Los jóvenes ya vienen - Alfa y Omega

Los jóvenes ya vienen

San Lorenzo de El Escorial (Madrid) acogió, del 12 al 15 de enero, el II Encuentro Preparatorio de la JMJ. En él participaron 400 delegados internacionales, que traían en sus maletas preguntas, problemas y propuestas. Pero, sobre todo, la esperanza de cientos de miles de jóvenes, que ya han comenzado su camino hacia Madrid. En el Encuentro participó el cardenal Stanislaw Rylko, Presidente del Consejo Pontificio para los Laicos; el arzobispo de Madrid, cardenal Antonio María Rouco -cuya intervención se recoge en las páginas siguientes-, monseñor César Franco, Coordinador general de la JMJ, el obispo de San Sebastián monseñor José Ignacio Munilla, y obispos responsables de Juventud de diversos países

María Martínez López
‘Foto de familia’ de los participantes en el Encuentro.

«Es emocionante ver que, aunque somos todos tan distintos, estamos unidos en el mismo Amor. Poder compartir la realidad de la Iglesia y de la sociedad, distinta en todos estos países, nos abre muchos horizontes». Con palabras parecidas a éstas suelen compartir su experiencia los jóvenes después de haber participado en una Jornada Mundial de la Juventud. Sin embargo, en este caso en concreto, las pronuncia doña Momoko Nishimura, una de las representantes de la Conferencia Episcopal de Japón en el II Encuentro Preparatorio de la JMJ Madrid 2011, que se celebró, del miércoles al sábado de la semana pasada, en el Centro Universitario María Cristina, de San Lorenzo de El Escorial.

Doña Momoko es una de los 400 representantes de Conferencias Episcopales y movimientos que se dieron cita para conocer los preparativos de la Jornada, compartir propuestas y conocer Madrid, como preparación para la gran cita del próximo verano. «Para los japoneses, España es un país especial. San Francisco Javier fue el primer misionero que nos transmitió la fe y, desde entonces, muchos misioneros han dado la vida por los japoneses. Por eso estamos intentando que venga el mayor número de jóvenes posible, unas 300 personas. Primero vamos a hacer el Camino de Santiago, desde Túy, estaremos los Días en las Diócesis en Compostela y, después de la JMJ, nos quedaremos un par de días más para compartir y reflexionar todo lo que hemos vivido». Como Momoko, cada uno de los asistentes traía las dudas, las ideas y los deseos de cientos o miles de jóvenes. Así lo reconoció, en el saludo que les dirigió, el cardenal Stanislaw Rylko, Presidente del Consejo Pontificio para los Laicos: «Nos damos cuenta de las grandes esperanzas que este evento suscita en la Iglesia universal; pero, sobre todo, en la multitud de jóvenes de todos los continentes que ya se dirigen hacia Madrid».

Nueva generación

El padre Carlos Sávio da Costa, uno de los representantes de la Conferencia Episcopal Brasileña, espera que, en el caso de su país, la Jornada «sea un momento fértil de la evangelización de la juventud», pues en su país hace apenas cuatro años que todas las realidades eclesiales se coordinan para llegar a los jóvenes, y «ahora puede ser un buen momento para consolidarlo», enriqueciendo así la pastoral ordinaria y fortaleciendo el liderazgo de los jóvenes católicos. Por eso, de los 20.000 jóvenes del país que vendrán a Madrid -más que a ninguna otra JMJ-, 600 lo harán en una delegación oficial: dos jóvenes de cada una de las 276 diócesis brasileñas, desde el Amazonas a Río o Sao Paolo, además de representantes de los movimientos y otras pastorales dedicadas a la juventud. Antes de la JMJ, se alojarán en cinco diócesis españolas distintas, para conocer el impacto de una Jornada en distintas realidades sociales.

Las esperanzas de todos los delegados se basan en la breve pero fructífera historia de las JMJ: «En estos más de veinticinco años -subrayó en su intervención el cardenal Rylko-, verdaderamente ha nacido una nueva generación de jóvenes: jóvenes del a Cristo, a su Iglesia, jóvenes que han descubierto en el sucesor de Pedro a un amigo y una guía segura en la vida. Estoy seguro de que cada uno de vosotros, desde vuestra propia experiencia de los años pasados, podría añadir a esta lista de frutos de las JMJ numerosos otros…».

Doña Annabel Basil y don Mark Dmello plantean sus dificultades a un miembro del Comité Organizador.

Desafío siempre nuevo

Doña Anne Brawley, estadounidense y representante en el encuentro del movimiento Youth 2000 (Juventud 2000), corrobora que, continuamente, ve signos de «la primavera de la Iglesia de la que habló Juan Pablo II. Hay movimientos de jóvenes en todo el mundo», pero el cambio se nota, sobre todo, «en la profundización de la fe. Los jóvenes tienen hambre de la verdad, quieren algo sólido. Cuando se alejan de todo el ruido y tienen silencio y paz para conocer la profundidad de la Iglesia; cuando ven que el Papa y la Iglesia los quiere, esa experiencia les cambia la vida».

A pesar de todo, el desafío es siempre nuevo. Como afirmó el cardenal Rylko, «cada JMJ es un gran reto para la pastoral juvenil de la Iglesia, antes, durante y después de su celebración. Los frutos espirituales no se pueden jamás dar por descontados». De ahí la importancia de encuentros como el celebrado en El Escorial. En él, se unió la oración y la Eucaristía, la profundización en el sentido de la Jornada, el conocimiento de Madrid y los lugares más importantes para la JMJ, y la información sobre los aspectos más prácticos, fundamentales para que los jóvenes de todo el mundo sigan beneficiándose de las Jornadas.

Las mañanas del jueves, viernes y sábado se dedicaron a sesiones de trabajo, en las que todas y cada una de las áreas de la JMJ -desde las inscripciones hasta los actos centrales, pasando por los Días en las Diócesis o la financiación- se explicaron en detalle a los delegados, y éstos pudieron plantear todas sus preguntas, y las dificultades con las que se encuentran sus jóvenes (falta de recursos, dificultad para cumplir algún requisito para el visado, discapacidad…), para buscar, junto con el Comité Organizador, la mejor solución posible.

Pagar ya es otra historia

«Traeremos a un grupo grande -afirmaba don Mark Dmello, uno de los representantes del Vicariato Apostólico de Arabia-; cómo lo paguemos ya es otra historia». Su compañera, doña Annabel Basil, explica que, «aunque los Emiratos Árabes Unidos, donde vivimos, es un país rico, no va a acudir nadie del país, sino nosotros, que somos todos inmigrantes indios, filipinos, libaneses…, países pobres con cuotas de inscripción más bajas». También es difícil conseguir ayuda del Fondo de Solidaridad, pues las peticiones son muchas. Por eso, además de plantear su problema a la organización, se han puesto manos a la obra: «Nosotros, los coordinadores, hemos conseguido descuentos de las líneas aéreas, y eso abarata el paquete. Y los jóvenes están recaudando fondos. De hecho, mientras estamos aquí, han organizado una tarde lúdica para recaudar dinero».

Material entregado a los Delegados.

También propuestas

Mientras los jóvenes de Arabia organizan juegos y venden cosas a empresas de reciclaje, en Brasil organizan comidas después de misa o vigilan aparcamientos por unas monedas. Los jóvenes vicencianos de ese mismo país, ayudarán a los jóvenes pobres a los que sirven, para que también ellos puedan acudir. En Japón, los jóvenes se las deberán ingeniar para conseguir que les den de vacaciones más que la semana que se les permite en verano. Pero, al final, la multitud de dificultades termina resaltando lo esencial: en todo el mundo hay jóvenes y agentes de pastoral dispuestos a mover Roma con Santiago, a hacer todo tipo de gestiones burocráticas, o a superar esa odisea que es inscribirse por Internet desde un país pobre, donde la conexión a Internet es muy lenta, con tal de disfrutar o que otros disfruten del tesoro que supone una Jornada Mundial de la Juventud.

Sin embargo, a la vez que planteaban sus dificultades, los delegados ofrecían propuestas para resolverlas o iniciativas para mejorar la gran fiesta del próximo verano. Por ejemplo, el movimiento Youth 2000 lleva desde la JMJ de Denver organizando la Adoración al Santísimo en una iglesia céntrica de la ciudad sede de la Jornada. «Lo organizamos entre los países donde está el movimiento, e invitamos a otros grupos a organizar Horas Santas», explica doña Anne, su delegada. Para Madrid, confían en poder contar con el céntrico templo eucarístico de San Martín de Tours, y doña Anne ha invertido parte de su tiempo en Madrid en intentar conseguirlo, además de recopilar información práctica para los responsables de Francia, Alemania, Irlanda y el Reino Unido. De esos países, vendrán a la Jornada grupos grandes del movimiento, como 2.000 alemanes o 500 irlandeses. De Estados Unidos, sólo una veintena de jóvenes y laicos adultos -los jóvenes viajarán con sus respectivas diócesis-, para los cuales doña Anne ha estado buscando hotel.

Encuentro Nacional de Movimientos Juveniles, celebrado en Brasil, en diciembre pasado, como preparación para la JMJ.

Preparación espiritual

Los delegados coincidían, además, en que este Encuentro preparatorio también marcaría un momento importante en la preparación espiritual de los jóvenes de cada país. «Hasta ahora, nos hemos estado planificando los responsables -explica doña Momoko-. Ahora queremos empezar con la preparación espiritual de los jóvenes». En Brasil, «a finales de enero, va a salir un libreto explicando la JMJ a todos los jóvenes, incluso a los que no van, para que la conozcan mejor. En él se sugiere hacer encuentros preparatorios. Esperamos que esto llegue a muchas parroquias y jóvenes, para que la JMJ sea más conocida», explica don Tiago Oliveira, un joven que acompaña al padre Da Costa. Pero ya venían con parte de los deberes hechos, pues el pasado mes de diciembre celebraron un encuentro con 300 líderes nacionales de todos los movimientos, para que «actuaran de altavoces en sus propios grupos», que representan a unos 10.000 jóvenes.

«No somos ideólogos, somos creyentes»

La Jornada Mundial de la Juventud pivota sobre tres puntos fundamentales: confesar la fe, celebrarla y vivirla. Quienes han asistido saben que toda la Jornada es una confesión viva. Por tanto, todo lo que hacemos debe ser una presentación de la persona de Cristo, que justifica que toda la Iglesia se junte con Él. Esa confesión pública de la fe no es una ideología, es una celebración. No somos ideólogos, somos creyentes en que Cristo vive y nos podemos unir a Él gracias a la fuerza de sus sacramentos. Queremos que sea una clara afirmación de que los cristianos vivimos de Cristo. Por último, está vivir la fe. El Festival de la Juventud expresa que la fe no queda reducida a los templos, Eucaristías, a la propia subjetividad, sino que sale a la calle, se vive en la calle, mediante las expresiones culturales de los jóvenes.

+ César Franco
Coordinador general de la JMJ, de su ponencia en el Encuentro Preparatorio