Dos días de gracia - Alfa y Omega

Dos días de gracia

Resulta tarea imposible sintetizar en dos páginas dos días de gracia. Ofrecemos a nuestros lectores una selección de fotos representativas, aunque parcialmente, de los momentos más significativos de las 35 horas que Benedicto XVI, peregrino de Dios, ha querido pasar entre nosotros

Redacción

«El encuentro -¡no el desencuentro!- entre fe y laicidad tiene un foco central también en la cultura española». Es lo que exactamente dijo Benedicto XVI a bordo del avión que le traía de Roma a Compostela. Sus palabras han sido desenfocadas y se ha querido reducirlas a la constatación de que, «en España, ha nacido una laicidad, un anticlericalismo, un secularismo fuerte y agresivo como lo vimos precisamente en los años 30». La propuesta del Papa, que no elude la realidad es positiva: el camino es el encuentro, no el enfrentamiento.

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«Todo hombre es un verdadero santuario de Dios, que ha de ser tratado con sumo respeto y cariño, sobre todo cuando se encuentra en necesidad»: lo dijo el Papa en su visita a la Obra benéfico-social del Niño Dios y, poco antes, en la nueva basílica de la Sagrada Familia recordó con meridiana claridad: «La Iglesia se opone a todas las formas de negación de la vida humana y apoya cuanto promueva el orden natural en el ámbito de la institución familiar».

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«En lo más íntimo de su ser, el hombre está siempre en camino, está en busca de la verdad. La Iglesia misma se pone en camino, lleva a cabo su propio camino interior. El Camino de Santiago fue una vía de cultura, de oración, de misericordia y conversión»: lo dejó sentado, desde el primer momento, en la Compostela eterna, el Papa peregrino de Dios.

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«Como el Siervo de Dios Juan Pablo II, que desde Compostela exhortó al Viejo Continente a dar nueva pujanza a sus raíces cristianas, también yo quisiera invitar a España y a Europa a edificar su presente y a proyectar su futuro desde la verdad auténtica del hombre, desde la libertad que respeta esa verdad y nunca la hiere, y desde la justicia para todos, comenzando por los más pobres y desvalidos. ¿Cómo es posible que se haya hecho silencio público sobre la primera y esencial realidad de la vida humana?» Así interpeló Benedicto XVI a España y a Europa desde la vieja Compostela.

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Los Reyes de España y los Príncipes de Asturias representaron dignamente al pueblo español. «Muchos siglos separan al Pórtico de la Gloria de la Sagrada Familia de Barcelona -dijo Su Majestad el Rey-; por ellos ha transitado la aportación artística, cultural y religiosa del cristianismo, clave para entender la personalidad histórica de España». Mientras el pueblo despedía al Papa cantándole Adiós con el corazón, el Rey le despidió así: «Os esperamos con especial ilusión, el próximo mes de agosto en Madrid, con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud. ¡Hasta pronto, Santidad!».

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«En este recinto, Gaudí quiso unir la inspiración que le llegaba de los tres grandes libros en los que se alimentaba como hombre, como creyente y como arquitecto: el libro de la naturaleza, el libro de la Sagrada Escritura, y el libro de la Liturgia…; y sacó los retablos afuera, para poner ante los hombres el misterio de Dios. La dedicación de este templo de la Sagrada Familia, en una época en la que el hombre pretende edificar su vida de espaldas a Dios, como si ya no tuviera nada que decirle, resulta un hecho de gran significado: Dios es la verdadera medida del hombre».