La Cruz, el amor de Dios - Alfa y Omega

La Cruz, el amor de Dios

El cardenal Rouco, en una entrevista concedida, el pasado domingo, a don Javier Alonso Sandoica, en la Cadena COPE, habló sobre la experiencia vivida por una nutrida representación de la Iglesia en Madrid junto al Papa Benedicto XVI en Roma, con ocasión de la recogida de la Cruz de la Jornada Mundial de la Juventud

Javier Alonso Sandoica
Momento de la entrega y recepción de la Cruz de las JMJ, el pasado Domingo de Ramos, en la Plaza de San Pedro.

¿Podría contarnos lo acontecido el Domingo de Ramos, cuando se entregó a los jóvenes la Cruz de la Jornada Mundial de la Juventud, que ya está en Madrid?
Ya ha pasado una semana, mejor dicho, dos; pero si consideramos que la Semana de Pascua es un único día —la liturgia de la Iglesia valora y vive la Semana de Pascua como una especie de gran oportunidad de vivir el gran Domingo de la Resurrección con plenitud espiritual y hasta incluso con gozo humano—, podemos decir que fue hace una semana la entrega de la Cruz de las Jornadas Mundiales de la Juventud por parte de los jóvenes australianos, sobre todo de Sídney, a los jóvenes de Madrid, en presencia respectivamente de sus cardenales arzobispos y de los obispos auxiliares coordinadores de la Jornada, y en presencia del Santo Padre. Habíamos celebrado, con la belleza habitual, siempre nueva y siempre estimulante desde el punto de vista espiritual y pastoral, la liturgia del Domingo de Ramos. La vivencia de ese momento fue para todos los que participamos en ella muy honda. Se trataba de continuar ese pulso, ese camino de peregrinación misionera que el Siervo de Dios Juan Pablo II había iniciado en el año 1985-86, con las Jornadas Mundiales de la Juventud, y que poco a poco, año tras año, década tras década, celebración tras celebración en distintas ciudades del mundo, ha recorrido los paisajes y las geografías más diversas de la Iglesia y de la Humanidad, para anunciar a Jesucristo a los jóvenes, con la peculiaridad de que los mismos jóvenes se convirtieron, bien por su palabra, bien por la forma y modo de vivir esta gran peregrinación y estos grandes encuentros, en evangelizadores ellos mismos de sus jóvenes compañeros de sus países respectivos de origen, o del país o de la ciudad y de la Iglesia adonde llegaban. Recoger ese testigo y traerlo a España, para que España se convierta en un nuevo capítulo de ese gran programa de evangelización de la juventud del mundo, no podía por menos de conmovernos a todos y, sobre todo, de llevarnos a una actitud de acción de gracias al Señor por habernos concedido esta gracia y esta oportunidad de gracia tan singular y tan excepcional.

El Papa, al día siguiente de la Audiencia que tuvo con los jóvenes, les dijo que no era una mera entrega de un testigo, sino la Cruz donde el Señor había dado la vida por nosotros. ¿Cuál va a ser el itinerario que hará la Cruz?
Efectivamente, ser testigo de la Cruz de Cristo supone antes abrazarse a ella, y eso ya para los jóvenes y para los pastores, educadores y responsables de la pastoral juvenil vale con muchísima intensidad, y especialmente para los jóvenes que participan ya desde ahora en esa peregrinación. El programa que se ha diseñado, todavía en líneas muy generales, nos va a llevar primero nuestra diócesis, a las tres diócesis de la Provincia Eclesiástica de Madrid, a partir del 14 de septiembre de este año, fiesta de la Santa Cruz, día en que inauguraremos también las instalaciones del Comité organizador de la Jornada Mundial en Madrid, en locales, de la parroquia madrileña de San Juan de la Cruz, que son amplísimos y que se adaptarán para ese servicio, sobre todo para este primer año y segundo año. Especialmente para el primer año de la preparación intensa de la Jornada, y luego, dentro de un año más o menos, queremos que vaya a las diócesis de Levante, a Cataluña, y luego emprenda, en el verano de 2010, el Camino de Santiago, a través de las diócesis del Camino, para llegar a Santiago de Compostela a principios de agosto del año 2010, Año Santo Compostelano, acompañada de un número grande de jóvenes españoles que harán de nuevo su gran peregrinación a Santiago, con ese significado de buscar el encuentro con el Señor, de conversión, de identificación con Él, para poder ser mejores testigos, mejores evangelizadores de sus jóvenes compañeros a través de la preparación de la Jornada Mundial, y sobre todo a través de la semana culminante de la misma, que se celebrará un año después.

Hemos celebrado, este domingo, la fiesta de la Divina Misericordia. ¿Cómo podemos vivir de una manera más especial este tiempo pascual?
La misericordia del Señor se revela de manera fundamental en su muerte en la Cruz, pero en la Resurrección esa misericordia ya está concedida con una abundancia sin límites, y con la certeza de que, si el hombre no se cierra, ella le va cambiar. Te das cuenta de que el Señor te quiere y te ama a pesar de toda tu debilidad y de toda tu pequeñez. Y te ha amado para siempre, victoriosamente. Si tú te dejas llevar por ese amor, tu vida va a cuajar espléndidamente, y serás un portavoz convincente del amor del Señor, radiante y contagioso.