Pathei mathos - Alfa y Omega

Esquilo acuñó la fórmula de la tragedia humana cuando afirmó que la sabiduría se aprendía con el sufrimiento (pathei mathos). Su verdad martillea la historia humana. Aguijonea también la Escritura, hasta alcanzar al mismo Jesús que tuvo que «aprender sufriendo». ¿Qué puede vislumbrarse en lo amorfo del dolor? Si el mal es realmente malo, ¿quién podrá arrancar de su fondo algo de bien para la vida?

La vida después de la pandemia es el título escogido por la Editorial Vaticana para recopilar los textos del Papa durante una plaga que aún no ha terminado. Son, pues, textos que pertenecen a la crisis: «Ahora, en medio de esta pandemia, los vuelvo a recordar y quiero estarles cerca». Se trata de palabras empeñadas en cargar cada uno de los tipos de dolor que han surgido —el detalle es exuberante—, sometidas a la tensión imposible de la perplejidad médica y la insolvencia económica. Francisco ha querido hacer suya la naturaleza del miedo que nos ha paralizado. «La tempestad desenmascara nuestra vulnerabilidad y deja al descubierto esas falsas y superfluas seguridades con las que habíamos construido nuestras agendas». Contábamos con un poder que nunca tuvimos realmente. La medicina y la economía han sido vencidas una vez más, y así han mostrado su eterna falibilidad.

En ello ha ahondado su propuesta, puesto que no ha tratado de empoderarnos. Ha querido confiarnos al «amor desarmado y desarmante de Jesús». «Abrazar su cruz es animarse a abrazar todas las contrariedades del tiempo presente, abandonando por un instante nuestro afán de omnipotencia y posesión para darle espacio a la creatividad que solo el Espíritu es capaz de suscitar». La mayor fuerza está en esa fragilidad, cuando podemos ser salvados: «Si algo hemos podido aprender en todo este tiempo, es que nadie se salva solo».

Por eso, sin dejar de ser de la pandemia, son palabras a la vez cargadas de posteridad. Se abren paso a través del dolor, y hacen transitable la aporía. Henchidas de trascendencia, portan la vida después de la pandemia: «No se trata de una fórmula mágica que hace desaparecer los problemas. No, no es eso la Resurrección de Cristo, sino la victoria del amor sobre la raíz del mal, una victoria que no “pasa por encima” del sufrimiento y la muerte, sino que los traspasa, abriendo un camino en el abismo, transformando el mal en bien, signo distintivo del poder de Dios». La presencia de esa vida nos abre a un porvenir que supera todas las condiciones contenidas en nuestra presente condición de desapoderados. Si algo enseña el sufrimiento, pues, es la pura y verdadera esperanza.