Catequesis para un planeta cada vez más digital - Alfa y Omega

Catequesis para un planeta cada vez más digital

La última revisión de la catequesis databa de 1997, cuando internet era poco más que una red encriptada usada solo por una minoría. Faltaba todavía una década para que llegaran los primeros smartphones y, con ellos, la posibilidad de llevar en el bolsillo los contenidos online. Por eso, adaptar las claves pastorales al mundo actual era una necesidad imperante en el Vaticano. Tras seis años de trabajo y más de diez borradores, el Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización presenta el nuevo Directorio para la Catequesis aprobado por el Papa en marzo. El presidente de este organismo, el arzobispo Rino Fisichella, explica a Alfa y Omega sus claves

Victoria Isabel Cardiel C.
El arzobispo Rino Fisichella durante la presentación del Directorio para la Catequesis, el pasado 25 de junio en el Vaticano. Foto: Vatican Media

Han pasado 23 años desde el último Directorio para la Catequesis. ¿En qué contexto nace este documento?
El Directorio para la Catequesis es un documento de la Santa Sede confiado a toda la Iglesia. Ha requerido mucho tiempo y esfuerzo, y llega tras una amplia consulta internacional. Hoy predomina una cultura digital que lo globaliza todo. Antes la cultura se circunscribía al contexto regional; estaba limitada geográficamente. Pero la llegada de internet lo cambia todo y nos pone frente a un desafío de comunicación y de formación de los creyentes que es, ante todo, global. Espacio y tiempo son dos categorías que también han cambiado. En la cultura digital, 20 años son comparables al menos a medio siglo. El lenguaje, las relaciones, todo ha cambiado con mucha velocidad, lo que pone en el horizonte de la Iglesia y la educación católica un nuevo modelo de comunicación y de formación. Además, hay otra razón teológica que hacía necesaria la publicación de este documento. En la Iglesia tenemos una mentalidad sinodal que ha sido impulsada por el Papa Francisco. Ha habido sínodos sobre la Eucaristía, sobre la familia, sobre la nueva evangelización, sobre los jóvenes… que se integran en el magisterio de la Iglesia y que han sido recogidos en este documento.

¿Cuáles son los aspectos más novedosos de este texto?
La primera novedad es que es muy sistemático. Desde un punto de vista teológico, se incide en el vínculo entre la tarea de evangelización de la Iglesia y la catequesis. No son dos realidades diferentes, sino un único objetivo con etapas diferentes. Respecto al anterior documento de 1997 se amplían las fuentes de inspiración de la catequesis y se toma en cuenta el testimonio de los santos, la cultura cristiana o la belleza del patrimonio artístico. Además, hay un capítulo dedicado solo a los catequistas y a su formación, porque su tarea es fundamental en la Iglesia. Otra novedad importante es que la tarea de la evangelización se debe insertar en la vida cotidiana. Más que un instrumento teórico, la catequesis es una herramienta existencial. Por eso hay que hacer catequesis para los niños, para los jóvenes, para los adultos, para los ancianos, pero también para las personas con discapacidad, para los inmigrantes, para los que están en la cárcel o para los pobres y los que viven en situaciones de exclusión.

¿Cómo tiene que cambiar la catequesis a partir de ahora?
Hay que liberar a la catequesis de ciertos lazos que le impiden ser eficaz. No se trata únicamente de hacer un cambio de estrategia o de elaborar discursos más atractivos, sino de renovar el concepto de la catequesis. Lo primero es sacudirse del esquema de la escuela, según el cual el catequista sustituye al maestro, el aula de la escuela se sustituye por la del catecismo, el calendario escolar es idéntico al de la catequesis… Después, hay que dejar atrás la mentalidad de que la catequesis se hace para recibir un sacramento. Esto crea vacíos vitales, y la catequesis no se debería abandonar en ninguna etapa. El tercero es la instrumentalización del sacramento por parte de la pastoral. En la vida cristiana, el sacramento tiene un significado en sí mismo y la catequesis también. Asimismo, los padres deben superar la mentalidad tan común de delegar a otros la tarea de evangelización. Ellos son los primeros catequistas de sus hijos. También se debe reforzar la figura del padrino y la madrina del Bautismo con cursos de catequesis.

¿Cuáles diría que son los principales desafíos que afronta hoy el mensaje del Evangelio?
Hay que tener en cuenta que en el contexto de las grandes ciudades no se puede evangelizar con nociones de la cultura rural. Además, vivimos en una sociedad con una fuerte mentalidad cientificista que solo busca respuestas en la ciencia. La catequesis debe hablar de las cuestiones científicas porque la fe y la ciencia son complementarias, no enemigas. Por eso no se pueden dejar de lado las cuestiones de bioética, la ecología o los problemas de la ingeniería genética. Asimismo, debe incluir aspectos de la vida social como la falta de trabajo o los problemas reales que enfrentan las familias.

De hecho, en el documento se habla concretamente de situaciones irregulares, familias heterogéneas… ¿Cómo puede ayudar la catequesis a estas realidades?
El documento pide para las comunidades cristianas un acercamiento a estas realidades, de manera que se pueda discernir la complejidad de las situaciones, sin caer en formas de idealización o pesimismo. El discernimiento nos obliga a comprender de una manera nueva lo que sucede en el contexto social hoy en día. La fe también es la capacidad de comprender a los demás a la luz de la misericordia. Tuvimos un Sínodo sobre la familia y sus resultados han sido privilegiados para este nuevo Directorio para la Catequesis. En este sentido, no podemos olvidar la situación de niños y jóvenes que se encuentran en situaciones de fragilidad porque sus familias han vivido un amor herido y no se encuadran en lo que llamamos familia tradicional. La Iglesia quiere acompañarlos y devolverles la confianza y la esperanza.

También se revela otra circunstancia: el distanciamiento o la indiferencia de los jóvenes hacia el mensaje de la Iglesia. ¿Cuáles cree usted que son las causas de ese desarraigo?
Esto no es solo una cuestión actual. De alguna manera, pertenece a la psicología de todos los jóvenes de todas las épocas. Por eso nos hemos comprometido con una formación integral para la catequesis de los jóvenes. Estamos obligados a buscar contenidos nuevos para provocar su curiosidad. Hay que entrar de lleno en la cultura de los jóvenes y asumir su lenguaje. Claro que también hay que tener cuidado, por ejemplo, con la explicación de la llamada de Jesús a ser sus discípulos. Este es un término que necesita ser explicado para no confundirlo con el lenguaje de las dinámicas típicas de las redes, como el de los influencers. La tarea más importante de la catequesis es proponer a Jesús no como una teoría, sino como una persona, un camino que da sentido a la vida.

1971: San Pablo VI aprueba el primer Directorio Catequético General, redactado por la Congregación para el Clero.

1973: Se crea el Consejo Internacional para la Catequesis.

1979: Exhortación apostólica Catechesi tradendae. El texto recoge el camino marcado por la renovación del Vaticano II.

1992: San Juan Pablo II publica el catecismo de la Iglesia Católica.

1997: Ve la luz el segundo Directorio General para la Catequesis.

2020: Papa Francisco aprueba el nuevo Directorio para la Catequesis.