Reto y gracia excepcional - Alfa y Omega

Reto y gracia excepcional

El nuevo curso pastoral ante la inminencia de la XXVI JMJ, presidida por el Papa. Un reto y una gracia excepcional para Madrid: así titula el cardenal arzobispo de Madrid su exhortación pastoral de esta semana, en la que escribe:

Antonio María Rouco Varela
Momento en que Benedicto XVI, en la JMJ de Sidney 2008, anuncia, con la presencia del cardenal Rouco, la celebración en Madrid de la JMJ 2011.

El curso pastoral 2010/2011 comienza para la Iglesia diocesana de Madrid como un reto espiritual y apostólico absolutamente excepcional: ¡debemos de preparar la celebración del acontecimiento de mayor envergadura evangelizadora de toda la Iglesia, la tercera semana de agosto del año próximo! Los jóvenes de todo el mundo acudirán a Madrid, acompañados de sus pastores, para vivir y testimoniar la presencia de Jesucristo, el Salvador del hombre, como el gran Don de Dios para su presente y su futuro. Y, no sólo para ellos, sino también para toda la Humanidad. Sí, a Madrid, después de recorrer muchos caminos y ciudades de nuestro entrañable y viejo solar hispánico, llegarán los jóvenes católicos de la Iglesia que peregrina en los cinco continentes. ¡No vendrán solos! Compañeros y amigos de otras confesiones cristianas, de otras tradiciones religiosas e, incluso, no creyentes, vendrán con ellos. ¡Es éste un primer y bello fruto evangelizador de la Jornada Mundial de la Juventud que se cosecha ya en el umbral de su celebración!

Las catequesis en grupos lingüísticos, las celebraciones del sacramento de la Penitencia y de la Eucaristía, la adoración eucarística y las experiencias de oración personal y compartida, el conocimiento y reconocimiento de la fecundidad excepcional de la historia y el presente de la vida y de la experiencia de la Comunión eclesial en lo social -el cuidado de los más pobres y doloridos de la tierra-, en lo cultural -el teatro, la poesía, la literatura, la ciencia…- y en lo artístico -la música, las artes plásticas…-, ofrecerán a los jóvenes, nuestros hermanos de España, de Europa, de África, América y Oceanía, un marco único para tomar conciencia de lo que son: discípulos de Cristo, sus predilectos, amados por sí mismos.

Esa experiencia de hijos de la Iglesia e Hijos de Dios en Cristo, el Unigénito y el Hermano entre los hermanos, vivida en un marco humano, próximo y personal y, a la vez, católico, ¡universal!, adquirirá toda su riqueza vivencial, espiritual y eclesial en las grandes celebraciones con el Santo Padre, precedidas de la Eucaristía de apertura, el 16 de agosto, y que culminarán con la Vigilia Eucarística de la noche del 20 y la gran celebración de la Santa Misa, en la mañana del 21. Cuatro Vientos se convertirá en un inmenso y gozoso lugar en el que la Iglesia en toda su catolicidad y apostolicidad se manifestará, con una expresividad sin par, joven en sus jóvenes generaciones y como lo que es para el hombre y para el mundo: «En Cristo, como un sacramento o signo o instrumento de la unión íntima con Dios y de la unidad de todo el género humano». El Papa, el sucesor de Pedro, el pastor de la Iglesia universal, que les ha convocado ya en su bellísimo Mensaje del pasado 25 de julio, les presidirá junto con un número muy alto de hermanos en el episcopado y de incontables sacerdotes. Allí se encontrarán igualmente muchos consagrados y consagradas, educadores y guías espirituales de los jóvenes con sus parroquias, movimientos, asociaciones apostólicas. Allí estará representada toda la Iglesia. ¡Allí estará Cristo el Señor, el Amigo, el Salvador!: en la Comunión eucarística se partirá y repartirá entre los innumerables jóvenes del mundo; se reflejará luminosamente en sus rostros, en sus palabras y en sus conductas; les llamará para que le digan y le sigan. Allí se alzará de nuevo la estrella de la esperanza. Un renovado enraizarse y edificarse en Cristo, firmes en la fe, como reza el lema escogido por el Papa para la JMJ 2011, tendrá lugar en el corazón y en la vida de los jóvenes de la Iglesia, presente en los cinco continentes. Serán muchas las almas de los jóvenes que quedarán ganadas para Cristo. Un torrente de renovada humanidad, abierta al hermano, solidaria con los más indigentes en el cuerpo y en el alma, operadora de la civilización del amor, surtirá y se extenderá limpia y generosa por los tejidos de la sociedad y del mundo. ¡La JMJ 2011 está llamada a ser un capítulo decisivo en el programa de la nueva evangelización!

Ocasión irrepetible

Para su realización, la Iglesia ha confiado a nuestra archidiócesis la responsabilidad pastoral de su organización, en estrecha relación con el Consejo Pontificio para los Laicos y las diócesis de España. Se trata de una carga ligera, porque para nosotros significa, sobre todo, un excepcional don de la gracia: una ocasión magnífica e irrepetible para revitalizar la vida espiritual, la acción pastoral, el testimonio apostólico y la vida cristiana de toda la comunidad diocesana, singularmente la de nuestros jóvenes. En nuestra Carta pastoral Firmes en la fe -que hemos de leer y poner en práctica a la luz del Mensaje de nuestro querido Benedicto XVI-, se señalan los objetivos y los caminos personales y comunitarios para que nuestro servicio sea prestado evangélicamente desde el amor a Cristo, a la Iglesia y a los jóvenes: de Madrid, de España y del mundo.

El 14 de septiembre, fiesta de la Santa Cruz, nos reunimos todos los diocesanos directa o indirectamente comprometidos con la JMJ 2011, para celebrar la Eucaristía, el Sacrificio de la alabanza y de la acción de gracias, de la plegaria y de la comunión eucarística. Lo hacemos muy cerca de nuestra Madre, la Madre del Salvador. Confiémosle nuestras preocupaciones, ilusiones y propósitos firmes de empeñarnos con todo el corazón, con toda el alma y con todas las fuerzas en la preparación y realización de la Jornada Mundial de la Juventud 2011 en Madrid para gloria de Dios.