Hollerich pide «combatir el virus COVID-19, el virus del nacionalismo y el del egoísmo» - Alfa y Omega

Hollerich pide «combatir el virus COVID-19, el virus del nacionalismo y el del egoísmo»

Con motivo del 70º aniversario de la Declaración Schuman, Día de la fiesta de Europa, el cardenal Jean-Claude Hollerich, presidente de la COMECE, reitera la necesidad de una gran red de solidaridad para derrotar la pandemia, construir la paz y no traicionar los valores que fundaron el viejo continente

Vatican News

Setenta años después de que el ministro de Asuntos Exteriores francés Robert Schuman diera el primer impulso a la construcción del proyecto europeo, el arzobispo de Luxemburgo y presidente de Comece, la Comisión de las Conferencias Episcopales de la Comunidad Europea, el cardenal Jean-Claude Hollerich, estará en Schengen, ciudad en la que se firmó en 1985 el acuerdo que regula la apertura de las fronteras entre los países firmantes. Una señal importante para reafirmar la necesidad de solidaridad, unidad y paz, en este momento en que la pandemia del Covid-19 está asolando el mundo. «Necesitamos otro virus, el virus de la solidaridad y de la caridad», reitera el cardenal a los medios de comunicación del Vaticano, «para entender que el hombre no vive solo», porque «solo podemos ser humanos junto con los otros».

La fiesta de Europa celebra la paz y la unidad. Hay muchos llamamientos y esperanzas para que este continente sepa volver al espíritu de los padres fundadores, sepa redescubrir sus raíces cristianas. Acogiendo las palabras del Papa: ¿cómo se actualiza la idea de Europa?
Creo que es un verdadero momento de gratitud, porque gracias a la Unión Europea hemos tenido paz. Ayer fue el 75 aniversario de la derrota del régimen nazi: hemos hecho de todos modos un gran progreso. Pero debemos mantener este espíritu, y para ello debemos volver al espíritu de los padres fundadores. Pienso en Schuman, pienso en Adenauer, pienso en De Gasperi, que fueron hombres dispuestos a la reconciliación, hombres que no veían el mundo en blanco y negro, sino que veían todos los matices entre el blanco y el negro. Eran hombres comprometidos con la paz y la unidad, basados en su fe cristiana. Y el Papa es un poco la conciencia de Europa: es un gran placer, creo, para todos los europeos ver cómo el Papa que vino de lejos –como él mismo dijo– tiene el «sentido europeo», comprendió realmente en profundidad lo que es el ideal europeo: la solidaridad. Y la solidaridad no se detiene en las fronteras de Europa. Tenemos problemas con las fronteras: fronteras de Europa y fronteras de la Unión Europea con otros países. Hay gente que muere en las fronteras de la Unión Europea y no podemos tolerar eso.

En este dramático período a causa del COVID-19, usted ha hecho repetidos llamamientos a Europa para que muestre plena empatía y solidaridad con los países más afectados por la pandemia. ¿Una llamada que ha sido atendida? ¿Qué se debería hacer?
Creo que ha sido aceptada, no sólo porque lo he dicho yo, sino porque la gente está convencida de los ideales de la Unión Europea. Pero queda una herida: las grandes discusiones antes de llegar a un compromiso son, en cierto modo, normales en política; pero en momentos en que una gran parte de la Unión Europea está sufriendo –pensemos sólo en las personas que murieron en Italia, España, Francia… ¡fue una masacre!– entonces es necesario dar señales fuertes, con empatía. No solo soluciones teóricas: la ayuda debe llegar pronto porque de lo contrario la gente pierde la confianza en Europa.

El Papa invita al coraje «de una nueva imaginación», a desarrollar «anticuerpos de solidaridad» capaces de dar soluciones duraderas, no temporales. ¿Existe por lo tanto una verdadera oportunidad en estos tiempos difíciles?
Sí, y realmente lo creo, porque hemos tomado conciencia una vez más de la fragilidad del ser humano, de la fragilidad de nuestras sociedades. Y la fragilidad puede llevar a dos reacciones: encerrarse en sí mismos, tener miedo, y cerrar nuestras sociedades, nuestros países. Otra reacción –y aquí necesitamos otro virus, el virus de la solidaridad y la caridad, para comprender que el hombre no vive solo: debemos saberlo, hoy, porque hemos sufrido el hecho de vivir solos– es que se necesita una gran red de solidaridad, porque sólo podemos ser humanos junto con los demás. Necesitamos de los demás para realizar nuestra humanidad, para realizar la llamada que Dios nos hace.

¿Cuál es el mensaje, entonces, el desafío que la Iglesia en Europa quiere lanzar?
Debemos ser más solidarios y tener más empatía; debemos estar del lado de los más pobres; debemos tener un realismo basado en la idea de Europa, y esta idea no puede ser pensada sin solidaridad, sin paz. Todas las demás visiones de Europa serían contrarias a la idea de los Padres fundadores. Es tan importante mostrar al mundo que la sociedad humana puede ser solidaria, que una crisis mundial, una pandemia de este tipo sólo puede combatirse a nivel mundial, y que la Unión Europea es un instrumento para la paz mundial. Así que luchemos contra el virus COVID y luchemos contra el virus del nacionalismo y del egoísmo.

Massimiliano Menichetti / Vatican News