Mascarillas para influencers en apoyo a los misioneros - Alfa y Omega

Mascarillas para influencers en apoyo a los misioneros

Gema García, misionera en Togo de la comunidad de Servidores del Evangelio, nos cuenta dónde compró y quién hizo las mascarillas misioneras y virales que forman parte de una campaña de OMP España para animar a la solidaridad con los territorios de misión

Fran Otero
Foto: OMP.

Si te mueves por las redes sociales, lo más probable es que hayas visto en los últimos días a periodistas, influencers, jóvenes y algún político —la alcaldesa de Toledo, por ejemplo— llevar una mascarilla hecha con paños africanos. Ellos se han unido a OMP España para visibilizar la labor que están realizando los misioneros en los lugares más pobres del planeta en medio de una pandemia, y para pedir apoyo económico para el Fondo de Emergencia abierto por el Papa.

La idea de esta campaña se gestó entre Fernando González, un trabajador de OMP España, y Gema García, una misionera de la comunidad de Servidores del Evangelio de la Misericordia de Dios, que lleva tres años en Togo. Pensaron en comprar un número de mascarillas en uno de los talleres de costura que había orientado su producción a este bien y que serviría, además de para concienciar a la población española, para echar una mano a los trabajadores.

«En una de nuestras conversaciones, Fernando me preguntó por la situación económica del país. Le comenté que la situación era difícil y que la gente estaba pasando hambre. Y le dije también que la gente estaba empezando a hacer mascarillas con paños africanos», explica Gema. Era una manera de seguir teniendo algún ingreso tras la paralización del país por la pandemia y de que la gente con menos recursos pudiese llevar mascarillas, además de concienciar de su uso. «Las mascarillas higiénicas son muy caras y, por eso, las personas que se dedican a la costura decidieron hacer las suyas propias. Son las que usamos nosotros», añade.

Así, tras visitar un taller, la misionera se hizo con una serie de mascarillas que fueron enviadas a España y que están sirviendo para mostrar la realidad de la misión en estos momentos.

La de Gema García es una de ellas. Vive a las afueras de la capital togolesa, Lomé, y se dedica, junto a otras dos hermanas, a la evangelización en una doble dirección: el anuncio de Jesús y también el desarrollo humano integral y, en concreto, la promoción de la mujer, el conocimiento personal, valores y relaciones…

Una labor que se hace todavía más importantes en un país donde los jóvenes —la gran mayoría— viven en una situación de miseria real y con perspectivas de futuro muy limitadas. «El Evangelio tiene que abrir horizontes», concluye la misionera.

El país, según detalla Gema, es uno de los más pobres, económicamente hablando, de la zona, una circunstancia que se une a que el sistema político es una dictadura y que la riqueza de recursos no se traslada a la población. «No hay políticas para favorecer el desarrollo de las clases medias. Aquí, el sueldo medio está en torno a los 50 euros y con eso no tiene para nada», explica.

Sin comer en todo el día

Además, por el coronavirus, muchas personas se han quedo sin nada de la noche a la mañana —«viven al día»— pues se dedicaban a vender comida cerca de los centros educativos, que permanecen cerrados desde marzo. Las misioneras tocan la realidad de estas personas, pues los jóvenes que participan en sus grupos viven en condiciones precarias: «Alguna vez nos dicen que no han comido en todo el día. Nosotros les podemos dar un plato, pero al día siguiente van a tener el mismo problema».

Es por ello que desde la comunidad de Servidores del Evangelio, aunque no tienen ninguna obra social, cuentan con una bolsa común para las necesidades que puedan presentar los jóvenes. Además, están coordinadas con otras congregaciones que sí tienen recursos para ayudar en estas circunstancias.

«La pandemia ha hecho mucho más pobre a la gente que vivía al día, aunque intentan salir adelante vendiendo mascarillas o gel hidroalcohólico», concluye.