Diez años con la puerta de casa abierta a los excluidos - Alfa y Omega

Diez años con la puerta de casa abierta a los excluidos

Hace una década y después de un retiro espiritual, Étienne Villemain decidió abrir las puertas de su casa a tres personas sin hogar. Fue el primer Hogar Lázaro. La iniciativa llegó a España en 2017 y actualmente cuenta con dos pisos en Madrid, aunque ya hay contactos en Barcelona y Getafe

José Calderero de Aldecoa
El concejal Joan Calmet le entrega a Francisco una piedra de la Cueva de San Ignacio y un poco de agua del río Cardener
Cecilia y Pepa en el Hogar Lázaro de mujeres, en la calle Belisana de Madrid. Foto: José Calderero de Aldecoa

La primera noche que Ricardo Barajas pasó en el Hogar Lázaro le costó conciliar el sueño. Llevaba demasiado tiempo durmiendo a la intemperie en el suelo, concretamente en la plaza Mayor de Madrid, y la sensación de acostarse bajo techo en un somier fue un cambio demasiado abrupto. Sin embargo, tras aquella primera noche, Ricardo se despertó a «una vida nueva». Así define los doce días que lleva en el piso que la Fundación Lázaro tiene en la céntrica calle Orellana, en el que conviven jóvenes voluntarios y personas en exclusión, piso que «una familia amiga nos ha cedido para el proyecto», explica el sacerdote Álvaro Cárdenas, presidente de la fundación en España.

Fue el primer piso que el proyecto Lázaro consiguió en España. Allí viven Janust, un polaco que se buscó la vida en varios puntos de la geografía nacional durante dos décadas pero que, con un 56 % de discapacidad, ha perdido toda posibilidad de trabajo; Jesús, quien acabó en la calle «por mi mala cabeza» y que hoy da «gracias a Dios por la vida, porque yo debería estar muerto»; Ricardo, y Bernabé Villalba, un voluntario canario, publicista de profesión reconvertido a profesor, que destaca el «ambiente de familia» que reina en la casa.

Hay un inquilino más en el hogar, que cuenta con su propio cuarto. Se trata del Señor, que permanece en un sencillo tabernáculo de madera dentro de una pequeña habitación que hace las veces de capilla. «Es el mejor compañero que se puede tener», asegura Ricardo, al mismo tiempo que sus compañeros asienten con la cabeza. «A los acogidos no se les pregunta su religión. En uno de los Hogares Lázaro del extranjero, por ejemplo, tenemos acogido a un hindú y, en otro, a un musulmán. Los voluntarios sí que deben ser católicos para preservar el espíritu con el que nació la fundación», explica Bernabé.

El segundo piso que la fundación tiene en España también se encuentra en Madrid, en la zona de Arturo Soria, pero en su caso está habitado por Pepa, Mariana, Daniela, Cecilia e Isabel. Ellas fueron las primeras inquilinas del piso que ahora ocupan los hombres en la calle Orellana, pero cuando se encontró esta segunda casa, en la calle Belisana, que dispone de un agradable y amplio patio, se trasladaron a vivir aquí. En el sencillo salón de la casa, a Pepa –de 61 años– le bastan dos minutos para resumir su historia: «Tenía alquilada un habitación en Sol, pero un mes me quedé sin trabajo y me tuve que buscar un piso en el que me acogieran». En Hogar Lázaro «llevo poco más de un año, pero significa muchísimo para mí. No nos falta de nada y nos lo pasamos muy bien».

De esta forma, en Madrid «nos encontramos en dos pisos, uno de hombres y otro de mujeres, tutelados por una familia que vive fuera de los hogares», aunque «el proyecto está pensado para que ambas comunidades y la familia tuteladora vivan todos en un mismo edificio. El problema es que todavía no hemos encontrado ninguno», explica el presidente de la fundación.

Una década y en expansión

Hogares Lázaro llegó a España en 2017, pero sus orígenes se encuentran en París. Corría el año 2011 cuando Étienne Villemain decidió abrir las puertas de su casa a tres personas sin hogar después de un retiro espiritual. De París saltó a Nantes, Marsella, Toulouse, Lille, Lyon, Angers Vaumoise, y más allá de las fronteras francesas, se estableció en Bruselas y en Madrid.

En la actualidad, están estudiando la posibilidad de abrir casas en Suiza y en México. De igual modo, la fundación también está tratando de expandirse en nuestro país. «Nos han ofrecido casas en Barcelona, pero no cumplen con las condiciones que necesitamos», asegura Cárdenas. «También hemos tenido un encuentro con el obispo de Getafe para ver la posibilidad de abrir una casa en la diócesis».

Pero lo más importante es «que existan jóvenes voluntarios que quieran participar en el proyecto». Por otro lado, la fundación también está «buscando edificios» en los que poder formar sus características comunidades.