La JMJ, un gran gancho - Alfa y Omega

La JMJ, un gran gancho

Hablar con él es como tener un guía particular por los entresijos del éxito de la JMJ de Sídney 2008: voluntarios, catequesis previas, festivales, oración, la peregrinación de la Cruz, y mucho más. Los responsables de Madrid 2011 no han querido desperdiciar la oportunidad de recibir de él, durante una breve visita a Madrid, todo tipo de consejos. También Alfa y Omega ha podido compartir parte de su experiencia

María Martínez López
Monseñor Anthony Fisher reza ante la tumba de Pierre Giorgio Frassati, uno de los Patronos de la JMJ de Sydney

Aterrizó en España con toneladas de experiencia y muchas ganas de compartirla con los responsables de la JMJ Madrid 2011, y que así dé los mismos frutos que Sídney 2008. Monseñor Anthony Fisher, obispo auxiliar de Sídney, su Coordinador, afirma que ya están viendo algunos «de forma muy clara. Hay muchos jóvenes más implicados en la vida de la Iglesia», y también se ha notado en las vocaciones. En el país vecino, Nueva Zelanda, «se han doblado los ingresos al seminario. Y sólo ha pasado un año».

Poco después, añade que algunos de estos efectos, como otras cosas que ocurren durante la JMJ, «son inesperados y hay que tener el corazón abierto a Dios para aprovecharlas». Como muestra, lo ocurrido en el vía crucis dramatizado: «Jesús estaba en la cruz, el sol se estaba poniendo, y salía humo del suelo. La atmósfera era espectacular. Pero el humo era de un generador roto».

Contados así, estos momentos parecen la guinda que puso la Providencia a años de trabajo: catequesis –también disponibles en Internet– durante los dos años previos y el posterior, visitas de conferenciantes y músicos de varios países y, desde un año y medio antes, «una hora semanal de adoración eucarística» en diversos lugares. Todo ello, con el objetivo de «no centrarnos sólo en la JMJ, sino usarla como un gran gancho para anunciar a los jóvenes los misterios centrales de nuestra fe».

Uno de los principales retos para el Comité Organizador era llegar a los jóvenes alejados, pues «los entusiasmados con la Iglesia van a venir hagas lo que hagas». Una gran ayuda fueron la Cruz y el Icono de la Virgen, «con los que se pueden hacer muchas cosas creativas para evangelizar. Se acercaban jóvenes que normalmente no entrarían en la iglesia. Algo les atrae hacia la Cruz. Se cree que necesitan la última tecnología, y esto, dos trozos de madera, tiene tanto efecto…, es extraordinario». Otra gran ayuda fue la música: «Tuvimos mucha suerte porque las principales canciones fueron compuestas por un artista muy conocido y cristiano. Fue un gran regalo, porque el himno se escuchó en las emisoras populares. Eso lo combinamos con otras canciones en un CD y un DVD». En todos estos preparativos estuvieron muy implicados los mismos jóvenes. Por ejemplo, a través de comités «que nos ayudaron a informar y motivar a sus comunidades, y fueron muy útiles como forma de diálogo. Sus ideas nos ayudaron mucho». Tras la JMJ, algunos se incorporaron al recién creado Consejo Nacional de Juventud, cuya función es «aconsejar a los obispos sobre cómo les gustaría que siguieran las cosas». Entre lo que más piden está la organización de retiros –en Sídney se ha creado un centro sólo para los jóvenes–, y seguir formándose: «Muchos se han entusiasmado realmente con la fe por primera vez, y se han dado cuenta de todo lo que no saben».

Y concluye: «Aunque el Papa estuvo fantástico, fueron los jóvenes los que tuvieron un efecto de verdad en la ciudad, en el país, en los no creyentes y entre sus compañeros».