Ligero descenso de la vida contemplativa en España. También caen los religiosos de vida activa - Alfa y Omega

Ligero descenso de la vida contemplativa en España. También caen los religiosos de vida activa

La vida contemplativa pierde 400 religiosos y 32 monasterios en el último año y los institutos religiosos de vida activa cerca de 1.400 miembros

José Calderero de Aldecoa
Foto: Rafael Carmona

La vida consagrada contemplativa desciende en número al igual que el de religiosos de vida activa. Así se desprende de los datos de la vida consagrada en España publicados esta misma mañana por la Conferencia Episcopal Española a través de su Comisión para la Vida Consagrada.

En concreto, en el último año se han perdido 32 monasterios contemplativos. Han pasado de ser 783 a 751 en toda España. También hay menos monjas y monjes de clausura. Si hace un año eran 9.151, en la actualidad los contemplativos han bajado hasta los 8.731 miembros, lo que representa una pérdida de más de 400 miembros.

Del mismo modo ocurre con los Institutos Religiosos de Vida Activa y las Sociedades de Vida Apostólica, que han experimentado una fuerte caída. A pesar de que hay dos institutos nuevos este año, los religiosos de vida activa han pasado en nuestro país de 40.096 a 38.688, es decir, 1.400 miembros menos. También han bajado las comunidades: de 4.944 a 4.785 este año.

Número y significatividad

De esta forma, la Jornada Pro Orantibus 2020 —que se celebra este domingo 7 de junio para rezar por la vida contemplativa— llega en un momento en el que «la vida consagrada en España disminuye en número», reconoce el presidente de la Comisión Episcopal para la Vida Consagrada, monseñor Luis Ángel de las Heras, en entrevista con Alfa y Omega (íntegra, el jueves, en el próximo número en papel del semanario).

Sin embargo, el obispo y religioso claretiano cree que «no puede menguar en significatividad». En este sentido, pide «cuidar la calidad; asimilar y procesar los cambios en creativa fidelidad a lo esencial, con exigencia y entrega evangélicas y con el don de la profecía». La vida consagrada contemplativa, concluye, «es profecía de silencio, escucha y alegría en medio de ruidos, sorderas y tristezas existenciales».