes». Lo señaló el Papa con motivo del reciente Día Mundial contra el Maltrato de los Ancianos, si bien la advertencia va más allá de la efeméride y obliga a plantearse cómo se ha afrontado la pandemia y cómo se van a afrontar los rebrotes.

El coronavirus ha golpeado de lleno a nuestro país y se ha cebado con aquellos que acumulan «experiencia y sabiduría» —en palabras del cardenal Osoro—, hasta el punto de que nueve de cada diez fallecidos tenían más de 70 años. Por ello no es casualidad que la Iglesia española celebre una Jornada por los afectados por la pandemia el próximo 26 de julio, coincidiendo con la fiesta de san Joaquín y santa Ana, padres de la Virgen y patronos de los abuelos.

En su mensaje para la jornada, la Conferencia Episcopal Española incide en que, en un sociedad en la que «se reivindica una libertad sin límites y sin verdad en la que se da excesiva importancia a lo joven», los mayores son clave para mantener la «memoria». Además, continúa, muestran que «el amor y el servicio» a otros, tanto cercanos como no, «son el verdadero fundamento en el que todos deberíamos apoyarnos».

Sin caer en la temeridad de pensar que este virus solo afecta a los mayores, como hacen algunos inconscientes, es momento de tomar medidas especiales con ellos para que no se repitan situaciones igual de dramáticas con los rebrotes. Aparte de visitar a los ancianos que han estado solos y despedir a los que ya no están, es momento de revisar los protocolos de residencias y plantear su medicalización permanente, al tiempo que se dota a los hospitales de recursos suficientes para poder atender a todos los enfermos y evitar así cualquier tentación utilitarista.

Tomando palabras de un manifiesto impulsado por la Comunidad de Sant’Egidio —firmado, entre otros, por Jürgen Habermas, Hans Gert Pöttering, Romano Prodi, Felipe González o el cardenal Matteo Zuppi—, «quien rebaja el valor de la vida frágil y débil de los más ancianos, se prepara para desvalorar todas las vidas». Y al hacerlo, la sociedad queda herida de muerte.