¡Nos vemos en Madrid! - Alfa y Omega

¡Nos vemos en Madrid!

Es mediodía en San Pedro y, entre los miles de peregrinos que dejan la plaza vaticana, tras la Eucaristía del Domingo de Ramos, Alfa y Omega ha reunido a Thérèse y Daniel, dos de los trabajadores de la JMJ de Sídney, y a Isabel, catequista de la madrileña parroquia del Espíritu Santo. Entre bromas, comparten impresiones sobre el significado de la JMJ y de lo que acaban de vivir. El mensaje de los australianos es claro: los españoles tienen por delante todo un reto, pero también una experiencia increíble

Redacción
Peregrinos españoles y australianos posan juntos, después de la Eucaristía del Domingo de Ramos

Hemos visto que a algunos australianos les costaba despegarse de la Cruz.
Thérèse: Un poco. También, en cierto sentido, estamos aliviados por haberla pasado, y emocionados por lo que va a pasar en Madrid. Para mí, personalmente, es un tiempo de acción de gracias por la bendición que la Cruz ha sido para Australia.

Daniel: Cuando teníamos la Cruz y el Icono en Australia, tuve que trabajar tanto que realmente casi no lo experimenté. Que no os pase eso a vosotros. Esta semana en Roma he disfrutado de la Cruz, personalmente, por primera y última vez. Estoy muy emocionado al ver lo felices que están los peregrinos españoles, igual que lo estuvimos nosotros. Lo que tenéis por delante va a ser un reto, pero también algo increíble.

Thérèse: Vosotros, ¿qué habéis sentido al recibirla?

Isabel: En mi parroquia hemos trabajado mucho para venir, para conseguir dinero, hacer camisetas…, pero realmente no nos dábamos cuenta de para qué lo hacíamos; realmente no me daba cuenta de lo que significaba recoger la Cruz y el Icono. Nos hemos dado cuenta de que es algo increíble.

¿Os han comentado algo los peregrinos más jóvenes?
Isabel: Estoy impresionada; hasta ahora, estábamos insistiéndoles en que participaran en la acogida de la Cruz, en Madrid, el Viernes Santo. Ahora, algo ha cambiado en su interior: todos dicen que tienen que ser voluntarios, quieren ser parte de todo esto. ¿Vosotros vinisteis a Roma a recoger la Cruz?

Thérèse: Fui una de las que la cogieron. Fue un momento muy feliz, y supe que tenía que contribuir de alguna manera a la JMJ. Poder llevar la Cruz desde Europa hasta Australia, a los confines de la tierra, fue una bendición.

Isabel: ¿Cómo fue la llegada a Australia?

Daniel: Antes, recorrió el mundo entero. Llegó a Australia un año antes de la JMJ, y se había creado mucha expectación. Cuando fuimos a Sídney a recibirla, había unas 4.000 personas. Fue mi primera experiencia de la JMJ. Ya había estado trabajando en los preparativos, pero cuando fui allí y la vi, supe que iba a ser algo muy grande. Me ha impresionado la enorme cantidad de españoles que habéis venido. Si os juntáis tantos para empezar, ya veréis…

Thérèse: Va a ser una locura. Creo que la Cruz y el Icono han tenido un enorme impacto en Australia, un país que está muy aislado y que no tiene tantos santuarios como, por ejemplo, Europa. Llevarlos a Australia, después de haber visitado tantos países y santuarios, tuvo un impacto increíble, especialmente para la gente de las zonas rurales. Ha habido muchas historias de conversiones, milagros y revelaciones por todo el país. Mucha gente que no vino a la JMJ, la vivieron a través de la peregrinación de la Cruz. Realmente ha ido a los confines de la tierra, atravesando el desierto, hasta lugares sin iglesias.

Daniel: En mi diócesis, tuvimos la Cruz 13 días, y hubo 63 eventos: un promedio de cinco por día. Por ejemplo, la llevamos a una cárcel y a un centro de reclusión de menores.

Thérèse: Otra cosa muy importante es que fue a muchas comunidades de aborígenes, y llevó mucha unidad y reconciliación entre ellos y los blancos.

Daniel: Es verdad, gracias a la Cruz, yo aprendí muchas cosas de los aborígenes que no sabía.

Todavía quedan más de dos años para la JMJ de Madrid. ¿Cómo participasteis vosotros en los preparativos?
Daniel: Yo empecé dos años y medio antes de la JMJ, como responsable en mi diócesis —cerca de Sídney—, con un equipo de diez personas, primero en la acogida de la Cruz y del Icono, y luego preparando los días en las diócesis.

Thérèse: Yo he trabajado en la oficina de la JMJ en Sídney durante dos años, y no tenía ni idea de cuánta planificación y organización iban a hacer falta. Por ejemplo, hicimos cursos de formación para líderes juveniles, y también viajamos por las islas del Pacífico animando y ayudando a la gente a venir. Hemos llegado a ser unas 200 personas trabajando, a tiempo completo, en Sídney, y en total, en toda Australia, unas 500.

Isabel: ¿Después de eso, ha cambiado algo en la Iglesia, en Australia?

Thérèse: Los primeros meses, todo el mundo estaba dormido, extenuado. Ahora sí se nota que hay más actividades, y también hay más conciencia de la necesidad de comunicar el mensaje de la Iglesia a los jóvenes. Dos de las mejores cosas que han salido de la JMJ son la adoración y la catequesis. Los jóvenes lo piden, y se está fortaleciendo ahora: en bastantes diócesis se están haciendo catequesis semanales para jóvenes.

Isabel: ¿Tenéis idea de venir a Madrid?

Thérèse: Sí, claro. Ésa es otra cosa importante: muchos de los australianos que estuvieron en Sídney nunca había estado en una JMJ. Gracias a eso, se ha conocido mucho más lo que es, y muchos están pensando ya en ir a Madrid.

Daniel: Normalmente, de mi diócesis iban a las Jornadas unas 40 personas, y pensamos que a Madrid irán cientos.

¡Allí nos veremos!