Esto ha dicho el Concilio - Alfa y Omega

Esto ha dicho el Concilio

Redacción

El Sumo Sacerdote de la nueva y eterna Alianza, Jesucristo, al asumir la naturaleza humana, introdujo el himno que se canta por todos los siglos en las moradas celestiales. El mismo une a sí toda la comunidad humana y la asocia con Él, entonando este divino canto de alabanza. Esta función sacerdotal se prolonga a través de su Iglesia, que no sólo en la celebración de la Eucaristía, sino también de otros modos, sobre todo recitando el Oficio divino, alaba a Dios sin interrupción e intercede por la salvación del mundo entero. El Oficio divino, desde la antigua tradición cristiana, está organizado de tal modo que el curso entero del día y de la noche está consagrado a la alabanza a Dios. Cuando los sacerdotes y los que han sido destinados a esta tarea por la Iglesia, o los fieles juntamente con el sacerdote, oran en la forma establecida, entonces realmente es la voz de la misma Esposa la que habla al Esposo; más aún, es la oración de Cristo, con su mismo Cuerpo, al Padre. Los sacerdotes rezarán con tanto mayor fervor las alabanzas de las Horas cuanto más vívidamente sean conscientes de que deben observar el consejo de Pablo: Orad sin interrupción.

El Oficio divino, como oración pública de la Iglesia, es además fuente de piedad y alimento de la oración personal. Por eso, se exhorta en el Señor a los sacerdotes y a cuantos participan en él a que, al rezarlo, la mente concuerde con la voz; para conseguirlo mejor deben adquirir una formación litúrgica y bíblica más rica, especialmente sobre los salmos. Los pastores de almas deben procurar que las Horas principales, sobre todo las Vísperas, los domingos y fiestas solemnes, se celebren en la Iglesia comunitariamente. Se recomienda que también los mismos laicos reciten el Oficio divino, bien con los sacerdotes o reunidos entre sí, e incluso solos.

Constitución Sacrosanctum Concilium, 83-84. 86. 90. 100