El dios mercado - Alfa y Omega

El dios mercado

Manuel María Bru Alonso
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Una de las muchas cosas que hemos podido constatar con la pandemia de coronavirus es que para muchos de sus defensores (los acérrimos ideológicos, no los moderados y revisionistas), el sistema económico globalizado del mercado se trata, en realidad, de una religión. El «dios dinero» que aparece en el libro del Éxodo bajo la figura del becerro de oro, hoy en día se desvela bajo la venerada imagen de la libertad de mercado. Y si aquel desafiaba a los mandamientos del Dios verdadero que Moisés bajó del monte Sinaí, ahora además pretende sustituirlos, y con ellos el juicio de una conciencia humana recta, pues aquellos anidaron siempre en la ley natural de los hombres, por la suprema e incorregible ley de la oferta y la demanda. Ya sabíamos, antes de una pandemia sin precedentes como esta, que la religión del mercado exigía para su culto el sacrificio de la desprotección de los más débiles, pero nunca hasta ahora habíamos oído a sus maestros y sacerdotes decir, sin pestañear, que no entorpecer o posponer el equilibrio del mercado es mucho más importante que las incalculables vidas humanas que sacrificar en el empeño. Lo han defendido a pleno día y ante las audiencias mediáticas de todo el mundo, y en gran medida hasta han convencido a una sociedad desde hace mucho tiempo rendida ideológicamente ante esta poderosa religión oculta.

Y como dice la Carta a los Hebreos que los cristianos debemos estar atentos a no dejarnos engañar por doctrinas extrañas, y el neoliberalismo extremo es una de ellas, contamos con una riquísima doctrina social de la Iglesia que desde León XIII hasta nuestros días ha puesto a esta y a otras ideologías los puntos sobre las íes. Sobre todo san Pablo VI, al clarificar dónde radica el verdadero progreso de los pueblos; san Juan Pablo II, al advertir de la hipoteca social que convierte en robo las desigualdades sociales propiciadas por un capitalismo extremo; Benedicto XVI al denunciar que una teoría económica que no pone la dignidad humana en el centro no merece ese nombre, y el Papa Francisco, que tantas veces ha denunciado que «el mercado mata». Pero como la doctrina social de la Iglesia en economía es muy prolija y requiere pautas para interpretar la consecución imparable tanto de la teoría como de la práctica económica, nos viene de perlas la publicación del último libro de uno de los economistas más prestigiosos y de la escuela de la Economía civil, y coordinador internacional de la Economía de comunión, que Benedicto XVI ponía como modelo de revisionismo económico en Caritas in veritate.

El libro del profesor Luigino Bruni desentraña cómo el lenguaje de la economía de mercado ha pasado de ser un lenguaje económico a ser una propuesta ética propia, que determina una mentalidad y, añado yo, un culto religioso alternativo, en el que los grandes valores y dogmas son el individuo, el éxito, el mérito, la eficiencia, la competencia, el liderazgo y la innovación, que ideológicamente corren el riesgo de pasar de virtudes a vicios morales para justificar los desajustes éticos causados por aquello que la misma ética moderna por excelencia, la kantiana, había puesto sobre la mesa como principio supremo: que el fin, en este caso el del mercado, nunca puede justificar los medios, en este caso la ignominia de la degradación de la dignidad humana y la escasa rentabilidad que tiene salvar vidas (igual da de la miseria o de la pandemia), porque sus muertes han de entenderse como efectos colaterales de la sacrosanta e inquebrantable ley de la oferta y la demanda.

Virtudes y vicios del mercado (Palabras para una economía humana)
Autor:

Luigino Bruni

Editorial:

Ciudad Nueva

Año de publicación:

2018

Páginas:

112

Precio:

11 €

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