60 voluntarios nuevos y 300 comidas al día - Alfa y Omega

60 voluntarios nuevos y 300 comidas al día

Begoña Aragoneses
Tíscar Espigares durante el reparto de alimentos entre las personas sin hogar
Tíscar Espigares durante el reparto de alimentos entre las personas sin hogar. Foto: Comunidad de Sant’Egidio.

Cada noche duermen al raso en las calles de Madrid al menos 650 personas, según datos oficiales del Ayuntamiento. Muchas de ellas no llegaron a tiempo para hacerse con una de las 150 plazas del pabellón 14 de IFEMA ni con alguna de las otras 150 del polideportivo Marqués de Samaranch. Pero aunque no tienen un techo en el que poder cumplir con el #QuédateEnCasa, a las personas sin hogar no les falta el alimento gracias a entidades como la Comunidad de Sant’Egidio.

De hecho, su servicio Amigos de la Calle se ha reforzado porque, como asegura Tíscar Espigares, la responsable de Sant’Egidio en Madrid, en la pandemia estas personas «están todavía más desprovistas de ayudas», ya que, entre otros, se han cerrado comedores sociales o a las iglesias no acuden fieles para darles limosna, «y si antes eran invisibles, ahora son evitadas».

Por eso han aumentado el número de días de entrega de comida (entre 300 y 400 paquetes cada día) y se han incorporado además productos de higiene y mascarillas. Junto a ello, se ha incrementado el número de donativos así como de personas voluntarias: «Solo para los recorridos [de reparto de alimentos] contamos con casi 60 voluntarios».

Con todo, lo que la Comunidad de Sant’Egidio ha constatado como más significativo ha sido el número de familias nuevas que han recurrido a las ayudas, hasta 300, a las que se les facilitan productos frescos —carne, pescado, frutas y verduras— para garantizar la correcta alimentación de los niños.

«No hemos podido compartir el pan de la Eucaristía ni el pan de la Palabra, pero sí el pan de los pobres», reconoce Espigares. «Esto nos ha mantenido unidos». Ante un virus que «nos ha revelado que somos frágiles», y de cara a un futuro que la responsable prefiere definir como de un «mundo resucitado de relaciones fraternas» antes que de nueva normalidad, «la seguridad no estará en la distancia social sino en el Evangelio, que nos enseña que cuidar unos de otros es lo único que podrá salvarnos».