Monseñor Cerro en el Corpus: «Al Señor le encanta la calle, pero este año no ha podido ser» - Alfa y Omega

Monseñor Cerro en el Corpus: «Al Señor le encanta la calle, pero este año no ha podido ser»

La tradicional fiesta del Corpus Christi se ha celebrado este año en el interior de las catedrales y parroquias de toda España. Ha sido una celebración por dentro, en la que los obispos españoles se han acordado de los que más están sufriendo la crisis económica

Redacción
El arzobispo de Toledo bendice a la diócesis desde la puerta de la catedral. Foto: Miguel Ángel Olmos Iglesias/Archidiócesis de Toledo

«Aunque la situación es distinta, se trata de un Corpus vivido desde el interior y desde el corazón; y, como siempre, desde la fe», dijo el arzobispo de Toledo, monseñor Francisco Cerro, el jueves de la semana pasada durante la celebración del Corpus Christi en la catedral primada.

Monseñor Cerro señaló asimismo que «a Dios le encanta la calle, le encanta la gente», porque «Dios es Dios de la vida» y por eso en la celebración del Corpus Christi «Dios sale a nuestras calles y a nuestras plazas». Sin embargo, debido a la emergencia sanitaria que se está viviendo en todo el mundo estos meses, «este año no ha podido ser así, pero lo aceptamos para el bien de la salud pública», ya que «Dios no quiere vivir al margen de la humanidad y al margen de nadie», enfatizó.

Durante la celebración, el arzobispo de Toledo quiso hacer una mención especial «para todos los que sufren, para los que van a quedarse en paro o ya lo están, para aquellos a los que les va a costar llegar a fin de mes». «Dios se hace presencia en los pobres y los que sufren», añadió, por lo que «nos comprometemos, mirando a la Eucaristía, a servir a los más pobres y necesitados, porque cuando nos encontremos con Jesús queremos decirle que le reconocemos en la Eucaristía, pero también en tantas personas rotas y destrozadas por la vida».

«Fuerza de transformación del mundo»

También con la vista puesta en rostros concretos, como los de las familias que acuden a Cáritas estos días, en Madrid el cardenal Carlos Osoro subrayó durante la celebración del Corpus que «la Eucaristía lleva a acercarnos al que sufre, protestar contra la injusticia, irradiar el amor compasivo de Jesús en nuestra sociedad», porque el Santísimo Sacramento «nos impulsa a entregar nuestra vida, y es una fuerza de transformación del mundo».

En Córdoba, la custodia de Arfe salió en procesión por el interior de la catedral y por el patio de los Naranjos, engalanado con numerosos tapices y lonas en honor a Jesús Sacramentado. Monseñor Demetrio Fernández, obispo diocesano, recordó cómo «es Jesús mismo el que viene a estar con nosotros» en la Eucaristía, señalando por ello como una de las más grandes privaciones que el pueblo ha experimentado durante el confinamiento «el no poder tomar el cuerpo de Cristo». Asimismo, al aludir a esta fiesta como el Día de la Caridad, el obispo de Córdoba recordó que «en las virtudes teologales no hay término medio, hay que llegar hasta el extremo», y por eso «en la caridad hay que llegar siempre hasta el extremo». Debido a ello, animó a los fieles a no dar solo de lo que les sobra, «sino incluso de lo que te hace falta», y puso como ejemplo la iniciativa de sacerdotes de la diócesis que han donado un mes de su sueldo para los pobres, animando a todos a hacer lo mismo.

Como en Murcia tampoco se pudo sacar el Corpus a la calle, el obispo diocesano, monseñor Lorca Planes, salió con el Santísimo a la puerta del Perdón de la catedral para desde allí bendecir a toda la diócesis. Refiriéndose a la pandemia y al confinamiento, señaló en su homilía que «las circunstancias nos han hecho comprender que somos frágiles», y en esta situación «hemos acudido a Dios, que nos ha escuchado haciendo desaparecer los miedos, las preocupaciones y las inseguridades, con la Eucaristía como centro de nuestra mirada». Al aludir a la dimensión caritativa de esta fiesta, recordó que «la Iglesia reunida en torno al Cuerpo y la Sangre de Cristo sale al encuentro de las personas con más necesidad», y que «cuando uno hace una obra de caridad, la está haciendo a todos los cristos que siguen clavados en la cruz de sus miserias, sufrimientos, carencias y necesidades».