Cardenal Omella: «Tendremos que aprender a vivir con menos, pero con más solidaridad» - Alfa y Omega

Cardenal Omella: «Tendremos que aprender a vivir con menos, pero con más solidaridad»

El cardenal arzobispo de Barcelona y presidente de la Conferencia Episcopal Española dialoga, en un encuentro virtual, con los cardenales de Rabat y Huancayo (Perú) sobre el Plan para resucitar que el Papa Francisco publicó en Vida Nueva

Fran Otero

Tres cardenales de tres continentes diferentes unidos para reflexionar sobre El plan para resucitar que el Papa Francisco publicó en la revista Vida Nueva. Este fue el objeto de una nueva edición de los Encuentros Vida Nueva, esta vez virtual, en el que participaron el cardenal arzobispo de Barcelona, Juan José Omella; el cardenal arzobispo de Rabat, Cristóbal López; y el cardenal arzobispo de Huancayo (Perú), Pedro Barreto.

El debate lo abrió el moderador y director de la publicación, José Beltrán, con una pregunta desafiante: ¿cómo pedir a la gente que se alegre en circunstancias como las actuales?

«Así como hay un contagio de COVID-19, también hay uno de esperanza y solidaridad, que se experimenta de una manera u otra. Por ejemplo, en mi diócesis, con los comedores en salida», comenzó Pedro Barreto.

La réplica de Cristóbal López fue también una invitación a los cristianos a «alimentar la esperanza utópica de que un mundo nuevo es posible». Y añadió: «Deberíamos ser especialistas en descubrir brotes verdes para animar a todo el mundo a sumarse a esta empresa que es la conversión».

Para Juan José Omella, durante este tiempo hemos visto morir muchas cosas, pero también nacer otras. «Hemos visto el amor y la solidaridad que han brotado. Hemos descubierto una gran belleza. Ojalá arraigue bien en el corazón de la sociedad», explicó.

Él mismo ha sido testigo, a través de experiencias de sacerdotes y religiosas, de que «en los momentos de más dificultad crece la bondad en el corazón de la gente».«La humanidad no es tan mala», reivindicó.

Juntos, imparables

Al hilo de la respuesta de la sociedad, el cardenal López reconoció «una avalancha de solidaridad» y añadió que si «cada uno de nosotros pone de su parte esto podría ser una revolución de la ternura, una globalización de la solidaridad, la erradicación del hambre y del desempleo». «Cuando nos juntamos somos imparables», sentenció.

En este sentido, el cardenal Barreto explicó que en estos momentos de dificultad, Dios está ofreciendo «un gran caudal de gracias» e invitó a encontrarse con el hermano, en el que «vemos el rostro sufriente de Jesús». «Esta conversión al otro, a la solidaridad nos remite al esfuerzo que está haciendo la Iglesia, por ejemplo, con los comedores en salida, que son la expresión de la respuesta de Dios al hambre.

Tres preguntas para resucitar

Finalmente, los tres cardenales respondieron a una de las tres preguntas que el Papa Francisco plantea en su Plan para resucitar y que les trasladó el moderador.

La primera fue para el cardenal Omella.

—¿Estaremos dispuestos a cambiar los estilos de vida que sumergen a tantos en la pobreza, promoviendo y animándonos a llevar una vida más austera y humana que posibilite un reparto equitativo de los recursos?

—Es el gran reto que tenemos. Esta pandemia que nos está haciendo sufrir tiene unas consecuencias muy duras, pero nos tiene que hacer abrir los ojos a los hermanos que viven la pandemia del hambre o de la guerra. Tenemos que aprender a vivir con menos, pero con más fraternidad y solidaridad. Hermanos gobernantes, hermanos que tenéis empresas, familias… ¿Por qué no trabajamos juntos?

El cardenal Barreto contestó la segunda.

—¿Adoptaremos como comunidad internacional las medidas necesarias para frenar la devastación del medio ambiente o seguiremos negando la evidencia?

—La Amazonía es uno de los pulmones del mundo que hay que cuidad, como también las cuencas acuíferas fluviales del Congo. El Papa, al lanzarnos esta pregunta, ya ha respondido de una manera mucho más profunda con el sínodo del pasado mes de octubre. Tenemos que vivir esta invitación del Papa a valorar la Amazonía y que Europa y otros continentes vean que es un regalo de Dios para la humanidad. La Amazonía se está convirtiendo en lugar para la renovación de la Iglesia y de la humanidad.

Y la tercera fue para el cardenal López.

—¿Seremos capaces de actuar responsablemente frente al hambre que padecen tantos, sabiendo que hay alimentos para todos? ¿Seguiremos mirando para otro lado con un silencio cómplice ante esas guerras alimentadas por deseos de dominio y de poder?

—Hay una frase de una canción de Carlos Cano que dice que «sin amor no somos nada, sin justicia somos menos». A las personas, comunidades, familias y grupos se nos pide amor y solidaridad, pero los Gobiernos y a las instituciones deben dar justicia. No habrá fin del hambre si no se cambian las leyes del comercio internacional. La desigualdad entre continentes no se colmará dando una limosna de 600 millones de euros a África cuando las multinacionales europeas sacan 20.000 millones. Hay que globalizar la justicia.

En el turno de preguntas de los asistentes al encuentro virtual, los cardenales respondieron sobre tres cuestiones concretas: el papel de la mujer en la Iglesia, la política y la aportación de la vida religiosa.

Sobre la primera, los tres coincidieron en que lo importante en la Iglesia es la condición que todos tenemos de hijos de Dios y que los ministerios sacardotal, episcopal y cardenalicio no debe ser entendido en clave de poder, sino cómo servicio. En todo caso, el cardenal Omella conjugó las palabras con un compromiso de otorgar a las mujeres más cargos de responsabilidad.

Experiencia de encuentro con el Gobierno

En lo que se refiere a la política, Omella defendió que esta se ejerza desde el diálogo y el encuentro y no desde la exclusión, los insultos o el «y tú más». Al hilo del encuentro que había mantenido unas horas antes con la vicepresidenta primera del Gobierno, Carmen Calvo, dijo que la experiencia había sido de «encuentro» y que ojalá continúe así. «La Iglesia no busca privilegios, sino trabajar por el bien común», añadió.

El cardenal Pedro Barreto cerró el diálogo poniendo en valor el trabajo y la entrega de tantos religiosos, a los que pidió autenticidad. «Vivimos un tiempo de renovación y reforma en la Iglesia y cada uno de nosotros tiene que vivir en el lugar que Dios lo ha puesto y desde ahí decir, como Jesús, que el Reino de Dios está presente».