Javier Cremades: «San Josemaría era un padrazo y muy buen amigo de sus amigos» - Alfa y Omega

Javier Cremades: «San Josemaría era un padrazo y muy buen amigo de sus amigos»

El autor de Los planes de los Cremades: una familia amiga de san Josemaría recuerda, en su nuevo libro, al «santo de lo ordinario»

Redacción

Durante el confinamiento provocado por la pandemia del COVID-19, la editorial Letragrande ha publicado un libro que ya cuenta con más de 12.000 descargas, desde 48 países diferentes del mundo. Además, el ejemplar ya comienza su andadura en librerías. Su autor es el sacerdote Javier Cremades Sanz-Pastor (Zaragoza, 1946), quien relata en Los planes de los Cremades: una familia amiga de san Josemaría, los recuerdos de la relación del fundador del Opus Dei con su familia.

Con motivo de la fiesta de san Josemaría (1902-1975), Cremades le recuerda como «muy asequible y cercano, el santo de lo ordinario, de la vida, los trabajos y afanes de cada día». Y se ofrece él mismo, recordando que «si alguien no sabe cómo dirigirse a él, le puede decir que va de mi parte; como me tiene un enorme cariño, seguro que le atenderá muy bien y le hará mucho caso», dice con humor.

El autor vivió en Roma con san Josemaría entre 1969 y 1973, y gozó con su familia de una gran amistad con el fundador. Javier Cremades, doctor en Teología y médico por la Universidad de Salamanca, fue capellán en la Universidad Complutense, director de los actos centrales de la JMJ de Madrid (2011), rector de la iglesia del Espíritu Santo y del santuario de Torreciudad, entre otros encargos pastorales. En estos meses de lucha con la enfermedad ha podido terminar y compartir «el tesoro de haberle tratado».

¿Se puede decir que su libro es la historia de un agradecimiento?
De un agradecimiento o de una amistad. El libro comienza con el fallecimiento de la madre de san Josemaría, en 1941, en Madrid. Cuando doña Dolores murió –el fundador del Opus Dei estaba en Lleida predicando unos ejercicios al clero–, acudió a mi padre, que vivía allí, para que le facilitase el regreso a Madrid. Gracias a esa ayuda pudo dar un beso a su madre antes del entierro. Se conocían desde 1925, cuando coincidieron en la Facultad de Derecho de la Universidad de Zaragoza.

En estos meses de la pandemia, muchas personas han vivido el desconsuelo de no despedirse así de sus seres queridos. San Josemaría, que por su trabajo no tuvo la oportunidad de despedirse de su madre como hubiera deseado, gracias a mi padre tuvo al menos un consuelo… Y ese detalle lo agradeció toda su vida, no solamente a mi padre sino a toda la familia, a mi madre y diez hermanos. Por una particular gracia de Dios, pudimos disfrutar de un trato muy singular con él hasta que se fue al Cielo hace ahora 45 años, y eso ha marcado definitivamente nuestras vidas.

¿Cómo le recuerda?
Desde que le conocí en 1958, vi que además de ser un padrazo, era muy buen amigo de sus amigos. Tengo muchos recuerdos: le estoy viendo en Pamplona, curso 65-66, hablándonos de libertad: «Pensad en todo como os dé la gana, haced siempre lo que os parezca mejor. Sois libérrimos».

¿Cómo resumiría su personalidad?
He procurado transmitir lo que siempre nos decía: soy un pecador que ama a Jesucristo con locura. He intentado resaltar su cariño a la Madre de Dios, a la Iglesia y al Papa; el afecto cordial que derrochaba, su santidad, su alegría y buen humor. También su cercanía y su capacidad de llevar hacia Dios a los que se cruzaban en su camino.

Y junto a ser profundamente optimista y estar siempre animado, recuerdo bien que sentía una gran pena ante las ofensas a Dios, y llevaba sobre sus espaldas como auténtica cruz el peso de la Iglesia, de la Obra y del mundo. Recuerdo que un día, durante mis años romanos, me dijo: «Cuando yo me muera, cuenta siempre que puedas a tus hermanos lo mucho que el Padre quería al Papa, sea el que sea. Ahora es Pablo VI. Pero a este Papa, al siguiente y a todos los que vengan detrás hay que quererles mucho y sin condiciones. ¡Díselo a tus hermanos!».

Algunos habrán concluido que mi familia ha sido muy enchufada. Me encanta poder decir que sí, que es verdad. Hemos sido unos enormes y privilegiados enchufados. Y, además, no nos quitan lo bailado. Pero vuelvo a reiterar mi tesis: ahora, desde el Cielo, enchufa a todos los que acuden a él pidiéndole ayuda espiritual o material, como lo hizo, y lo sigue haciendo, con nosotros.

¿Le han llegado ecos de lectores?
Estoy muy contento por los ecos, asombrado por los mensajes que he recibido de medio mundo y espero que sea ocasión para que crezca la devoción a san Josemaría… La verdad es que contaba con el entusiasmo de mis hermanos, sabíamos que en cierto modo este libro es un tesoro que teníamos la obligación de compartir, y verlo hecho realidad nos ha quitado un peso de encima. Además Jesús Gil, el diseñador gráfico, lo ha hecho muy bien y ha conseguido maquetar un libro muy bonito y de categoría.

Opus Dei / Redacción