«La familia, núcleo esencial para transmitir valores» - Alfa y Omega

«La familia, núcleo esencial para transmitir valores»

En el aeropuerto de Manises, Su Majestad pronunció un discurso de bienvenida ante Benedicto XVI, en el que exhortó a no permanecer impasibles ante las desgracias

Redacción

Santidad, permitidme manifestaros el gran honor y la especial satisfacción que la Reina y yo sentimos al poder recibiros esta mañana en Valencia, al inicio de una Visita que esperábamos con particular interés. Agradecemos a Vuestra Santidad las sentidas palabras de cariño y aliento que habéis dirigido a Valencia y a España entera, aún conmocionadas por la terrible tragedia de principios de esta semana, que ha costado la vida a cuarenta y dos ciudadanos y causado numerosos heridos. La presencia de Vuestra Santidad entre nosotros trae un gran consuelo para todos y, muy en particular, para las familias que acaban de perder a sus seres queridos. Ésta es la primera vez que, como Sumo Pontífice, pisáis tierra española. Os damos de corazón nuestra más afectuosa bienvenida, y os deseamos una muy feliz estancia en España.

Mantenemos muy presente en nuestra memoria la hermosa y emotiva ceremonia que, hace poco más de un año, dio inicio a vuestro pontificado, así como la muy amable y entrañable audiencia que, pocos meses después, Vuestra Santidad tuvo a bien concedernos en vuestra residencia en Castel Gandolfo. Con tal motivo, ya nos hicisteis partícipes de vuestro profundo afecto por España y de vuestra ilusión por acudir a esta importante cita en Valencia. Un afecto que arranca de vuestro amplio conocimiento de nuestra historia y que, sabemos, habéis cultivado en las numerosas ocasiones previas en que habéis viajado a nuestro país. Madrid, El Escorial, Salamanca, Ávila, Toledo, Pamplona y Murcia fueron etapas de vuestra intensa actividad pastoral y académica en España como cardenal prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Seis importantes conferencias y una homilía son el centro de la huella de vuestro paso por nuestras tierras; una huella de alto contenido teológico que la Conferencia Episcopal Española ha recogido en un hermoso libro. Hoy os recibimos, Santo Padre, en esta histórica y luminosa ciudad de Valencia. Apreciamos y agradecemos, en muy alto grado, que hayáis escogido a España como destino de uno de los primeros Viajes pastorales de vuestro pontificado.

Constituye para nosotros un reconocimiento a la intensidad y profundidad de los lazos que, desde hace tantos siglos, vinculan a la Iglesia y a España, y que cuentan, desde hace casi tres décadas, con un marco de entendimiento acorde con las disposiciones de nuestra Constitución. Unos lazos que merecieron siempre la afectuosa y generosa dedicación de vuestro predecesor, Su Santidad el Papa Juan Pablo II, esa gran figura universal de imborrable recuerdo, que nos visitó en cinco ocasiones y a quien hoy quiero rendir un sentido homenaje como infatigable luchador de las causas más nobles, como probado amigo de España, a la que siempre colmó con el calor de su respaldo y el ánimo de su aliento.

Llegáis a España en el año en que celebramos el V Centenario del nacimiento de san Francisco Javier. Un ilustre hijo de España, ejemplo de firmes convicciones, de generosa atención a los más necesitados, de respetuoso amor hacia los seres humanos de distintas latitudes, credos y culturas, y paradigma de solidaria entrega a los demás. Proclamado por la Iglesia, a muy justo título, patrono de todos los misioneros del mundo, la huella de ese gran navarro que fue san Francisco Javier sigue presente en la vocación abierta y solidaria que anima a la sociedad española y distingue, en particular, a nuestra juventud.

Respeto mutuo

La España que os acoge, Santidad, es un país moderno, dinámico y solidario, una antigua y gran nación plural y diversa, fiel a sus tradiciones, amante de la paz, la justicia y la libertad. Un país que, en las últimas décadas, y gracias al esfuerzo de todos los españoles, ha vivido el más largo período de modernización y prosperidad de toda su historia, en un clima de estabilidad fruto del marco de concordia, respeto mutuo y convivencia democrática que nos hemos querido dar.

Santidad, en Valencia os esperan muchos miles de españoles y de fieles de todo el mundo, venidos para asistir al V Encuentro Mundial de las Familias. La Iglesia católica tiene puestos sus ojos en dicho encuentro. Un encuentro volcado sobre la familia, núcleo esencial de la vida, de la transmisión de valores y de la formación del ser humano.

Desde esta Comunidad Valenciana, semillero de muchas vocaciones, y desde la ciudad de Valencia, convertida estos días en capital mundial de las familias cristianas, millones de personas van a poder seguir a Vuestra Santidad a través de los medios de comunicación.

Conocemos vuestra incansable entrega a la Iglesia. Como hombre de oración y pensamiento profundo, os habéis pronunciado sobre las principales alegrías y preocupaciones del ser humano.

Desde el respeto a la dignidad humana, no podemos permanecer impasibles ante las guerras, el terrorismo, la violencia, el hambre, la pobreza, la injusticia, la violación de los derechos humanos o la falta de libertad. Requieren de nuestro compromiso y entrega para borrarlos de la faz de la tierra.