Visados para la fiesta - Alfa y Omega

Es muy esperanzador recibir noticias de distintos países acerca del número de jóvenes que ya se plantean venir a Madrid para la JMJ. Cuando faltan aún cuatro meses para que se abran las inscripciones, las delegaciones de las distintas Conferencias Episcopales y movimientos internacionales anuncian una participación más numerosa que a las precedentes JMJ europeas, que rondaron los dos millones. Sin ir más lejos, esta semana, los representantes de la juventud católica italiana señalaron que, probablemente, vengan a Madrid un 25 % más de italianos que a Colonia.

Porque Madrid 2011 será una fiesta, como la semana pasada explicó el cardenal Rouco a los corresponsales de prensa internacional: toda la ciudad se inundará de jóvenes de alegría contagiosa, que ocuparán de manera pacífica plazas y espacios con su entusiasmo y su creatividad, y traerán su música, arte, historia, teatro, gastronomía…

También el Papa habla de la JMJ como de una fiesta. Citando a un filósofo alemán de cuyo nombre no quiero acordarme, Benedicto XVI se refirió a que lo más importante de una fiesta no es la comida ni la bebida, ni un lugar ameno y regalado, ni que el DJ dé en el clavo con la música, ni tampoco que el clima acompañe. La clave del éxito es acertar con los invitados. El buen anfitrión es quien sabe atinar con un grupo que congenia, y que consigue que todos se encuentren como en su casa. Si los invitados conectan, todo lo demás acompaña, pero nadie lo echará de menos si falta. Es más, harán aún más fuerte el lazo entre los presentes. Quienes aún nos acordamos del barro del Monte del Gozo, lo hacemos con nostalgia, sin un ápice de queja (aunque haremos lo posible para que no pase en Cuatro Vientos, claro).

Por eso, una de las primeras peticiones de la JMJ al Gobierno fue la de asegurar que todos los jóvenes que quisieran venir puedan hacerlo, y no se queden a la puerta de la fiesta por falta de visado. La Jornada de la Juventud tiene que ser Mundial, porque todos aportan y todos han de llevarse algo para sus coetáneos que no puedan venir.

No será fácil, porque es previsible que, junto a jóvenes interesados en la JMJ, otros deseen aprovecharse para entrar en Europa y quedarse. El Gobierno ha manifestado su deseo de colaborar con visados gratuitos, y el Ministerio de Asuntos Exteriores pondrá en marcha el mismo sistema que se aplicó al evento más internacional organizado en España desde el tratado de Schengen, y que funcionó a la perfección: el Encuentro Mundial de las Familias, en 2006, en Valencia. Y los promotores de la JMJ en cada país se han comprometido para que quienes lo soliciten vengan a lo que tienen que venir.

Yago de la Cierva es Director de Comunicación de la JMJ