Habrá noticias este verano del IOR - Alfa y Omega

Habrá noticias este verano del IOR

«Como el Papa este verano no se va de vacaciones, nos hará trabajar y seguro que hay noticias» en relación con el IOR, popularmente Banco Vaticano, ha dicho a José Luis Restán, en la Cadena COPE, el Secretario de la Prefectura de Asuntos Económicos de la Santa Sede, un español, monseñor Ángel Vallejo

Redacción
Don Ángel Vallejo

El Papa ha designado a una comisión que investigará el IOR, y monseñor Ángel Vallejo vaticina que habrá noticias pronto. Así lo ha dicho en El Espejo, de la Cadena COPE, el español que ostenta la responsabilidad de Secretario de la Prefectura de Asuntos Económicos de la Santa Sede.

Vallejo explica qué es y cuál es la misión del IOR, que en ningún caso se trata de «un banco para ganar dinero, sino para realizar» la misión evangelizadora de la Iglesia. «Hace falta un instrumento ágil de transmisión de algo tan sencillo como son las nóminas mensuales», y si la Iglesia no contara con el IOR, tendría que hacer esto a través de «un banco externo». Pero este instrumento hay que purificarlo, y ésa es la reforma que busca el Papa.

«Es evidente que el IOR es un peligro», reconoce monseñor Vallejo con total franqueza. «Usted imagínese que, en el centro de Madrid, por poner un ejemplo de una ciudad grande, tuviéramos un banco zona franca libre de impuestos», como sucede con el Estado del Vaticano, en pleno centro de Roma. «Esto es muy peligroso, y las autoridades que rigen el IOR» tienen la obligación de velar no sólo que no se hacen cosas incorrectas, algo que se da por supuesto, sino que las personas «autorizadas a tener cuenta en el IOR» no las cometan tampoco. «En muchos casos, las penalizaciones que estamos viendo estos días se deben, más que a haber hecho una actividad mal hecha, a una falta de vigilancia sobre aspectos que debían tenerla», motivada por una inadecuada puesta al día de la administración.

Así explica monseñor Ángel Vallejo la reciente dimisión del director y el subdirector del IOR: «No se puede decir: esta persona ha actuado mal, pero quien dirige una institución tiene también una tarea de vigilancia para que los que están subordinados hagan bien las cosas. Nosotros quizá nos hemos habituado demasiado a que nadie es responsable de nada, y esto no puede ser así… En el interior de IOR han pasado cosas que no están bien hechas, y el director y el subdirector han presentado su dimisión para dejar el camino libre a que todo esto se pueda esclarecer, no porque ellos hayan estado implicados, que seguro que no, sino porque han podido faltar a esa obligación de oficio que tienen de vigilar».

Transcripción de la entrevista de José Luis Restán:

Una primera pregunta, para quien no sabe nada de estas cosas, ¿qué es realmente el IOR, Instituto para las Obras de Religión, porque solemos llamarle los periodistas, no sé de una manera un poco impropia, Banco Vaticano, pero también sabemos que no es exactamente un banco como lo que normalmente entendemos nosotros como un banco. ¿Qué es el IOR?
Jurídicamente, es una fundación, propiamente: Fundación Instituto para las Obras de Religión es el nombre completo. Está constituida para hacer todas las actividades de carácter financiero-bancario que son necesarias en el Estado Ciudad del Vaticano y del gobierno de la Iglesia; ésa es su finalidad. No es un banco convencional, porque por ejemplo, no da préstamos; no todo el mundo puede abrir cuenta en el IOR, sólo pueden ser los empleados de las instituciones de la Iglesia y los empleados de la Santa Sede. O sea, tiene una serie de condiciones muy cerradas de funcionamiento. Y en cuanto a su dimensión, es muy pequeño. Es muy famoso, porque es el banco del Papa, así llamado, pero no por su volumen económico. El IOR, en este momento, tiene el volumen de una pequeñísima caja de ahorros española, mucho más pequeña que esas que están siendo suprimidas. Lo que pasa es que tiene una relevancia por trabajar donde trabaja y por ser la institución que es.

Recientemente nos sorprendió la creación por el Papa de una comisión, una comisión muy fuerte por las personalidades que la integran y por las competencias que se le concedían para seguir toda esta actividad de IOR y para recomendar eventuales reformas. ¿Qué significado y qué trascendencia tiene esto?
Es un camino que se lleva haciendo ya desde hace algún tiempo. A veces nos olvidamos de la historia que tenemos detrás. Los sistemas informáticos también han hecho posible la rapidez en las gestiones, un control muy superior, un desarrollo que hemos visto en estos últimos años en muchos aspectos que llevan a las instituciones a tenerse que ajustar y reformar… Muchos de los aspectos que hablamos del IOR, yo los metería en esta parte de un ponerse al día en muchas de sus formas y maneras de trabajar. Es evidente que el IOR es un peligro. Usted imagínese que, en el centro de Madrid, por poner un ejemplo de una ciudad grande, tuviéramos un banco zona franca libre de impuestos. Esto es muy peligroso, y por lo tanto las autoridades que rigen el IOR saben que tienen una obligación muy grande de velar, no ya para que institucionalmente no se hagan cosas que no sean correctas, que esto se da por supuesto, sino también para que personas que están autorizadas a tener cuenta en el IOR la utilicen mal. En muchos casos, las penalizaciones que estamos viendo estos días se deben, más que a haber hecho una actividad mal hecha, a una falta de vigilancia sobre aspectos que debían tenerla.

La noticia de algunas dimisiones de las que se hablaba al comienzo de este programa que se produjeron hace unas semanas hizo que salieran algunos titulares de prensa muy vistosos evidentemente hablando de tormenta. ¿Cómo podemos entender estos sucesos?
Por ahora, y no se pueden hacer acusaciones gratuitas, no se puede decir: «esta persona ha actuado mal», pero quien dirige una institución tiene también una tarea de vigilancia para que los que están subordinados hagan bien las cosas. Nosotros quizá nos hemos habituado demasiado a que nadie es responsable de nada, y esto no puede ser así. Si un ayuntamiento va mal y quiebra, alguien tiene que ser responsable. Si un director de una institución no ha velado para que se hagan bien las normas muy rigurosas internas que hay, evidentemente tiene que dimitir. Eso es lo que ha sucedido: que en el interior del IOR han pasado cosas que no están bien hechas, y el director no ha velado. Y el director y el subdirector han presentado su dimisión para dejar el camino libre a que todo esto se pueda esclarecer, no porque hayan estado implicados, que seguro que no, sino porque han podido faltar a esa obligación de oficio que tienen de vigilar.

En el documento con el que el Papa constituía la comisión que citábamos antes, hablaba también de una reflexión para ver hasta qué punto una institución de esta naturaleza se ajusta a la naturaleza y misión de la Iglesia y no a otro tipo de cosas porque es lógico que las instituciones en el tiempo se vayan desvirtuando, desgastando. ¿En qué dirección está esta reflexión?, ¿puede ser que el IOR cambie totalmente de imagen?
Todo puede ser posible, porque esto no es ningún dogma de fe, evidentemente. La comisión que el Papa ha instituido para indagar y ver cómo están las cosas puede decir mañana que se cree otra institución con un perfil, que cambie el nombre, o puede decidir cualquier cosa. El IOR no está en los evangelios, no forma parte constitutiva del mensaje revelador de Jesucristo. Y el Papa yo creo que lo que busca es precisamente esto. ¿Que la Iglesia necesita un instrumento financiero para cumplir su misión?, evidentemente sí, porque no se le olvide que, por ejemplo, tenemos más de cien nunciaturas por todo el mundo. Hace falta un instrumento ágil de transmisión de algo tan sencillo como son las nóminas mensuales, por ejemplo, u otras cosas. Y eso, si no lo hacemos con un banco como éste, habría que hacerlo con un banco externo, hay que hacerlo de todas formas. Pero que no vaya más allá de ese cometido institucional que tiene que tener. La Iglesia no tiene un banco para ganar dinero, sino para realizar su tarea evangelizadora. Y yo creo que éste es el sentido que el Papa busca: purificar esto, y si alguna actividad no es necesario que la haga, que la hagan otros estupendamente, pero no es nuestra.

Lo cierto es que esta historia alimenta mucho la fantasía de algunos medios de comunicación, incluso de algunos escritores,  con ese tema que ya es leyenda, los dineros de la Iglesia. Pues yo le pregunto a uno de los hombres que, además, es un español que vela y que administra los dineros de la Iglesia: ¿cuando usted escucha estas fantasías, estas historias a lo Dan Brown, qué piensa y qué nos dice a los fieles sencillos que a veces se ven un poco perturbados por esto?
Usted ha dicho dos cosas ahora: una, velar por los dineros, y otra administrar. Le aseguro que tengo que velar muy poco por los dineros, porque son pocos. La preocupación por velar por ellos no es mucha, porque si llegamos a fin de año y conseguimos pagar a todo el mundo, nos damos por satisfechos. Velar por el dinero no hay que velar mucho, no hay miedo a que roben por la noche. Pueden salir unas cifras a veces que no son ciertas y que es mítico. La Santa Sede va finalizando los años con una administración muy adecuada, muy ajustada, que tenemos que mejorar entre todos, porque quizás también hay que mejorar los mecanismos para ahorrar en los procesos, para que no se gaste tanto en la administración. En todo esto, estoy de acuerdo: administrarlo lo mejor posible para cubrir las necesidades institucionales de la Iglesia, y punto. Le puedo asegurar que son cantidades que, a lo mejor, para una familia, para un particular, pueden parecer grandes, pero que realmente, para lo que es la Santa Sede, los presupuestos son modestísimos. Cualquier ayuntamiento español tiene presupuestos de unas dimensiones similares, y no tiene detrás la actividad que realiza la Santa Sede.

Hace unos días se reunía precisamente en Roma una comisión de cardenales de todo el mundo que se encarga también de la vigilancia y el seguimiento de toda esta actividad económica. Esto implica que las iglesias de todo el mundo están también de algún modo engarzadas, implicadas, que esto no es una cuestión que compete sólo a una cierta casta allí en Roma…
Lógico. El órgano máximo de gobierno de la Iglesia en aspectos económicos y administrativos es un Consejo Papal, que se llama así, que tuvimos la reunión la semana pasada, el 2 y 3 de julio. El Papa estuvo presente en una parte de la reunión. La reunión dura dos días, mañana y tarde. Se analizan todos los aspectos relacionados con esta materia, y por supuesto, a los cardenales se les da toda la información posible y se toman decisiones para mejorar la gestión. La mayoría de los cardenales que forman este consejo son personas muy experimentadas, porque gobiernan las diócesis más grandes del mundo, y tienen una gran experiencia de gestión.

Monseñor Ángel Vallejo, le agradecemos una vez más que siempre esté ahí listo para responder a nuestras preguntas para aclararnos más sobre este asunto que interesa ciertamente y sobre el que por desgracia a veces la información está más que distorsionada. Muchísimas gracias y un fuerte abrazo.
Simplemente decirle que estamos a su disposición, y como el Papa este verano no se va de vacaciones, nos hará trabajar y seguro que hay noticias. Estamos a vuestra disposición para que tengáis una información precisa de cómo están las cosas.