¿Más fuertes? - Alfa y Omega

¿Más fuertes?

Frente a las muestras diarias de sectarismo y cortoplacismo, los cristianos debemos ser un recordatorio de que, aun en nuestra debilidad, sí podemos ser un poco mejores

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Foto: EFE / Julio Muñoz.

El pasado lunes, las portadas de todos los periódicos llevaban a página completa un anuncio del Gobierno con la frase #SalimosMásFuertes. Aunque no es momento de entrar en la conveniencia de que exista publicidad institucional —prevista al decretar el Estado de alarma por una pandemia que además ha mermado considerablemente los ingresos de los medios—, sí es interesante analizar el mensaje y el momento elegidos: ¿de verdad vamos a salir más fuertes de esto?

En los primeros compases del confinamiento, aquello de «vamos a salir mejores» sonaba a conjura colectiva contra la enfermedad. Como los aplausos a los sanitarios a las 20:00 horas, era una forma de trasladar el aliento de toda la sociedad a quienes estaban dando la batalla en primera línea. Pero dos meses y medio después no parece que seamos mejores ni más fuertes. Somos menos, muchísimos menos, y todavía no hemos llorado todo lo que tenemos que llorar. Y aunque estemos siendo «peleones» y algunos saquen lo mejor de sí mismos –como dice el anuncio de TV del Ejecutivo–, hay muestras diarias de sectarismo y cortoplacismo en el Parlamento… y ahora en la calle.

Mientras colea la crisis sanitaria, con la incertidumbre de si el desconfinamiento traerá un repunte de contagios, España afronta una crisis económica y social sin precedentes. Deberíamos caer en la cuenta de que «todos nos necesitamos» porque «de la conducta de uno depende el destino de los otros», como señalan los obispos españoles en su mensaje para el Día de la Acción Católica y del Apostolado Seglar, que se celebra este domingo coincidiendo con la solemnidad de Pentecostés.

Con el recuerdo del Congreso de Laicos de febrero, los prelados apuestan por una «Iglesia en salida que anuncia el gozo del Evangelio en medio del dolor y las heridas», al tiempo que inciden en que los cristianos tenemos que ser «luz de esperanza» en estos momentos. Quizá no acabemos con la dialéctica de buenos y malos de la noche a la mañana; seguro que esta actitud generará incomprensiones y hará que nos tilden de equidistantes, pero debemos ser un recordatorio de que, aun en nuestra debilidad, sí podemos ser un poco mejores.