El cardenal Barbarin se despide de Lyon: «A un sacerdote no le faltan sitios donde servir» - Alfa y Omega

El cardenal Barbarin se despide de Lyon: «A un sacerdote no le faltan sitios donde servir»

Después de casi tres meses de retiro espiritual para digerir lo vivido en los últimos años por el caso Preynat, de abusos sexuales a menores, y por el juicio contra él mismo por encubrimiento, el cardenal Philippe Barbarin dirá adiós este domingo a la diócesis de la que desde marzo es arzobispo emérito. En entrevista con Aleteia, explica que su futuro estará a medio camino entre una residencia de religiosas en Bretaña y Oriente Medio, donde el Papa le ha pedido que siga trabajando

Aleteia
El Papa Francisco con Philippe Barbarin
Foto: CNS.

Desde que el Papa aceptó su renuncia el 6 de marzo y hasta finales de mayo, el cardenal Philippe Barbarin, arzobispo emérito de Lyon, ha vivido un tiempo intenso de retiro espiritual en Tierra Santa. Una ocasión para reposar lo vivido en los últimos años de su episcopado, marcados por el caso del sacerdote abusador Bernard Preynat y el juicio contra el propio Barbarin por encubrimiento.

Cuando en marzo de 2019 fue condenado en primera instancia, el purpurado presentó su renuncia al Papa Francisco, que la rechazó hasta que la sentencia fuera firme. Dio el visto bueno, eso sí, a que se apartara del gobierno pastoral de su diócesis. La primera sentencia fue anulada en enero de este año por un tribunal de apelaciones.

Con el doloroso asunto resuelto, el Santo Padre consideró oportuno aceptar la renuncia del cardenal, de 69 años. Una decisión a la que el administrador apostólico de Lyon desde el año anterior, Michel Dubost, se refirió como «pasar página. Una página llena de momentos extraordinariamente ricos que agradecer y marcada también por el drama y la prueba».

Durante todo el proceso, Barbarin y el Papa han estado en contacto. Y también ahora, ya que el Papa le ha pedido que siga trabajando en Oriente Medio. Lo comparte el mismo cardenal en una amplia entrevista publicada en la edición francesa de Aleteia. La conversación huye de polémicas, y se centra en el recorrido pastoral y espiritual del cardenal. Se ofrece aquí una versión resumida:

¿Cuál es su próxima misión?
Cuando regresé de Tierra Santa a finales de mayo fui a ver al Santo Padre. Hablamos mucho sobre Oriente Medio. Me dijo que le gustaría que estuviera disponible para misiones en países que conozco bien, como Irak, el Líbano o Israel. Por lo demás, me dejó la opción de hacer lo que quisiera. Ya había contactado con el arzobispo de Rennes y la superiora de las Hermanitas de los Pobres en Saint-Pern, en Bretaña, donde vive monseñor Marcus, el arzobispo emérito de Toulouse. Desde principios de julio estaré a su lado, pero también como capellán de las hermanas. Por otro lado, monseñor D’Ornellas (arzobispo de Rennes, N. d. R.) me pidió que enseñara en el seminario de Rennes.

Así que esta es una vida completamente nueva para usted, a caballo entre Saint-Pern y las misiones en Oriente Medio.
Sí, estoy muy contento porque son excelentes servicios para prestar. También tengo peticiones de otras diócesis o congregaciones para dar conferencias o predicar retiros. ¡Será una vida muy diferente, pero hoy en Francia un sacerdote no tiene problemas para encontrar lugares para servir!

¿Qué significado ve en la continuación de su misión?
Quien se convierte en sacerdote le dice al Señor: «Haré lo que me digas», como Jesús que entró en este mundo diciendo: «He venido a hacer tu voluntad» (Heb. 10, 7). Tenía algunas propuestas en mente para presentarle al Papa: ir a una parroquia o, lo que me hubiera gustado mucho, acompañar a un Hogar Lázaro [las casas donde jóvenes voluntarios conviven con personas en riesgo de exclusión, N. d. T.]. Finalmente, descubrí que lo más adecuado era esta casa de las Hermanitas de los Pobres. El arzobispo de Rennes me aseguró que sería muy bienvenido y que había una verdadera necesidad de ayuda. Estoy feliz de ir y ayudar.

Foto: AFP PHOTO/Safin Hamed

¿Cómo reacciona a las palabras de gratitud que se multiplican en el sitio Merci Cardinal, donde podemos leer, entre otras cosas, un hermoso homenaje del imán, Azzédine Gaci, o el de un joven cristiano de Irak, o incluso de personas de la calle para las que abrió el Hogar Lázaro en Lyon?
Estoy muy conmovido… Yo también siento un enorme agradecimiento hacia el Señor por estos años excepcionales que he vivido en Lyon. Y quiero agradecer a los lyoneses su energía, su dinamismo espiritual… Todos estos mensajes de gratitud me devuelven a las líneas principales de mi vida. Me convertí en sacerdote en un período problemático, cuando los disturbios después del movimiento del 68 sacudieron fuertemente a la Iglesia. Pasé magníficos años en Vincennes y Saint-Maur-des-Fossés, especialmente al servicio de los jóvenes, en parroquias muy animadas. Luego me convertí en párroco en Boissy-Saint-Léger, una ciudad de un estilo completamente diferente, donde había 32 nacionalidades en Misa.

Y de ahí a Madagascar…
Fue el gran salto a lo desconocido: convertirse en profesor en un seminario en Madagascar. Y fue la conmoción de la miseria. La pobreza conserva la dignidad de todos, pero la miseria es un desastre; destruye a las personas. No lo entendía antes, pero en Madagascar me lo encontraba todos los días.

Allí acompañé a los que querían ser sacerdotes. Fue una verdadera alegría. Descubrí una Iglesia de un estilo completamente diferente, nada encerrada en los problemas que dominan en Europa occidental. Ya no estaba en el estado de su nacimiento, sino en pleno crecimiento, como su edad patrística. Vivía una hermosa apertura, el nacimiento de una nueva expresión litúrgica, de una teología marcada por la cultura de la Gran Isla.

¿Cómo experimentó el regreso a Francia?
Al regresar para hacerme cargo de una nueva parroquia sufrí otra conmoción. Y muy poco después me nombraron obispo de Moulins, en Auvernia. Tenía todo que aprender en esta nueva misión. Nunca antes había sido miembro de un consejo episcopal. Y también tuve que descubrir el mundo rural que tampoco conocía. Qué buenas visitas a los agricultores y a las granjas. Participé en partos de ovejas… Tenía todo que aprender.

Muchas diócesis en Francia sufren porque se están convirtiendo en verdaderos desiertos. La gente se va, especialmente los jóvenes. Me dijeron que mi departamento es el más envejecido de Francia. No lo comprobé, solamente me dije: «si la población es vieja, ¡amaremos a los ancianos!». Los pueblos se están vaciando de manera impresionante. Dicen que hay una escasez de sacerdotes. Pero sobre todo hay que decir que faltan habitantes, cristianos, jóvenes.

A menudo iba a casas donde había personas mayores o personas enfermas. Los visitaba, escuchaba y daba las gracias a los que los cuidan. De nuevo aprendí mucho. En Moulins también hay una de las prisiones más grandes de Francia. Y pude pasar mucho tiempo allí; por ejemplo, todo el día antes de mi consagración episcopal. ¡Pero muy rápidamente fui nombrado arzobispo de Lyon, una floreciente diócesis de extraordinaria vitalidad, donde viví 18 años de un emocionante ministerio!

¿Qué les dirá a los lyoneses en su despedida?
No creo que haga una historia o un resumen de todo lo que hemos experimentado durante los años de mi ministerio. Simplemente me gustaría decir que en la catedral, vemos todo. Muestra la verdad y el misterio de la Iglesia, que es una fraternidad, una familia y un cuerpo, con la variedad de sus miembros, todos unidos en nuestra diversidad.

la iglesia madre. A menudo les he dicho a los cristianos: «Peregrinen allí todos los años». En esta catedral de Lyon, los lugares esenciales son el ambón desde donde se ofrece la Palabra, y el altar donde el pan vivo desciende del cielo para alimentarnos. El altar instalado en 2015 es magnífico, tallado en un bloque de alabastro que el rector fue a buscar a Irán. Para nuestro asombro y nuestra alegría, muchos iraníes han pedido el bautismo en los últimos años.

La maravillosa renovación de la catedral en los últimos años nos ha permitido descubrir que cada piedra tiene su historia y su mensaje, y que permite adivinar una cara. Vemos a todos los pueblos allí, por ejemplo, etíopes que se tallaron en piedra hace ocho siglos… ¡es extraordinario! Eran los inmigrantes de la época y expresaron en piedra su alegría de participar en la construcción de este edificio.

Foto: CNS

Será el día de san Ireneo de Lyon
¡Un golpe de suerte! Me llena de alegría.. Es el símbolo de la unidad perdida, al menos maltratada… por la cual Jesús oró tan intensamente y que deseamos encontrar nuevamente. Probablemente escribiera en griego, pero es obispo en Lyon. Es considerado como padre, tanto por la Iglesia oriental como occidental. Yo prefiero considerarlo como abuelo: el padre de los padres de la Iglesia. Fue el primero en dar una presentación general de la fe cristiana de los Evangelios, con fuerza magistral y claridad, refutando las teorías humeantes de los gnósticos. (…) ¡Como el primer teólogo!

¿Qué nos enseña el santo hoy?
Es deslumbrante por su amor a Jesús y su conocimiento de las Sagradas Escrituras. Lo que dice puede arrojar luz sobre los debates actuales para cambiar la Iglesia y sus estructuras, que a menudo son tan decepcionantes (…) Pero Ireneo dice que lo que debe cambiarse sobre todo es el lugar de Cristo en nuestras vidas y en la Iglesia. (…) Si Jesús estuviera realmente vivo y vibrante en los corazones de los cristianos, cambiaría todo en la vida de la Iglesia.

¿Quién va a renovar la Iglesia? No somos nosotros y nuestras reflexiones sobre los cambios estructurales. Por supuesto, estos cambios siguen siendo necesarios e importantes. Pero es realmente Él quien será la fuente de la renovación. (…)

Marzena Devoud / Aleteia