Lo dantesco es otra cosa - Alfa y Omega

Lo dantesco es otra cosa

Lo genuinamente dantesco no es la imaginería terrible que desplegara Alighieri, sino la esperanza, la posibilidad del hombre de responder a la llamada de Dios

Javier Alonso Sandoica

Como estamos en plena conmemoración del 750 aniversario del nacimiento del autor de La Divina Comedia, a inicios de este mes de mayo el Papa aprovechó la ocasión para invitarnos a leer a Dante. Porque no sólo fue un artista del valor universal más alto, dijo, sino «un profeta de la esperanza». Y es cierto, lo genuinamente dantesco no es la imaginería terrible que desplegara, sino la esperanza, la posibilidad del hombre de responder a la llamada de Dios.

¿Es difícil leer al genio de Florencia? Mucho, tanto como entender al ser humano, una criatura salida del corazón de Dios y al tiempo cargada de calamidades. Ponerse de primeras, con una sensibilidad poética menguante y con referentes históricos pillados por los pelos, es indudablemente un ejercicio cuesta arriba que puede dejar sin resuello. Pero lo bastardo sería ponernos cómodos y aligerarnos con versiones de cómic, o con meros opúsculos que se contentan con regalarnos vaguedades.

El poeta ruso Ósip Mandelstam dedicó una obrita deliciosa a su figura. La denominó Coloquio sobre Dante (editorial Acantilado). Allí decía que mucho tiempo antes de Bach, en una época en que aún no se construían órganos monumentales, sino más bien pequeños prototipos, «Alighieri construyó, en el espacio de la palabra, un órgano de infinita potencia, y se deleitó con todos los registros imaginables». Mandelstam es maravillosamente visual, compara los versos del maestro con la revelación de la estructura interna del granito o del mármol, porque las palabras refieren siempre la verdad más profunda del hombre. Me gusta mucho el ejemplo del órgano. Los aficionados al instrumento sabemos que, después de la presión de los dedos en el teclado, la música sigue algunos segundos resonando en el templo. Así llevamos los muy aficionados, ecos de los versos de Dante.

Yo no he podido olvidar aquella frase con la que Ulises arengaba a los suyos desde el abismo infernal: «Pensad en vuestra naturaleza, no fuisteis hechos para vivir como los brutos, sino para alcanzar virtud y conocimiento». Y en otra circunstancia, el mismo Ulises subraya: «¿Será posible que hayamos nacido para un bienestar animal, y que no consagremos el puñado de sentimientos vespertinos que aún nos quedan, a una hazaña?» Con ello se refiere a los ancianos, que siguen siendo hombres de una pieza, portadores de la verdad, a pesar de las pocas fuerzas que cargan en su hora vespertina.

Dante era un hombre de su tiempo, profundamente libre, capaz de juzgar con dureza la hipocresía de los hombres ambiguos y de aquellos que tienen responsabilidad en la Iglesia. El mismo Beato Pablo VI, en la Carta Altissimi cantus, llegó a apuntar algunas de las críticas de Dante: «Tampoco lamentamos recordar que su voz se levantó y resonó duramente contra algunos Pontífices romanos, y que reprendió con acritud instituciones eclesiásticas y a hombres que fueron ministros y representantes de la Iglesia». Por cierto, que Benedicto XV no se resistió a conmemorar el 600 aniversario de la muerte de Dante, y redactó una encíclica dedicada a él de principio a fin. Corría el año 1921. Allí, el Pontífice hablaba del apasionamiento del escritor por la Sagrada Escritura.

Dante bien sabía que es posible no sólo hablar con Dios, sino de Él, nombrarlo, traerle imágenes al frente, buscarle acomodo humano en la poesía siguiendo aquel grito de Job: «¿Quién podrá contener la palabra que en sí tiene concebida, sin decirla?» El Verbo se hizo carne, la Palabra fue pronunciada en la carne. Por tanto, la divina Palabra puede ser expresada con nuestra lengua de vulgo. Ésta es una de las sorpresas que depara al desprevenido la fe cristiana, y qué bien lo hizo Dante.

Todavía le quedarán a la Historia años por cumplir antes de que nazca nuestro gran Juan de la Cruz, otro de los grandes poetas del Misterio, que puso al ser humano en similar ensanchamiento del alma, saliendo de sí «a la manera de un fuego». En vísperas del Jubileo extraordinario de la Misericordia, el Papa espera que a lo largo de este año la figura de Dante y su obra nos acompañen. Y nos hace algunos guiños para encontrar hilos de Ariadna en la Divina Comedia: «Se puede leer, como un gran itinerario, más aún, como una verdadera peregrinación, ya sea personal o interior, comunitaria como eclesial, social o histórica».