Con 8 años ganó un millón de dólares para los niños esclavos. Con 16, quiere reforestar el Sahel - Alfa y Omega

Con 8 años ganó un millón de dólares para los niños esclavos. Con 16, quiere reforestar el Sahel

Vivienne Harr lidera el proyecto Laudato Tree, que recauda fondos para que la Fundación Juan Pablo II para el Sahel plante siete millones de árboles y luchar así contra la desertización y el cambio climático. «Es la forma perfecta de seguir mi llamada a ayudar a las personas vulnerables y hacer sus vidas más fáciles y justas»

María Martínez López
Foto: Proyecto Laudato Tree.

Con solo 16 años, Vivienne Harr está al frente de una campaña global para conseguir plantar siete millones de árboles en la zona oeste del Sahel (la franja ecoclimática que marca la transición entre el desierto del Sahara y la sabana). El proyecto Laudato Tree pretende movilizar a jóvenes de todo el mundo y recaudar fondos con este fin, que se entregarán a la Fundación Juan Pablo II para el Sahel.

Pero la joven Vivienne no se arredra ante este proyecto. No es la primera vez que asume una tarea de envergadura. Cuando tenía 8 años, llenó titulares en medio mundo al recaudar un millón de dólares vendiendo limonada durante un año en un puestecito callejero para luchar contra la esclavitud infantil. Una iniciativa que surgió cuando vio en el New York Times una foto de dos niños nepalíes bajando una montaña cargados de piedras.

«Mis padres me fueron introduciendo en cuestiones relacionadas con los derechos humanos desde pequeña. No querían que estuviera al margen», explica a Alfa y Omega. Eso, unido a su fuerte «sentido de la justicia», hizo que esa imagen «me sacudiera hasta dentro. Sentí que si no hacía nada, estaba siendo egoísta con el don de mi vida». Decidió ayudar a entidades que recaudaran fondos para acabar con esta lacra, y «vender limonada era la única forma que conocía para ganar dinero».

De un puesto callejero a una marca

Era el año 2012, y Vivienne se hizo célebre utilizando Twitter para pedir a famosos que la ayudaran. Cuando alcanzó los primeros 100.000, empezó a embotellar la limonada y, un año después, esta se convirtió en la marca comercial Make a Stand, que sigue recaudando fondos para esta causa. Con el primer millón que ganó, las ONG Not For Sale y Free the Slaves pudieron rescatar y ofrecer un futuro digno a 500 niños. Además, en 2014 Harr fue elegida por Twitter para tocar la campana en su salida a bolsa, como ejemplo del cambio que cualquiera puede conseguir utilizando las redes sociales.

En los últimos años, asegura que su vida ha sido un poco más tranquila. «Soy una adolescente normal, que disfruta de la amistad y trabaja en el instituto y en mis hobbies». Hasta que otro gran proyecto se cruzó en su camino. Durante un viaje a Roma hace año y medio, conoció a Don Mullan, fundador de Hope Initiatives International y productor ejecutivo de la Gran Muralla Verde.

Llamada a ayudar a los más vulnerables

A la joven le impresionó conocer la situación de sequía y desertización en el Sahel, y «la extraordinaria diferencia» que podía significar la Muralla para «millones de comunidades rurales». Un tiempo después, Mullan «contactó con mi padre y le preguntó si podía invitarme a liderar el proyecto Laudato Tree». Él dio el visto bueno y Vivienne aceptó, encantada de volver a ayudar a la gente.

También su hermano pequeño, Turner, está implicado: ha ayudado a producir un documental sobre la iniciativa. «Le he cogido mucho cariño al proyecto. Es la forma perfecta de seguir mi llamada a ayudar a las personas vulnerables y hacer sus vidas más fáciles y justas».

«No podemos vivir aislados»

Liderado por jóvenes, Laudato Tree intenta concienciar a sus coetáneos, a través de las redes sociales, apariciones públicas y del boca a boca, de que «la Tierra es nuestra casa común. No podemos vivir aislados del resto de la humanidad. Tenemos que ayudarnos unos a otros a salir adelante y crecer».

Como prueba de «lo pequeño que es en realidad el planeta» y de la conexión entre todos, cita la enorme nube de polvo del Sahara que ha cruzado el Atlántico y llegado en los últimos días hasta Estados Unidos; la más grande en décadas. Por ello, «mientras algunos líderes intentan dividirnos subrayando nuestras diferencias, yo quiero unirnos enfatizando la humanidad que compartimos».

Un árbol, diez euros

Son reflexiones que también ha aprendido de la lectura de la encíclica Laudato si, y que quiere compartir con otros jóvenes. «Esta es la crisis de nuestra época. Nos afecta a todos. Nosotros heredaremos este planeta. Podemos quedarnos de lado y aceptar nuestro destino, o levantarnos y reescribir nuestra historia. Si no es ahora, ¿cuándo? Si no soy yo, ¿quién?».

Otro aspecto de su trabajo es contactar con líderes eclesiales, congregaciones y parroquias para dar a conocer su proyecto, que cuenta con el apoyo del Papa. Su último objetivo es recaudar fondos. En su web, piden diez euros por cada árbol que se desee plantar. El 80 % del dinero irá directamente a la Fundación Juan Pablo II para el Sahel y para apoyar a refugiados y migrantes de la región.

Este verano, se pondrá en marcha un proyecto piloto para plantar 100.000 árboles, que luego se irá ampliando en los próximos años. La parte restante de los donativos sostendrá esta y otras campañas similares a favor de la reforestación del Sahel «y proyectos internacionales de promoción de la paz».